

¿Sabías que el primer libro impreso en España no fue una gran novela ni un tratado filosófico, sino un documento eclesiástico? A muchos les sorprendería descubrir que el origen de la imprenta en nuestro país está ligado a motivos religiosos y, en concreto, a la necesidad de dejar constancia escrita de las decisiones de un sínodo celebradas en un pequeño municipio castellano. Este acontecimiento se sitúa en una época de enormes cambios para Europa, justo cuando la revolución de la imprenta comenzaba a transformar la difusión del saber en todo el continente.
En este artículo vamos a sumergirnos en la fascinante historia del primer libro impreso en español (y en España), el famoso ‘Sinodal de Aguilafuente’, pero también repasaremos otros hitos tempranos del arte tipográfico en territorio español, las circunstancias que lo rodearon, las personalidades implicadas y el papel de la imprenta en la sociedad del momento. Si alguna vez te has preguntado cómo, cuándo y por qué se empezó a imprimir libros en nuestro país, te invitamos a continuar leyendo para conocer todos los secretos y anécdotas sobre los primeros incunables españoles.
El contexto histórico de la imprenta en España
La llegada de la imprenta de tipos móviles a España se produjo apenas tres décadas después del invento de Johannes Gutenberg en Maguncia (Alemania) en 1440. Aunque Gutenberg revolucionó Europa con su nueva tecnología, no fue hasta 1472 cuando la imprenta comenzó a funcionar en nuestro país, de la mano de impresores extranjeros y bajo el impulso de la iglesia y la nobleza local.
Durante esta época, España era un mosaico de reinos y territorios en pleno proceso de unificación. Las rutas de peregrinación, especialmente el Camino de Santiago, sirvieron de canal de entrada para las novedades llegadas desde Centroeuropa. Además, la pujanza económica de ciudades como Segovia, Valencia y Sevilla facilitó la instalación de talleres impresores.
La imprenta supuso un salto abismal en la transmisión de conocimientos, permitiendo producir textos de forma más rápida, precisa y en grandes tiradas. Este avance fue fundamental para el posterior desarrollo de la cultura, la educación y la burocracia en los reinos hispánicos.
El Sinodal de Aguilafuente: primer libro impreso en español y en España
El honor de ser considerado el primer libro impreso en España recae sobre el llamado “Sinodal de Aguilafuente”, una recopilación de actas eclesiásticas generadas durante un sínodo diocesano celebrado en el verano de 1472 en la localidad segoviana de Aguilafuente. Esta obra tiene un peso histórico incuestionable porque fue publicada en el recién instalado taller del impresor alemán Juan Parix de Heidelberg, quien introdujo la imprenta en Segovia a instancias del obispo Juan Arias Dávila.
El ‘Sinodal de Aguilafuente’ consta de 48 hojas impresas y catorce en blanco, destinadas a registrar anotaciones adicionales tras las decisiones del sínodo. Su formato es relativamente pequeño, de 235 x 175 mm, y el papel utilizado se elaboró con fibras de lino. Es importante destacar que ni el año ni el nombre del impresor aparecen en el libro, lo que durante siglos generó muchas dudas y debates sobre su verdadera fecha de impresión.
En cuanto a su contenido, el Sinodal recoge las normas, obligaciones y derechos que el clero y los fieles debían seguir según el criterio del obispo. La intención era dejar por escrito —gracias a la nueva tecnología de la imprenta— las regulaciones que ayudarían a evitar excusas por desconocimiento dentro de la iglesia local.
Solo se conserva un ejemplar original, custodiado celosamente en la Catedral de Segovia. Su hallazgo en 1930 por el canónigo archivero Cristino Valverde puso fin a siglos de olvido, permitiendo que hoy lo conozcamos y valoremos en su justa medida.
La importancia simbólica y patrimonial de este libro es tal que cada año, en la localidad de Aguilafuente, se realiza una recreación histórica que revive el ambiente y los personajes del sínodo original. Este evento atrae a numerosos visitantes y contribuye a mantener viva la memoria de este hito fundamental para la cultura española.
Otras obras pioneras: literatura e ilustración en la imprenta temprana española
Al poco tiempo de la impresión del Sinodal de Aguilafuente, otras ciudades españolas comenzaron a destacar en el ámbito tipográfico. Valencia, por ejemplo, vio nacer en 1474 el primer libro literario impreso en España: las “Trobes en lahors de la Verge Maria”.
Este poemario reúne 45 composiciones (mayoritariamente en valenciano, junto a algunas en castellano e italiano) dedicadas a exaltar la figura de la Virgen. Su edición corrió a cargo de Lambert Palmart bajo el impulso del virrey Lluís Despuig y del poeta Bernat Fenollar, conocido animador de los círculos culturales valencianos.
A pesar de que no se especifica la fecha exacta de impresión ni el nombre del impresor en el colofón, la crítica ha establecido que debió publicarse ese mismo año 1474. Solo se conserva un ejemplar, resguardado en la Biblioteca de la Universidad de Valencia, lo que incrementa aún más su valor documental y sentimental para los valencianos.
