

CUANDO LA FALTA DE TERNURA DEJA CICATRICES INVISIBLES.
En la construcción emocional del ser humano, el vínculo con la madre es determinante. Es el primer contacto con el mundo, la primera fuente de amor, seguridad y validación. Cuando esta conexión se ve marcada por el abandono, la exigencia desmedida, la frialdad afectiva o la ausencia emocional, puede desarrollarse lo que se conoce como herida materna. Aunque durante años se ha hablado de esta herida principalmente en mujeres, cada vez es más evidente que muchos hombres también la llevan consigo, en silencio.
¿Qué provoca la herida materna en los hombres?
La herida materna puede originarse por múltiples razones:
- Falta de atención emocional o negligencia afectiva.
- Exigencias excesivas desde la infancia.
- Distancia emocional o comunicación poco afectiva.
- Patrones de manipulación, control o sobreprotección.
- Ausencia física o abandono.
Estas experiencias, muchas veces normalizadas o invisibilizadas en la crianza masculina, generan profundas consecuencias que se arrastran hasta la vida adulta. El niño que no fue sostenido emocionalmente se convierte en un hombre que duda de sí mismo, que lucha por sentirse suficiente y que, en el fondo, continúa buscando la validación que no recibió.
Las heridas ocultas: cómo se manifiestan en la vida adulta.
Los hombres que crecieron con una herida materna suelen cargar con una sensación constante de no ser «lo suficientemente buenos». Esta percepción se manifiesta en distintos aspectos:
- Dificultad para confiar en sus emociones: Temen mostrarse vulnerables o sensibles por temor a ser percibidos como débiles.
- Inseguridad para asumir riesgos personales o profesionales: El miedo al fracaso o al rechazo suele estar muy presente.
- Confusión en su identidad masculina: Muchos no saben qué significa realmente «ser hombre», y oscilan entre la rigidez y la dependencia emocional.
- Relaciones afectivas inestables: Buscan, consciente o inconscientemente, una figura materna en su pareja, proyectando en ella la necesidad de seguridad, consuelo o aprobación.
La pareja como refugio emocional.
En muchos casos, los hombres con heridas maternas no resueltas tienden a vincularse con personas que representan simbólicamente la protección y la calidez que no recibieron. Si la pareja es cariñosa, empática o cuidadora, se convierte en una “zona segura” emocional.
Aunque esta dinámica puede generar vínculos intensos y protectores, también puede volverse disfuncional si el hombre no trabaja en su autonomía emocional. La pareja no puede (ni debe) llenar vacíos que solo pueden ser sanados internamente.
Todo hombre que decide mirar hacia adentro, sanar su historia y resignificar sus vínculos, está rompiendo cadenas generacionales. Las heridas de la infancia no definen su destino, pero sí puede convertirse en un motor de transformación profunda si se aborda con valentía.
Porque sanar no es olvidar el pasado, es dejar de repetirlo.
Y todo hombre tiene derecho a sentirse amado, seguro… y suficiente.
«Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor.» (Efesios 6:4)
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Dra. Elizabeth Rondón.
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