

Dentro del reino animal hay comportamientos que sorprenden por su ingenio, eficacia e incluso por su descaro. Entre ellos, la capacidad de escupir ocupa un lugar especial: mientras que para los humanos suele asociarse a un acto de mala educación o de desprecio, para algunas especies representa una herramienta vital para sobrevivir. Ya sea para defenderse de depredadores, proteger sus recursos o incluso cazar, lanzar saliva, agua o veneno forma parte del arsenal de varios animales que han perfeccionado este método a lo largo de la evolución.
Aunque podríamos pensar que solo las llamas protagonizan este tipo de escenas, lo cierto es que hay todo un repertorio de animales con la sorprendente habilidad de escupir. No es simplemente una reacción desagradable; es, en muchos casos, una estrategia sofisticada y sorprendentemente precisa que puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte. Prepárate para descubrir ejemplos increíbles, desde mamíferos y reptiles hasta peces, y qué misterios esconden estas conductas tan peculiares.
Llamas, alpacas y la familia de los camélidos: maestros del escupitajo
Camello
Pocas imágenes resultan tan icónicas como la de una llama lanzando un potente escupitajo al desafortunado que ha osado inquietarla. Sin embargo, tanto las llamas como las alpacas, el guanaco, la vicuña, los camellos y los dromedarios comparten este curioso mecanismo de defensa. Para ellos, escupir está tan normalizado como para nosotros bostezar.
Genéticamente, la llama y la alpaca comparten una historia llena de matices: durante mucho tiempo se pensó que ambas descendían únicamente del guanaco, pero análisis recientes indican que la alpaca podría tener también su origen en la vicuña, otro camélido andino. Todas estas especies fueron domesticadas hace siglos, lo que las ha hecho muy presentes en la vida y la cultura de pueblos sudamericanos.
La particularidad del escupitajo de los camélidos es que no se trata solo de saliva. La munición suele estar compuesta por una mezcla de saliva, ácido estomacal y restos de alimentos en proceso de digestión (procedente del rumen). Por tanto, el efecto de este chorro es doblemente desagradable: por un lado, la sustancia puede resultar bastante viscosa y apestosa; por otro, los animales suelen apuntar directamente a los ojos o el rostro de quien consideran una molestia o amenaza.
Esta conducta no solo sirve para defenderse de depredadores, sino que también es habitual durante interacciones sociales: las llamas, alpacas y camellos recurren a los escupitajos para resolver disputas jerárquicas o molestias entre ellos. A la hora de la verdad, pocas cosas convencen tanto para poner fin a un conflicto como recibir un buen chorro de contenido gástrico en la cara.

No es un ataque destinado a dañar seriamente, pero sí a disuadir a tiempo. La reacción de quien lo recibe suele ser rápida: apartarse y dejar tranquilo al animal, evitando así males mayores. De hecho, si ves a una llama inflando los carrillos y haciendo ruidos guturales, ¡mejor da un paso atrás o prepárate para lo peor!
La cobra escupidora: veneno a distancia con asombrosa precisión
Si lo de las llamas te parecía sorprendente, espera a conocer a las cobras escupidoras, pertenecientes principalmente al género Naja. Estos reptiles han llevado el arte de lanzar proyectiles a un nivel letal: su escupitajo no es saliva común, sino veneno proyectado con gran fuerza y exactitud. Se trata de un caso único entre serpientes, ya que la mayoría solo inoculan sus toxinas mediante mordedura.
Cobra
La anatomía de estas cobras está adaptada para escupir: presentan orificios en la parte frontal de sus colmillos, por donde expulsan el veneno en forma de fino chorro. Alcanzan distancias de 2 a 3 metros, teniendo como objetivo prioritario los ojos y el rostro del agresor. Lo curioso es que, aunque puedan parecer disparos al azar, las cobras muestran una notable puntería; diversos estudios han demostrado que pueden enfocar perfectamente para maximizar el daño o simplemente ahuyentar a quien las amenaza.
El veneno de la cobra escupidora no atraviesa la piel, pero puede provocar graves daños si entra en contacto con los ojos, llegando a causar ceguera temporal o permanente sin intervención médica. El movimiento defensivo suele ir acompañado de una postura amenazante, bufidos e hinchazón corporal. Todo este espectáculo busca que el atacante lo piense dos veces antes de acercarse, ya que recibir veneno en los ojos no es precisamente una experiencia agradable.
Este método defensivo hace de las cobras escupidoras unos enemigos formidables, y da fe de la creatividad de la naturaleza a la hora de dotar a sus criaturas de recursos para la supervivencia.
Focas grises: escupitajos para el desconcierto y la defensa
Focas grises
Lo de las focas grises sorprendió incluso a los científicos. No es común ver mamíferos marinos escupiendo, pero un caso documentado en la Isla de Wight, en Inglaterra, dejó a los expertos con la boca abierta (y nunca mejor dicho). Una foca fue vista lanzando un chorro de agua hacia un pigargo europeo, una espectacular ave rapaz. No se trataba de un caso accidental: la foca utilizaba el escupitajo como método de defensa ante lo que percibía como una amenaza aérea.
