

La lucha contra el dolor es uno de los retos médicos más antiguos y, a la vez, más actuales. Millones de personas sufren a diario tanto dolor agudo como crónico, y para quienes lo padecen, encontrar una solución efectiva significa poder recuperar la calidad de vida.
A día de hoy, presenciamos una auténtica revolución en la comprensión y el tratamiento del dolor. La ciencia está avanzando hacia métodos mucho más selectivos, personalizados y menos invasivos, gracias a descubrimientos que van desde el control genético de las neuronas hasta dispositivos inalámbricos y la manipulación precisa de proteínas y canales moleculares. En este artículo, exploraremos en detalle los avances más sonados, los descubrimientos más sorprendentes y las tecnologías más innovadoras que están cambiando la forma en la que científicos y pacientes afrontan el dolor.
Nuevos horizontes en la eliminación del dolor: ¿cómo actúan los científicos?
Durante décadas, la medicina ha tratado el dolor con soluciones generalistas: opioides, antiinflamatorios y anestésicos cuyo principal problema radica en los efectos secundarios y la escasa selectividad. Sin embargo, en la Universidad de Oxford, el doctor David Bennett y su equipo han dado un salto cualitativo al abordar el dolor desde su origen más primitivo: las propias neuronas sensoriales.
En un laboratorio especializado, los investigadores trabajan con neuronas modificadas genéticamente. Utilizando tecnología de precisión, implantan microelectrodos para registrar la actividad eléctrica neuronal antes y después de administrar un nuevo fármaco. Se trata de un compuesto capaz de encender o apagar las señales de dolor de forma selectiva y segura, lo que, en palabras del doctor Bennett, supone un avance significativo ante el limitado arsenal terapéutico del presente.
El proceso no sólo se basa en la observación, sino en la aplicación de biotecnología: fármacos que activan canales iónicos modificados, lo que provoca la disipación de la señal de dolor antes de llegar al cerebro. Como si de un cortocircuito controlado se tratara, la corriente eléctrica que transmite la información dolorosa nunca llega a hacerse consciente.
De momento, los ensayos han sido preclínicos y se han probado en células humanas en laboratorio, pero la línea de investigación apunta a que, en el futuro, será posible tratar el dolor neuropático de manera personalizada y ultra-selectiva, silenciando solo aquellas neuronas que causan malestar mientras se preserva el resto de la sensibilidad.
El papel de las proteínas y la genética en el dolor

El dolor, lejos de ser un mero síntoma, es una experiencia sensorial y emocional compleja que implica mecanismos fisiológicos de defensa. Sin embargo, cuando este sistema se desregula y el dolor se vuelve crónico, los problemas físicos, emocionales y sociales se multiplican.
En España, la Universidad de Salamanca lidera una línea de investigación pionera centrada en la proteína ARMS/Kidins220. Según el grupo «Neurobiología de las neurotrofinas», dirigido por Juan Carlos Arévalo, la presencia o ausencia de esta proteína determina cómo las neuronas sensoriales responden al calor, al picante (capsaicina) y a procesos inflamatorios.
Al reducir los niveles de ARMS/Kidins220 en ratones mediante técnicas genéticas, los científicos detectaron que los animales eran mucho más sensibles a determinados estímulos dolorosos, aunque permanecían indiferentes a otros como el frío o la presión mecánica. Además, observaron que la regulación de la proteína tras el contacto con capsaicina es fundamental para la respuesta nociceptiva.
Un hallazgo especialmente relevante es la relación de ARMS/Kidins220 con la proteína BDNF, implicada en la percepción del dolor. Eliminar BDNF en los ratones con bajos niveles de ARMS/Kidins220 normalizaba su sensibilidad, lo que deja la puerta abierta a futuras intervenciones farmacológicas para modular selectivamente el dolor.
Estos resultados destacan la importancia de entender y manipular las rutas genéticas y proteicas que dan lugar a los diferentes tipos de dolor, ofreciendo esperanza a quienes sufren de cuadros crónicos sin alivio.
