Déficit récord con Brasil: el comercio bilateral se tiñe de rojo en 2025

El comercio bilateral con Brasil dejó de ser una fuente de alivio para la balanza argentina. Después de cerrar 2024 con un saldo levemente negativo, el primer semestre de 2025 marca un giro abrupto: el déficit acumulado ya roza los US$ 3000 millones.

Es un deterioro notable si se lo compara con el superávit de US$ 107 millones del mismo período del año pasado. Un cambio de signo… y de escala.

Pero el dato es también un síntoma. Porque detrás del número hay dos dinámicas que se aceleran, tal como expica Abeceb en su último informe, aunque a ritmos muy distintos.

Sucede que mientras las importaciones desde Brasil crecieron un 53% interanual —el mayor salto en quince años—, las exportaciones argentinas apenas se movieron: subieron un tímido 1,7%. El resultado era esperable. Y contundente: el intercambio con nuestro principal socio comercial volvió a teñirse de rojo, retomando un patrón estructural que parecía, al menos, en pausa.

Junio fue especialmente ilustrativo. Las importaciones desde Brasil se dispararon un 68,6% interanual, mientras que las exportaciones crecieron solo un 8,9%. Resultado: un déficit mensual de US$ 520 millones. Hace un año, en junio de 2024, el saldo había sido positivo: US$ 49 millones. La balanza no solo se dio vuelta, se desplomó.

El motor del desequilibrio

Como tantas otras veces, el sector automotriz vuelve a ocupar el centro de la escena. Aunque esta vez más como parte del problema que de la solución. Explicó el 77% del aumento de las importaciones… y también el 119% del crecimiento de las exportaciones. Es decir, Argentina está importando más vehículos y autopartes, pero también exportando más unidades. ¿La diferencia? Que el volumen que entra supera ampliamente al que sale.

Los datos hablan solos: autos de pasajeros (+187,2%), vehículos de carga (+362,4%) y autopartes (+60,7%) lideraron el crecimiento de las importaciones. Y aunque reapareció la soja brasileña —con un salto del 602,9%—, todavía está lejos de los niveles críticos que había alcanzado durante la sequía de 2023.

Del lado exportador, hubo cierto movimiento en trigo, cebada, leche y autos. Pero el agro, que venía amortiguando desequilibrios, ya no alcanza para compensar el resto. La mejora existe, sí. Pero no escala.

Lo que viene

Las proyecciones para el cierre de 2025 no invitan al optimismo. Algunos analistas ya hablan de un déficit bilateral en torno a los US$ 6500 millones. Eso implicaría multiplicar por 20 el desequilibrio de 2024. Y todo en un contexto donde, al menos en teoría, la economía argentina estaría en fase de recuperación.

El real brasileño apreciado, la mejora del consumo local y la inercia importadora son una combinación potente. Las exportaciones, en cambio, crecen… pero no despegan. El patrón de especialización, la dependencia automotriz, las rigideces logísticas y los cuellos normativos (con ostensibles mejoras) siguen pesando como lastres.

La paradoja es evidente: hay más movimiento en los puertos, pero menos dólares netos en la cuenta corriente. O sea, más comercio, pero menos alivio.

La pregunta de fondo

No se trata de cuestionar la relación con Brasil. Por escala, cercanía y complementariedad, es una alianza comercial clave (Mercosur al margen). La verdadera pregunta es si Argentina está preparada para aprovechar ese vínculo con una matriz exportadora más sólida, más diversificada y menos cíclica.

Porque si cada rebote termina en déficit, entonces la recuperación verbalizada, en los datos, es sólo una imagen proyectada.

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