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En medio de un clima de creciente tensión política, incertidumbre institucional y dolorosas señales de violencia contra figuras públicas, el presidente colombiano Gustavo Petro ha confirmado que encabezará este miércoles 11 de junio una concentración masiva en la ciudad de Cali. Lo hará pese a las advertencias, los llamados al aplazamiento y las presiones que buscan frenar una agenda de movilización social cada vez más vigorosa en defensa de las reformas estructurales propuestas por su Gobierno.
“La consulta va porque va”, ha reiterado Petro, con una frase que ya circula con fuerza en redes sociales, mítines y pancartas. Y lo dice en momentos en que parte del país, todavía conmocionado por el reciente atentado contra el senador opositor Miguel Uribe, pide moderación, mesura, distancia. Pero Petro, lejos de retroceder, avanza. Y lo hace apelando al pueblo como sujeto político decisivo frente a un Congreso que, según él mismo ha denunciado, ha puesto barreras insalvables a su proyecto de reformas sociales.
La concentración en Cali, convocada por la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) y respaldada por organizaciones sindicales, estudiantiles y comunitarias, se desarrollará a partir de las 2:00 p.m. en la emblemática Plazoleta de San Francisco. No es solo una marcha más: es un acto político de alto voltaje que busca reafirmar la legitimidad de las calles como escenario de disputa democrática, especialmente tras el archivamiento de la reforma laboral en el Senado, y en vísperas de una eventual consulta popular que podría redefinir la relación entre el Ejecutivo y el Legislativo en Colombia.
El anuncio no ha estado exento de polémica. El Concejo de Cali, tras el atentado contra el senador Uribe Vélez el pasado fin de semana en Bogotá, solicitó formalmente al presidente suspender la convocatoria por razones de orden público. Pero Petro respondió con contundencia. A través de su cuenta oficial en X (antes Twitter), acusó a quienes piden su silencio de incurrir en actos de sabotaje democrático:
“Nadie puede pedirle a ningún presidente de Colombia elegido por voto libre del pueblo visitar alguna parte del país. Eso no es más que sedición, como hemos visto de varios líderes políticos”, sentenció.
A renglón seguido, redobló su apuesta con un mensaje directo: “Espero el apoyo de todo el pueblo caleño y de todo el pueblo del occidente del país. La manifestación por la paz y la democracia va”.
El contexto, sin embargo, no puede ignorarse. El país vive una oleada de preocupación tras el intento de asesinato del senador Miguel Uribe, quien recibió disparos en plena vía pública durante un acto político en Bogotá. El atacante, un menor de apenas 15 años, confesó haber actuado a cambio de dinero: “Lo hice por plata, por mi familia”, dijo ante las autoridades tras su detención. La Fiscalía no descarta que haya detrás una estructura criminal más amplia, lo que ha encendido alarmas sobre la seguridad de dirigentes de todas las corrientes políticas.
Petro ha rechazado cualquier intento de asociar su convocatoria con estos hechos de violencia. “La consulta no tiene nada que ver con el atentado al senador Miguel Uribe y no se deben confundir dos cosas diferentes”, declaró. Además, insistió en que su Gobierno ha cumplido con los procedimientos institucionales al presentar las reformas ante el Congreso:
“Presentamos los proyectos de ley al Congreso para las reformas sociales y ya han visto lo que ha pasado. He dado tiempo para que la reforma laboral sea aprobada por ley. Pero la actual decisión del Senado impide que se cumpla el tiempo legal y debo cumplir mi mandato”.
Lo que está en juego no es menor. Con su presencia en Cali, el presidente busca reposicionar la iniciativa política desde la calle, en un momento en que la oposición en el Parlamento ha logrado frenar buena parte de sus propuestas estructurales. En este sentido, la consulta popular que Petro promueve aparece como una vía alterna —aunque polémica— para activar un mandato ciudadano más allá de los márgenes del Congreso.
La movilización de este miércoles se inscribe en un ciclo más amplio de protestas y concentraciones que se han realizado desde mayo en varias ciudades del país. Desde la CUT y otros sectores sociales se insiste en que no se trata de un proyecto partidista, sino de una expresión del malestar social acumulado y del deseo de cambio en temas clave como el trabajo digno, la justicia social, el acceso a la salud y la dignidad pensional.
Este miércoles, Cali será el epicentro de una nueva página en el libro abierto de la democracia colombiana. En las calles, el pueblo responderá si aún cree en el proyecto transformador del presidente Petro. Y en los pasillos del poder, la clase política escuchará el eco de un país que, entre miedos y esperanzas, aún no ha decidido rendirse. La consulta va. Y con ella, también la disputa por el alma de Colombia.
carloscastaneda@prensamercosur.
