

Alfredo Saade, precandidato a la presidencia de Colombia – Imagen RCN
En un país marcado por la desconfianza hacia sus instituciones, donde el desencanto social se mezcla con una creciente sensación de estancamiento político, el pastor y precandidato presidencial Alfredo Saade ha lanzado un mensaje que ha resonado con fuerza en distintos sectores: si llega a la Casa de Nariño en 2026, su primer acto de gobierno será convocar una Asamblea Nacional Constituyente.
“Me comprometo contigo a que si me eliges presidente en 2026, llamaré inmediatamente a una constituyente. No me dejaré manosear por el Congreso de la República”, afirmó Saade con tono desafiante y mirada fija a la cámara, en un mensaje que no fue solo una promesa electoral, sino una declaración de ruptura con el orden político vigente. Y concluyó con un llamado directo al corazón del pueblo: “Levántate, Colombia”.
La frase no fue improvisada. En ella se condensa el espíritu de rebeldía de un país que se niega a resignarse. El mensaje de Saade va dirigido a quienes se sienten traicionados por una clase política que, según él, ha convertido el Congreso en un espacio de intereses personales y clientelismo, alejándose por completo del pueblo.
No es la primera vez que Colombia escucha propuestas de este calibre, pero pocas veces han llegado tan temprano y con tanta frontalidad en una campaña presidencial. Saade, quien se define como un hombre de fe pero también de lucha, ha sido una voz incómoda para los poderes tradicionales, y su paso del púlpito a la plaza pública ha venido acompañado de un discurso que mezcla mística, justicia social y una crítica frontal al sistema político.
La propuesta de una Constituyente implica mucho más que una reforma legal: representa una refundación del pacto social. En un país donde la Constitución de 1991 surgió tras un momento de violencia e incertidumbre, y aún así no ha logrado resolver las profundas desigualdades y crisis estructurales, Saade plantea reabrir ese debate nacional con el pueblo como protagonista.
“Colombia no puede seguir siendo rehén de una élite que legisla para sí misma. El Congreso actual ha perdido legitimidad. Necesitamos un nuevo contrato social, escrito por y para los colombianos de a pie”, dijo recientemente en uno de sus encuentros con líderes comunitarios en la región Caribe.
Pero su propuesta no está exenta de riesgos ni resistencias. Convocar una Asamblea Nacional Constituyente implica enfrentar las fuerzas tradicionales del poder, abrir un debate sobre el modelo económico, la propiedad de la tierra, el rol del Estado y la distribución de la riqueza. Y también implica hacerlo en un contexto de polarización, donde cada palabra es arma y cada propuesta, un campo minado.
A pesar de ello, Saade no parece dispuesto a retroceder. Su mensaje busca interpelar a los millones de colombianos que no se sienten representados, que ven en la política un juego cerrado donde siempre ganan los mismos. Su apuesta es arriesgada, pero en un país donde los ciclos de esperanza y frustración se repiten con dolorosa regularidad, también puede ser profundamente movilizadora.
El camino hacia 2026 apenas comienza, pero con su llamado a una Constituyente desde el primer día, Alfredo Saade ha puesto sobre la mesa una pregunta que nadie podrá eludir: ¿es hora de reinventar Colombia desde sus cimientos?
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