

Imagen Satena
Desde este lunes, Colombia cuenta con dos nuevas rutas aéreas que no solo conectan ciudades, sino que acercan realidades, dinamizan economías locales y estrechan los lazos entre regiones históricamente desconectadas. SATENA, la aerolínea estatal que ha sido por décadas la encargada de llegar donde otras no aterrizan, ha iniciado operaciones entre Medellín, San Gil y Bucaramanga, abriendo una puerta directa al nororiente del país, donde el turismo, la cultura y el comercio esperan un nuevo impulso.
Con vuelos que operarán los lunes, miércoles y viernes a bordo de aeronaves Twin Otter —capaces de volar sobre terrenos complejos y aterrizar en pistas cortas—, esta nueva conexión busca más que facilitar la movilidad: pretende integrar, de forma estructural, zonas intermedias al tejido productivo y turístico nacional. Para una región como Santander, que reúne patrimonio histórico, potencial turístico y una economía en ascenso, se trata de una apuesta estratégica que puede marcar un antes y un después.
“San Gil y Bucaramanga tienen una riqueza natural, cultural y económica que necesita estar conectada con los grandes centros urbanos. En SATENA entendemos que volar a estos destinos no es solo llevar pasajeros: es llevar desarrollo, inversión, oportunidades. Seguimos construyendo un país más integrado, desde las regiones hacia el centro”, afirmó el Mayor General Óscar Zuluaga Castaño, presidente de la aerolínea.
Los vuelos no son frecuentes en términos tradicionales, pero sí precisos: con horarios bien definidos y tarifas accesibles, buscan garantizar una opción real y sostenible de conectividad para viajeros, empresarios, estudiantes y emprendedores. El lunes y viernes, Medellín y Bucaramanga se unirán a través de San Gil; y los miércoles, un vuelo temprano desde Medellín permitirá el retorno el mismo día, fortaleciendo la posibilidad de viajes de negocios o escapadas turísticas eficientes.

San Gil, conocido como la capital del turismo de aventura en Colombia, es mucho más que un destino de rafting o parapente. Es un enclave histórico, con pueblos coloniales cercanos, rutas de senderismo, cascadas y una oferta gastronómica que seduce tanto a locales como a extranjeros. Bucaramanga, por su parte, se ha consolidado como una de las ciudades con mayor dinamismo económico en el país, impulsada por su industria, su tejido empresarial y una vocación creciente hacia la internacionalización.
En una coyuntura regional donde la conectividad aérea se vuelve cada vez más crítica —por razones de competitividad, inclusión y sostenibilidad—, la decisión de SATENA de conectar estas tres ciudades es también un mensaje político y social: las regiones no pueden seguir esperando. La integración territorial no es solo una promesa del discurso; es una necesidad urgente, y volar es parte esencial de ese proceso.
En tiempos donde las grandes aerolíneas concentran su operación en rutas comerciales de alto tráfico, el rol de SATENA cobra un valor estratégico nacional. No se trata simplemente de abrir vuelos: se trata de abrir caminos para que más colombianos puedan acceder a educación, salud, turismo y comercio sin depender de las rutas eternas por carretera o de los precios inalcanzables de otras opciones.
Los tiquetes ya están disponibles en el sitio web oficial de la aerolínea y en sus canales de venta autorizados. Pero más allá de las reservas, lo que despega hoy con estos vuelos es una visión de país más equitativo, donde el desarrollo no se concentra, sino que se comparte. Porque cuando una aerolínea estatal decide mirar hacia las regiones, también está recordando que Colombia se construye desde sus bordes hacia el centro.
carloscastaneda@prensamercosur.org
