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Desde lo más profundo del Pacífico colombiano, donde el océano abraza la selva y el alma de las comunidades vibra con fuerza, nace una esperanza que trasciende lo simbólico para convertirse en una apuesta concreta por la dignidad y el desarrollo: Misión Nuquí. Este ambicioso esfuerzo, que articula al Gobierno nacional, la cooperación internacional, el sector privado y la sociedad civil, marca un antes y un después para el municipio de Nuquí, en el norte del Chocó.
Más que una iniciativa institucional, Misión Nuquí es un compromiso del corazón. Inspirada y liderada por la canciller Laura Sarabia, esta misión se convierte en un acto de justicia territorial, donde convergen las manos de todos: Estado, empresa, cooperación extranjera y, sobre todo, la comunidad. “Los territorios olvidados son el corazón de nuestra transformación”, afirmó Sarabia durante el lanzamiento, dejando claro que Nuquí, con toda su riqueza natural y cultural, no puede seguir siendo una promesa postergada.
El 20 de junio de 2025 no fue solo una fecha. Fue el primer paso de una historia escrita con voces locales, tras largos ejercicios de escucha activa. Educación, salud, turismo, reciclaje y agua son los pilares que ya se traducen en acciones tangibles y transformadoras.
Uno de los hechos más esperanzadores es el viaje de diez jóvenes y un profesor de Nuquí a Corea, gracias a la Diplomacia Deportiva y Cultural de la Cancillería. Allí compartirán la música y los saberes del Pacífico colombiano, en un intercambio cultural que, con una inversión de USD $70.000, representa mucho más que un viaje: es un acto de reconocimiento y proyección internacional.
En el corazón de Nuquí, la educación florece. La Fundación Terpel entrega una biblioteca escolar con ecosistema digital para más de 800 estudiantes, mientras la Agencia Turca TİKA mejora condiciones en la Institución Punta de Arusí y realiza jornadas médicas con especialistas. En paralelo, el SENA fortalece capacidades locales con formación en tecnología, turismo y manipulación de alimentos, dando lugar a la plataforma digital Vive Nuquí, una vitrina de servicios turísticos hecha por y para su gente.
Pero esta misión no es solo infraestructura o formación. Es identidad. Es comunidad. Es turismo como vehículo de paz y sostenibilidad. Bajo el liderazgo del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, en alianza con ONU Turismo, la CAF y otras entidades, Nuquí comienza a consolidarse como un referente de turismo biocultural. Programas como Colombia Destinos de Paz llevarán a líderes comunitarios a Portugal en un intercambio de experiencias que promete fortalecer el tejido social y económico.
A esto se suman empresas comprometidas con la transformación. Coca-Cola impulsa el turismo regenerativo y la economía local. Acoplásticos acompaña procesos de reciclaje y educación ambiental. Y desde el Ministerio de Vivienda se lideran proyectos clave como Basura Cero y planes de abastecimiento de agua para siete corregimientos, con inversiones que superan los $2.900 millones.
“Esto no nació desde una oficina, nació del afecto por esta tierra”, dijo la gobernadora del Chocó, Nubia Córdoba, reconociendo la entrega personal de la canciller Sarabia. Y lo reafirma Rubén Prado, alcalde de Nuquí: “Cuando unimos voluntades, logramos resultados”.
Misión Nuquí no es un evento, ni una foto, ni una visita. Es un proceso que camina con la comunidad. Un tejido colectivo que habla de dignidad en presente, no en promesas. En un país donde las periferias han sido muchas veces olvidadas, esta misión es una forma de reconciliación con el territorio.
El Gobierno del Cambio ha comprendido que el desarrollo no puede ser homogéneo ni centralista. Que el Pacífico no necesita discursos, sino acciones sostenidas. Y que Nuquí no solo merece ser escuchado, sino también protagonista de su propio futuro.
Esta historia apenas comienza. Pero ya anuncia que cuando el Estado escucha, la cooperación suma y la comunidad lidera, florece algo más que un proyecto: florece la esperanza.
carloscastanedaqprensamercosur.org