Fotofarmacología: la revolución del dolor controlado por luz
Una de las innovaciones más rompedoras en la gestión del dolor es la fotofarmacología inalámbrica. Este término se refiere al uso de fármacos que se activan solo cuando son expuestos a una determinada luz, permitiendo un control milimétrico de la terapia sobre órganos o áreas específicas del cuerpo.
Investigadores de la Universidad de Barcelona, junto con socios internacionales, han logrado crear el primer dispositivo capaz de activar un fotofármaco por control remoto. En estudios con modelos animales, han utilizado una variante de la morfina (pc-Mor) enlazada a un grupo fotosensible: sólo cuando una luz de 405 nm incide sobre la zona afectada, la morfina se libera y ejerce su efecto analgésico en ese preciso lugar.
La gran ventaja de este método es evitar los problemas clásicos de los opioides, como la adicción y la dependencia, ya que la sustancia activa no circula por todo el organismo, sino que actúa únicamente allí donde se necesita. Además, las perspectivas de futuro incluyen extender esta tecnología a otras patologías, como epilepsia, párkinson, esquizofrenia o cáncer, mediante la liberación local de fármacos controlada por luz.
Este avance implica ciertos desafíos técnicos y regulatorios: la implantación segura de los dispositivos, su biocompatibilidad y la aprobación clínica de productos que combinan fármaco y tecnología médica.
Optogenética y dispositivos: el dolor bajo control digital
En la Universidad de Washington, el doctor Robert Gereau ha dado un paso más en la modulación del dolor con optogenética. Esta tecnología consiste en insertar genes de proteínas sensibles a la luz en las neuronas, de modo que su actividad puede regularse simplemente controlando la intensidad y el tiempo de la luz aplicada.
De momento, los experimentos se han hecho en ratas con dolor crónico de vejiga, utilizando una banda que rodea el órgano y emite pulsos de luz. Al activar las proteínas inhibidoras, la señal de dolor desaparece casi en tiempo real. El objetivo es trasladar esta tecnología a personas y ampliar el control, por ejemplo, en casos de dolor centralizado como la endometriosis o en lesiones de origen incierto.
Lo realmente visionario es que, en un futuro, estos dispositivos podrían ser implantados y controlados desde una aplicación móvil, permitiendo a los pacientes gestionar su dolor de forma autónoma y segura.
El papel fundamental del efecto placebo y los circuitos cerebrales
Junto a las terapias tecnológicas, la ciencia ha identificado en el cerebro humano mecanismos de regulación y modulación del dolor mucho más sofisticados de lo que se pensaba. El llamado efecto placebo, por el cual el simple hecho de creer en el alivio genera un efecto real de reducción del dolor, tiene una base neurobiológica tangible.
Un reciente estudio, realizado en ratones, ha demostrado que el cerebro es capaz de activar circuitos específicos que atenúan la percepción del dolor incluso cuando el estímulo doloroso persiste. Al explorar mediante optogenética los núcleos cerebrales implicados, los investigadores vieron que activar ciertas neuronas en el núcleo pontino permitía retrasar o reducir la expresión del dolor ante estímulos incómodos.
Este descubrimiento acerca la posibilidad de desarrollar medicamentos o técnicas que potencien el efecto placebo de manera controlada, ofreciendo una alternativa no farmacológica y complementaria para el tratamiento del dolor resistente.
Migrañas, auras y el descubrimiento de nuevas vías

Para quienes padecen migrañas o dolores de cabeza persistentes, los avances científicos recientes han sido especialmente esperanzadores. Las migrañas, que afectan a millones de personas y suelen ir acompañadas de síntomas como luces, hormigueos o dificultad para el habla, continúan siendo un misterio en muchos aspectos.
Pero una investigación publicada en la revista Science ha descrito por primera vez la ruta exacta por la que las señales de la migraña viajan desde el cerebro al sistema nervioso periférico. Durante el fenómeno de depresión cortical propagada, las neuronas liberan proteínas inflamatorias en el líquido cefalorraquído, que posteriormente alcanzan el ganglio trigémino a través de una inesperada brecha en la barrera hematoencefálica.
