

Bolivia cuenta actualmente con un excedente de 130 toneladas métricas (TM) diarias de gas licuado de petróleo (GLP), volumen que, si bien se redujo respecto a gestiones anteriores por la baja en la producción de algunos campos, no representa un riesgo para el suministro, ya que la producción permite garantizar con normalidad el abastecimiento del mercado interno.
Según un reporte institucional, la producción nacional de GLP proviene de tres fuentes principales gestionadas por YPFB: las refinerías, las plantas separadoras de líquidos —como las de Carlos Villegas y Río Grande— y las plantas de producción. Las plantas separadoras funcionan a partir de gas natural, que primero abastece al mercado interno antes de ser procesado para la producción de GLP.
En cifras, las refinerías generan alrededor de 120 toneladas métricas diarias, equivalentes a unas 12.000 garrafas. Las plantas separadoras producen aproximadamente 120.000 garrafas, mientras que las plantas de producción aportan unas 20.000 más. En total, el país produce unas 158.000 garrafas diarias, equivalentes a más de 1.500 toneladas métricas.
La demanda interna se sitúa en alrededor de 130.000 garrafas por día, lo que equivale a entre 1.300 y 1.350 toneladas métricas. Este volumen se distribuye de la siguiente manera: La Paz demanda unas 40.000 garrafas; Santa Cruz, 45.000; Cochabamba, entre 30.000 y 31.000; Oruro, 8.400; Tarija, 6.200; Chuquisaca, cerca de 8.000; Potosí, 8.700; Beni, 4.700; y Pando, unas 1.000.
“En el tema del GLP no existe un problema de abastecimiento”, afirmó Germán Jiménez, director ejecutivo de la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH), al aclarar que la reciente especulación registrada en Santa Cruz no se debió a una falta del producto.
En ese sentido, desmintió las versiones que circulan en redes sociales y algunos medios de comunicación sobre una supuesta crisis o futura necesidad de importar GLP.
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