Este comportamiento ha sido recogido por investigadores de la Universidad de Portsmouth, quienes subrayan que es la primera vez que se documenta con imágenes. Aunque las focas, como buenos depredadores piscívoros, compiten por alimento con aves como el pigargo, el hecho de escupir a distancia supone una adaptación poco habitual entre los vertebrados marinos. En este caso, el objetivo es ahuyentar y proteger el territorio o las capturas, utilizando un recurso efectista que puede desconcertar al intruso.
La rareza de este comportamiento resalta hasta qué punto los animales pueden desarrollar tácticas insólitas ante desafíos de su entorno, incluso entre especies que aparentemente no comparten hábitos ni recursos.
Pez arquero: el francotirador del agua dulce
Pez arquero
Entre los peces existe un auténtico prodigio de la puntería: el pez arquero, de la familia Toxotidae. Este pequeño pez, que habita arroyos, humedales y estanques de Asia y Oceanía, ha desarrollado una asombrosa técnica de caza basada en lanzar chorros de agua a presión sobre insectos que descansan sobre ramas o superficies justo por encima del agua.
La clave de su destreza está en la combinación de cálculo visual preciso y control muscular. El pez arquero ajusta exactamente la presión y la cantidad de agua necesaria para derribar de un disparo a su presa. Para ello, modula la apertura de la boca en fracciones de segundo, teniendo en cuenta la refracción de la luz en la superficie del agua y la posición real del insecto.
Lo más increíble es que comprende las distancias y la fuerza que necesita en cada caso. Si dispara demasiado pronto o tarde, fallará. Los estudios sobre estos peces han llevado a algunos científicos a considerar que, en cierto modo, utilizan «herramientas» para obtener alimento, ya que emplean el agua como proyectil de forma consciente y controlada.
Al parecer, estos peces también cuentan con neuronas especializadas para este fin, lo que les permite adaptar su disparo y mejorar sus posibilidades de éxito. El resultado: las presas caen al agua y el pez se las zampa al instante, demostrando una capacidad de adaptación y resolución de problemas digna de admiración.
El escupitajo como agresión a distancia: ¿una rareza animal?
En la mayoría de los casos, los mecanismos de defensa animal requieren contacto físico. Sin embargo, unos pocos elegidos en el mundo animal han logrado desarrollar estrategias de agresión o disuasión a distancia mediante el lanzamiento de fluidos. Escupir, en diversas variantes, permite a estos animales disuadir, cazar o repeler sin asumir riesgos innecesarios.
Los camélidos como la llama, la alpaca, el camello o la vicuña usan el escupitajo en combinación con otros gestos amenazantes y posturas corporales que amplifican su mensaje. Las cobras escupidoras emplean su mejor recurso químico –el veneno– para mantener alejados a posibles depredadores. El pez arquero ha especializado esta técnica hasta convertirla en una letal arma de caza.
En todos estos casos, el escupitajo no es un simple acto reflejo, sino una estrategia compleja y afinada que forma parte de su repertorio de comportamientos. Incluso los humanos, en determinadas circunstancias históricas o culturales, han utilizado el escupitajo como gesto simbólico de ofensa o desafío, aunque en nuestro caso ha ido perdiendo fuerza social y hoy es, más bien, un acto mal visto.
¿Qué ocurre exactamente cuando te escupe un animal?
Recibir el escupitajo de una llama o alpaca puede no entrañar un grave peligro para la salud, pero es una experiencia poco agradable. Normalmente, el chorro va directo al rostro y puede incluir residuos vegetales y ácidos estomacales. Si la víctima es otro animal, suele entender el mensaje y dejar en paz a su escupidor. Para las personas, la principal molestia es el olor y la sensación pegajosa.
En cambio, el escupitajo de una cobra escupidora puede tener consecuencias más serias si alcanza los ojos, requiriendo atención médica urgente para evitar daños mayores. Por su parte, el pez arquero utiliza su escupitajo simplemente para aturdir o hacer caer a sus presas, por lo que no representa un peligro para los humanos.
La foca gris, en los casos documentados, parece usar el chorro de agua únicamente como táctica disuasoria. No se conocen efectos dañinos directos, más allá del desconcierto y el susto que puede recibir el agredido, ya sea animal o humano.
Sabemos que muchas de estas conductas son adaptaciones que incrementan las probabilidades de supervivencia en diferentes contextos. La capacidad de lanzar fluidos a distancia, en particular, demuestra cómo la evolución favorece estrategias que minimizan el riesgo y incrementan la eficiencia en la defensa y la caza.
Alicia Tomero
Fuente de esta noticia: https://www.postposmo.com/animales-que-escupen-sorprendentes-estrategias-de-defensa-y-caza/
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