

Imagen cortesía el Tiempo
Colombia vuelve a debatirse entre versiones encontradas y una renuncia que sacude las entrañas del Gobierno, mientras en el centro de la tormenta surge un nombre que incomoda a los viejos contratistas: Alfredo Saade.
En medio de la polémica por la licitación de los pasaportes, Saade, nuevo jefe del Despacho Presidencial, ha sido señalado de haber asumido funciones que no le corresponden. Sin embargo, el propio Saade ha reiterado ante medios locales que no ha ejercido ninguna atribución ajena a sus responsabilidades. Ni las tiene, ni las ha tomado. Su rol, insiste, ha sido proteger el interés público y garantizar que Colombia no sufra un traumatismo cuando termine el contrato con Thomas Greg & Sons, la firma que durante años monopolizó la impresión de los pasaportes colombianos.
Laura Sarabia, mano derecha del presidente Gustavo Petro desde la campaña, decidió renunciar tras perder un pulso interno que dejó en evidencia fracturas dentro del Gobierno. En su primera entrevista fuera del cargo, concedida a la revista Cambio, Sarabia disparó sin reservas: denunció que no estaba dispuesta a “engañar al presidente y al país” para aferrarse a su silla, que Portugal no está listo para firmar el nuevo contrato, y que Saade, con su intervención, condenará a Colombia a quedarse sin pasaportes.
Pero, de lado de Saade, la respuesta ha sido contundente: no hay ninguna amenaza de desabastecimiento ni de caos. Explica que todo parte de una base clara: desde 2023 se venía trabajando sobre la necesidad de no continuar el contrato con la unión temporal actual, pues la idea, desde el inicio del Gobierno Petro, ha sido fortalecer a la Imprenta Nacional.
“La Imprenta Nacional la han venido secando. Esas uniones temporales fantasmas, con personas que nadie conoce, la han debilitado para que el Estado no siga contratando con ella”, afirma Saade.
Asegura que la Cancillería recurrió a dos declaratorias de urgencia manifiesta, pero no tomó las acciones necesarias para preparar la transición que debía ejecutarse este 31 de agosto. “Al no hacer lo que les correspondía, es decir, preparar a la Imprenta Nacional para recibir desde el primero de septiembre todo el proceso de expedición de pasaportes, se generó un vacío que ahora algunos quieren presentar como una crisis inminente. Y no lo es”, insiste.
Mientras algunos medios locales alertan sobre un posible colapso, Saade afirma que lo que se está haciendo es exactamente lo que se acordó: la Imprenta Nacional, bajo su directora, sí hizo la tarea. Según explicó, desde enero del año pasado se vienen adelantando conversaciones técnicas con varios países, y la propuesta más viable hoy es la de Portugal, que permitiría asumir la impresión sin interrupciones. Además, se han realizado mesas de trabajo con los equipos técnicos de Migración Colombia para garantizar que los documentos de viaje no falten.
Saade recalca que el proveedor saliente tiene la obligación de entregar por lo menos 400 mil pasaportes listos —una cifra que podría llegar a 600 mil— para cubrir la demanda mientras arranca el nuevo esquema. “Aquí no hay espacio para el pánico. Quieren sembrarlo porque se toca un negocio que siempre fue intocable. La verdadera pregunta es por qué hay tanto miedo a fortalecer lo público y cerrar la puerta a contratos amañados”, concluye.

La renuncia de Sarabia expuso tensiones, sí, pero también abrió la discusión sobre la transparencia en la contratación estatal y la resistencia de sectores que ven amenazados privilegios enquistados.
Hoy, en un país donde renovar o tramitar un pasaporte es, para muchos, una urgencia inaplazable, Saade asegura que no habrá filas interminables ni ciudadanos varados en aeropuertos. Su promesa es que el cambio llegará, y lo hará sin sobresaltos. La pregunta que flota, entonces, es otra: ¿qué intereses están realmente detrás del miedo a perder el control de un negocio que, hasta ahora, parecía intocable?
