

Gustavo Petro, presidente de Colombia -Imagen Infopresidencia
En un discurso cargado de tensión política y un abierto desafío a gigantes mineros, el presidente colombiano Gustavo Petro amenazó con modificar de forma unilateral los contratos de concesión de Drummond y Cerrejón si persisten en enviar carbón a Israel. La advertencia retumbó durante la VII Reunión de Ministros y Ministras de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), celebrada en Bogotá, donde Petro redobló su postura frente a la guerra en Gaza y acusó a su propio exministro de Comercio, Luis Carlos Reyes, de ser cómplice de lo que calificó como un “genocidio”.
La furia presidencial se desató por una excepción incluida en el decreto que prohíbe exportar carbón a Israel, maniobra que —según Petro— se fraguó a sus espaldas y terminó beneficiando a los grandes exportadores. “Con carbón colombiano siguen fabricando bombas. Entonces, ¿el presidente qué es? ¿Un títere de un teatro que llaman política?”, disparó, visiblemente molesto.
La respuesta de Reyes no tardó: defendió que desde su despacho se resistió a esa excepción y sostuvo que la decisión final vino del propio mandatario, bajo el argumento de que la inteligencia israelí había infiltrado su administración y que la Corte Constitucional habría tumbado el decreto si no se preservaba la cláusula.
En medio del cruce, Petro apeló a principios internacionales que -según él- obligan a Colombia a frenar cualquier envío de carbón mientras continúe la ofensiva militar en Gaza. Recordó la cláusula de la Organización Mundial de Comercio que permite cancelar acuerdos con Estados que infrinjan el derecho internacional, así como el compromiso asumido con el Estatuto de Roma que prohíbe proveer recursos a criminales de guerra.
Pero el mandatario no se detuvo ahí. Llamó al pueblo wayuu, que habita el árido territorio de La Guajira donde se encuentran los mayores yacimientos, a bloquear cualquier carga de carbón con destino a Israel si las compañías insisten en ignorar la orden presidencial. “Es una orden de la ley mundial y nacional”, insistió, dejando claro que está dispuesto a enfrentar las demandas que puedan surgir en tribunales internacionales. “Veremos esta pelea por la vida hasta donde llegue”, zanjó, sellando una declaración que agita el tablero energético y jurídico de Colombia.
Con esta nueva embestida, Petro se juega no solo una pulseada con los titanes del carbón, sino también la tensión diplomática con Israel y los compromisos comerciales que atan a Bogotá a la OMC. La amenaza de reescribir unilateralmente contratos de concesión marca un punto de inflexión que podría reconfigurar la relación entre Estado y multinacionales extractivas. El desenlace, por ahora, queda en el terreno de la incertidumbre, en un país que observa cómo su carbón se convierte en pólvora de disputas geopolíticas.
