Israel ha lanzado un ataque múltiple contra las instalaciones nucleares y militares iraníes y ha matado al líder de la Guardia Revolucionaria, Hossein Salami, entre otros altos mandos militares. Es sólo una más de la larga lista de acciones militares que acumula el Estado judío en los últimos años. Está cometiendo un genocidio en Gaza, invadió Líbano y ha bombardeado a los hutíes en Yemen, así como otros objetivos iraníes como su sede diplomática en Damasco. También ha matado a los líderes de Hamás y Hezbolá, demostrando lo lejos que llegan sus capacidades de inteligencia. Pero, sobre todo, ha actuado con impunidad. Israel ha violado el derecho internacional en numerosos frentes ante la mirada impasible de su principal socio, Estados Unidos, pero también de los países árabes de la región, antiguos defensores de la causa palestina.
La indiferencia de la comunidad internacional ante los crímenes de Israel se explica por su alianza histórica con Washington o por el deterioro del sistema internacional basado en reglas, pero también por interés geopolítico. Pese a que Donald Trump se ha desmarcado de los últimos ataques israelíes a Irán, tanto a Estados Unidos como a los países árabes les interesa un Israel fuerte que ejerza de policía regional. Al primero le permite centrarse en Asia, mientras que a los segundos les sirve como aliado: les proporciona armamento y tecnología, combate a milicias que actúan en sus territorios y contiene a rivales geopolíticos como Irán. Sin embargo, aunque Israel se imponga por la fuerza, no terminará con la inestabilidad de la región.
Israel facilita el pivote de Estados Unidos a Asia
Estados Unidos lleva décadas tratando de salir de Oriente Próximo. La guerra contra el terror de George W. Bush tras el 11S les llevó a invadir Afganistán e Irak y más adelante a involucrarse en Siria o Yemen, unas guerras que costaron ocho billones de dólares y en las que ha habido más de 900.000 muertes directas.
Publicado por: Alba Leiva
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