Este hallazgo no sólo aclara por qué el dolor suele concentrarse en un solo lado de la cabeza, sino que también ha permitido identificar hasta 12 proteínas que podrían ser dianas de futuros fármacos específicos. Entre ellas destaca el péptido CGRP, blanco de nuevas terapias preventivas.
El dolor agudo y crónico: dos caras, dos soluciones
Una de las áreas que más está evolucionando gracias a la neurociencia es la diferenciación entre dolor agudo y dolor crónico. Un estudio reciente ha revelado cómo las mismas neuronas pueden comportarse de forma completamente distinta dependiendo del tipo de dolor que procesan.
En el dolor agudo, las neuronas del asta dorsal del tronco encefálico activan un mecanismo de «freno» natural, aumentando la corriente de potasio IA, lo que reduce su excitabilidad y evita que la señal de dolor se perpetúe cuando la lesión ya ha sanado.
Por el contrario, en el dolor crónico, este freno biológico desaparece: las neuronas se vuelven hiperactivas, perpetuando la sensación dolorosa mucho más allá del daño original. Esto explica por qué algunos dolores desaparecen y otros se vuelven una condena permanente, pero también señala posibles nuevas rutas terapéuticas para evitar la cronificación.
La diferenciación entre estos tipos de dolor ayuda a orientar mejor las estrategias de tratamiento, logrando soluciones más efectivas y adaptadas a cada situación.
La aportación del conocimiento natural y la medicina tradicional
Más allá de los avances biotecnológicos, la ciencia moderna sigue encontrando inspiración en el conocimiento tradicional y en la naturaleza. Científicos de renombre, como los premiados con el Nobel en 2021, David Julius y Ardem Patapoutian, reconocen que muchos de los compuestos más eficaces contra el dolor, desde la aspirina hasta el cannabis medicinal, provienen de productos naturales que han sido empleados durante siglos por diferentes culturas.
El estudio de moléculas como la capsaicina, el mentol o el wasabi no solo ha permitido desvelar los mecanismos molecularmente más íntimos del dolor, sino también identificar receptores selectivos que pueden servir como base para diseñar nuevos medicamentos menos adictivos y con menos efectos secundarios. Para ampliar información sobre estos avances, puedes explorar nuestro artículo sobre ¿Cómo saber si tienes un mal de ojo?.
Este diálogo entre la medicina ancestral y la ciencia molecular es vital, ya que muchas veces una observación milenaria es el punto de partida para una innovación revolucionaria.
Desafíos, cooperación y el futuro de la investigación en dolor
Los avances aquí presentados no serían posibles sin la colaboración internacional, la financiación pública y la apuesta decidida de la ciencia por la curiosidad y la innovación. Como remarcan muchos expertos, las universidades y los equipos multidisciplinares son el motor de nuevos descubrimientos, y la interacción entre biología, ingeniería, química y física es lo que permite soñar con terapias personalizadas y seguras.
Queda todavía mucho camino por recorrer. Los desafíos incluyen desarrollar medicamentos realmente selectivos contra el dolor crónico, dispositivos implantables seguros y regulaciones que garanticen el acceso a estas tecnologías sin los riesgos de las terapias opiáceas actuales.
Este progreso genera optimismo, ya que cada avance contribuye a tratamientos más humanos, efectivos y accesibles para todos los que sufren dolor. Para conocer más sobre cómo protegerse del sol y evitar molestias, visita nuestro artículo sobre consejos prácticos para protegerse del sol.
El cuerpo humano, como el de todos los animales, está diseñado para detectar y protegerse de lesiones, pero cuando estos mecanismos fallan o se descontrolan, el sufrimiento se multiplica. Las investigaciones actuales representan la esperanza de un futuro sin dolor para millones de personas, y la ciencia continúa avanzando en esa búsqueda incansable de soluciones para aliviar el sufrimiento.
Alicia Tomero
Fuente de esta noticia: https://www.postposmo.com/descubrimientos-clave-para-eliminar-el-dolor/
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