

Imagen Prensa Oficina del Jefe de Despacho de la Presidencia de Colombia
Desde Caracas, un viento nuevo cruza la línea invisible que separa y une a Colombia y Venezuela. Tras años de promesas incumplidas, se firmó finalmente el Memorando de Entendimiento para la creación de la Zona de Paz, Unión y Desarrollo Binacional, un acuerdo que aspira a enterrar décadas de abandono y a reabrir la puerta del progreso para millones de familias que habitan la franja limítrofe.
Alfredo Saade, jefe del despacho de la Presidencia de Colombia, asumió la misión encomendada por el presidente Gustavo Petro y cumplió, igual fue acompañado por la ministra de desarrollo, industria y turismo de Colombia, doctora Diana Marcela Morales, quien fue la que firmo el documento de entendimiento . Del lado venezolano, la vicepresidenta Ejecutiva, Delcy Rodríguez , acompañó cada paso y, con su presencia, ratificó el respaldo político del gobierno de Nicolás Maduro a esta nueva etapa de entendimiento. Con la firma ya estampada, la frontera se prepara para dejar de ser territorio de contrabando y migración forzada, para convertirse en un corredor de comercio legal, empleo digno y oportunidades compartidas.
“El mensaje es claro: quienes quisieron ver esta frontera hundida en la pobreza se equivocaron. Hoy demostramos que sí es posible reactivarla con dignidad y trabajo decente”, aseguró Saade desde la capital venezolana, destacando la voluntad conjunta que hizo posible este pacto histórico.
El acuerdo prevé la apertura gradual de pasos fronterizos, incentivos a la inversión industrial, mecanismos conjuntos de seguridad y comercio, y un plan de dinamización que devuelva oxígeno a ciudades como Cúcuta, San Antonio y Ureña, golpeadas durante años por el cierre y la informalidad. Analistas regionales coinciden en que, de cumplirse, este paso será clave para aliviar la crisis humanitaria y económica que asfixia a ambos lados de la frontera.
Más de dos millones de personas dependen directamente de este intercambio comercial. Para ellas, la firma no es solo un papel: es la posibilidad de volver a trabajar con estabilidad, de cruzar legalmente a vender o comprar, de reconstruir un tejido económico que la desconfianza política y el abandono estatal habían roto.
Esta apuesta cumple también una de las promesas más sentidas del presidente Petro: volver la mirada hacia las regiones históricamente olvidadas, donde la institucionalidad casi siempre llegó tarde o nunca llegó. Con el respaldo decidido de Caracas y Bogotá, la Zona de Paz comienza a perfilarse como un motor de reconciliación y desarrollo sostenible.
Con tarea cumplida, Saade regresa a Bogotá con un memorando que, durante años, solo existió en discursos. Esta vez no son palabras: son firmas estampadas y una frontera que, desde hoy, empieza a escribir su propia revancha. Mientras tanto, Cúcuta florece.
