

Imagen Mintrabajo de Colombia
Con una intervención que no dejó lugar a la indiferencia, la senadora Aída Avella se convirtió este martes en una de las voces más contundentes en la Comisión Cuarta del Senado de Colombia, al presentar la ponencia en defensa de la Reforma Laboral impulsada por el Gobierno. Su discurso, sereno pero firme, cargado de sentido histórico y sensibilidad social, puso en el centro del debate a millones de colombianos y colombianas que viven del trabajo, muchas veces en condiciones de precariedad y sin garantías mínimas.
«Esta reforma no nace de un escritorio en Bogotá», advirtió Avella, «sino del reclamo legítimo de una ciudadanía que lleva décadas esperando justicia laboral, estabilidad y respeto». Y con esa frase, abrió una ponencia que no solo defendió la urgencia de modernizar un marco normativo obsoleto, sino que también devolvió humanidad a una discusión que, por años, ha sido tratada en clave técnica o económica, ignorando a quienes más la necesitan: los trabajadores.
La propuesta, según explicó la senadora, recoge compromisos históricos con los derechos laborales consagrados en la Constitución de 1991, así como acuerdos internacionales que Colombia ha firmado, pero cuya implementación ha sido fragmentaria y, en muchos casos, simbólica. “Aquí no se está hablando de favorecer a un sector sobre otro. Se trata de construir un nuevo pacto social donde el trabajo deje de ser sinónimo de sufrimiento y vuelva a ser lo que debe ser: un camino hacia la realización personal y el progreso colectivo”, sostuvo.
Desde el Gobierno Nacional, las señales han sido claras: hay disposición plena para acompañar con altura, seriedad y apertura el debate legislativo. “Queremos una reforma que no solo dignifique el trabajo en todas sus formas —urbano y rural, formal e informal— sino que también proteja el aparato productivo nacional, que es el motor de nuestra economía”, señalaron fuentes cercanas al Ejecutivo, que insisten en la necesidad de superar décadas de exclusión laboral, subcontratación abusiva y desprotección frente a la vejez y la enfermedad.

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En efecto, la reforma laboral, tal como está planteada, toca puntos neurálgicos que han sido aplazados sistemáticamente: la formalización del empleo, el respeto a la jornada laboral, la equidad de género en el ámbito del trabajo, y el reconocimiento pleno de los derechos colectivos, incluyendo el derecho a la sindicalización y la negociación justa. «Hablar de democracia en un país donde más del 50% de los trabajadores están en la informalidad es una contradicción dolorosa», enfatizó Avella.
Su intervención fue, además, un llamado a las bancadas políticas a dejar de lado los cálculos electorales y asumir con responsabilidad un debate que trasciende los intereses partidistas. “Este no es un momento para la demagogia ni para las trincheras ideológicas. Es un momento para mirar a los ojos a quienes limpian las calles, cuidan enfermos, cultivan la tierra o trabajan a destajo, y decirles: sí, esta vez el Estado está de su lado”, sentenció la senadora.
La ponencia de Avella no solo reafirma el papel del Congreso como escenario clave en la transformación social del país, sino que pone presión sobre quienes buscan dilatar o minimizar una reforma que toca fibras profundas del contrato social colombiano. Mientras tanto, el país sigue expectante. Las organizaciones sindicales, los gremios, los académicos y la ciudadanía en general saben que lo que está en juego es más que un texto normativo: es la posibilidad de corregir una deuda histórica con la clase trabajadora.
El camino legislativo aún será largo y no exento de tensiones. Pero algo ha cambiado. La voz de Aída Avella en la Comisión Cuarta ha dejado una huella. Con convicción, con memoria y con esperanza, ha recordado que en Colombia también es posible legislar con sentido de justicia y con los pies en la tierra.
“El trabajo es el pilar de la paz social. Sin derechos laborales, no habrá reconciliación posible. La Reforma Laboral no puede esperar más”, concluyó. Y con esas palabras, no solo cerró una ponencia: abrió una puerta que el país ya no puede darse el lujo de cerrar.
carloscastaneda@prensamercosur.org