Fasciculus temporum
En lo que respecta a la ilustración, el primer libro impreso en España con grabados es el “Fasciculus temporum”, realizado en Sevilla en 1480 en el taller de Bartolomé Segura y Alonso del Puerto. Esta obra del erudito alemán Werner Rolenvick es célebre por sus xilografías, de las cuales diez son originales y cuatro repetidas, representando escenas bíblicas y mitológicas. El nivel artístico y técnico de estas ilustraciones fue tal que se considera un ejemplo de innovación excepcional para su época.
La expansión de la imprenta por España y su impacto cultural
Tras el éxito del taller segoviano de Juan Parix, la imprenta comenzó a instalarse en otras ciudades claves para la vida intelectual y religiosa del país. En Barcelona y Valencia se documenta actividad impresora a partir de 1473, mientras que a Sevilla llegó en 1477 y a Salamanca en 1488, esta última ciudad llamada a ser un centro universitario de referencia durante el Renacimiento.
Los primeros impresores solían ser extranjeros, especialmente alemanes e italianos, aunque poco a poco se fueron sumando maestros locales. El apoyo de la iglesia y la protección de la realeza, especialmente de los Reyes Católicos, fueron esenciales para la consolidación de la imprenta, que además disfrutó de beneficios fiscales y de importación durante sus primeros años, como queda reflejado en diversas leyes.
Entre los incunables más notables conservados en la Biblioteca Nacional de España destacan piezas como el “Catholicon” de Johannes Balbus, impreso en Maguncia, o el “Lux bella seu Artis cantus” (el primer libro con música publicado en España, en 1492). La colección de incunables españoles es hoy una de las más valiosas de Europa, con varios miles de ejemplares a disposición de investigadores y público general.
Las primeras ediciones solían centrarse en textos jurídicos, litúrgicos, médicos, literarios y didácticos. Un ejemplo destacado es la Gramática de Nebrija, publicada en Salamanca en 1492, considerada el primer tratado sobre la lengua castellana y elemento clave en la historia del idioma español.

Curiosidades y debates sobre el primer libro impreso en español
A lo largo de los años, la identidad del primer libro impreso en España ha sido objeto de controversia entre eruditos. Al principio se pensaba que pudieran ostentar ese honor obras como la “Gramática” de Mates (Barcelona), la “Ethica, Oeconomica et Politica” de Aristóteles (posiblemente en Zaragoza o Barcelona), o el “Sacramental” de Clemente Sánchez Vercial (impreso en Sevilla).
Otra teoría muy extendida daba ese mérito a “Obres e trobes en lahors de la Verge Maria”, el poemario valenciano ya mencionado. Sin embargo, los estudios más recientes y el hallazgo del ejemplar segoviano despejaron las dudas y consolidaron al ‘Sinodal de Aguilafuente’ como el primer libro propiamente dicho impreso en España.
También es interesante subrayar que a menudo se confunde “el primer libro impreso en España” con “el primer libro impreso en español”. Aunque el Sinodal de Aguilafuente es el primero en ambos sentidos, otros incunables tempranos en español, como la Gramática de Nebrija o las traducciones religiosas y jurídicas, contribuyeron decisivamente a la expansión y estandarización del castellano.
Gracias al trabajo de expertos y al descubrimiento de ejemplares originales, hoy podemos rastrear y fechar con mayor exactitud los orígenes de la imprenta en nuestro país. Sin embargo, debido a la carencia habitual de colofones y datos impresos en los primeros libros, siempre cabe la posibilidad de que algún nuevo hallazgo haga tambalear los consensos actuales.
El Sinodal de Aguilafuente hoy: conservación, facsímiles y divulgación
El único ejemplar del Sinodal de Aguilafuente permanece custodiado en la Catedral de Segovia, pero se han realizado ediciones facsímiles para su estudio y exhibición. Uno de los momentos más emotivos fue la presentación de un facsímil en la propia iglesia de Aguilafuente, evento que revitalizó la memoria histórica de la localidad y sirvió de pretexto para organizar conferencias, talleres y representaciones teatrales.
En la actualidad, la Biblioteca Nacional de España también expone esta joya dentro de su muestra “Incunabula”, dedicada a difundir el patrimonio tipográfico de los siglos XV y XVI. La exposición incluye una selección de los 3.200 incunables que componen sus fondos y muestra herramientas y materiales tipográficos, e incluso una réplica de una imprenta del siglo XVII.
Para investigadores y amantes de los libros antiguos, la digitalización de estos incunables representa un gran avance. Buena parte de ellos están ya disponibles online, facilitando la consulta y el disfrute por parte de públicos de todo el mundo.
Alicia Tomero
Fuente de esta noticia: https://www.postposmo.com/el-primer-libro-impreso-en-espanol-historia-curiosidades-y-legado/
También estamos en Telegram como @prensamercosur, únete aquí: https://t.me/prensamercosur Mercosur
