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Vie. Nov 22nd, 2024
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Los reporteros del periódico argentino Infobae recorrió un pueblo pesquero ecuatoriano y observó las duras condiciones en las que trabajan los pescadores ante el olvido de los gobiernos.

Cuando salen a pescar deben recorrer varias millas y hacerle frente a la noche, al frío y a la incertidumbre. A veces la faena es buena, pero en otras ocasiones no capturan nada. Sin embargo, el peligro parece inminente. En medio de las aguas, los pescadores artesanales ecuatorianos son víctimas de piratas que los sobornan y roban. Este sector que pertenece a uno de los más importantes en materia económica en el país, se siente abandonado por las autoridades, que buscan a los pescadores cuando necesitan votos, pero los olvidan cuando deben gobernar.

La pesca artesanal es una actividad en la que predominan los instrumentos de fabricación simple y cuyas jornadas de trabajo dependen del tipo de pesca, de las fases lunares y de la abundancia de las especies, según definen los investigadores Leopoldo Yanes y Carmen Primera en uno de sus artículos científicos.

En Ecuador, el sector pesquero artesanal está caracterizado por “una problemática compleja de marginalización y pobreza de las comunidades pesqueras artesanales”. La mayoría de los pescadores “derivan su sustento casi exclusivamente de esta actividad”, según la Conferencia Plurinacional e Intercultural de Soberanía Alimentaria ecuatoriana. Al mes, un pescador artesanal percibe entre USD 100 y USD 300 en promedio. Es esa situación la que expone a los pescadores artesanales a diversas vulnerabilidades.

Un pescador artesanal puede ganar un promedio mensual de entre USD 100 y USD 300.
Un pescador artesanal puede ganar un promedio mensual de entre USD 100 y USD 300.

Según un documento del Banco Interamericano de Desarrollo, la pesca artesanal se realiza a lo largo de la línea costera continental en un total de 138 puertos pesqueros. De acuerdo con la información albergada en el BID, se estima que existen entre 56.000 y 60.000 pescadores artesanales. Sin embargo, el Registro Nacional de Pescadores y Comerciantes del Ministerio de Producción, apenas tiene el registro de 12.072 pescadores artesanales.

La periodista de Infobae  Yalilé Loaiza viajó a Puerto López, un pueblo pesquero ubicado en la provincia de Manabí, en la costa de Ecuador y observó cómo los efectos de la pesca indiscriminada, de la inseguridad y del narcotráfico afectan a los pescadores artesanales del país.

Piratas y narcos

José* fue pescador artesanal hasta inicios de la década de los 2000. Dejó el oficio luego de que ahorró lo suficiente para comprar un taxi. Ahora se dedica a movilizar a los viajeros que llegan al aeropuerto de Manta y se trasladan hacia alguna de las playas de Manabí.

Mientras conversa con Yalilé, José habla de lo inclemente que es la pesca, especialmente cuando la faena dura varios días. “El mar es hermoso, pero bravo”, dice con cierta nostalgia. El día a día del pescador artesanal es incierto y las ganancias a veces no son justas.

Una de las amenazas a las que se enfrentan es a los piratas.

Para que un pescador pueda comprar un motor para su lancha debe obtener un permiso. Luego de adquirirlo el motor queda registrado bajo su nombre. Esta medida de seguridad implementada por las autoridades es aprovechada por los piratas.

Los pueblos pesqueros de Ecuador reflejan una problemática compleja de marginalización y pobreza.
Los pueblos pesqueros de Ecuador reflejan una problemática compleja de marginalización y pobreza.

“Les roban los motores y los amenazan para que no denuncien”, cuenta José sobre la situación de sus compañeros. Los piratas roban los motores, y a veces incluso las lanchas, para construir lanchas rápidas utilizadas para el tráfico de droga. Es por ello que “cuando la policía decomisa droga, allí encuentra los motores robados”, según relata José.

Pero los piratas no solo les roban a los pescadores manabitas, también los extorsionan. Don Alberto*, un pescador artesanal,  aseguró que los piratas los sobornan para dejarlos trabajar. Como no ven que las autoridades actúen para detener estas amenazas, se sienten “abandonados por los poderes centrales”, dice el pescador.

En ese escenario, donde son acechados por piratas que trabajan para el narcotráfico, algunos pescadores artesanales son cooptados para traficar droga. “Se van tres o cuatro días hasta llegar a Guatemala”, cuenta José. Los pescadores viajan en lanchas rápidas de fabricación artesanal que pueden tener entre tres y siete motores.

Las lanchas rápidas de fabricación artesanal son utilizadas para traficar droga hacia Centro América.
Las lanchas rápidas de fabricación artesanal son utilizadas para traficar droga hacia Centro América.

“Les pagan USD 250.000″, cuenta José. Al preguntarle si los traficantes cumplen con el pago, José dice que sí, pero advierte que, por seguridad, “solo se puede hacer la vuelta una vez”.

“La vuelta” es el nombre popular con el que se conoce a “una de las maneras de transportar clorhidrato de cocaína desde Ecuador”, según explica la investigación de Carolina Loza, publicada en el medio GK.

Según el reportaje de Loza, entre 2015 y 2020, 900 ecuatorianos están presos en cárceles estadounidenses. De estos, “al menos 500 son pescadores de las provincias de Manabí y Santa Elena detenidos en altamar cuando hacían La vuelta”, se lee en la investigación periodística.

Alrededor del mediodía, los pescadores artesanales de Puerto López ya han descargado sus faenas.
Alrededor del mediodía, los pescadores artesanales de Puerto López ya han descargado sus faenas.

José explica que hay la posibilidad de que en un primer viaje los pescadores logren llegar a su destino. Según el ex pescador, los narcos les ofrecen que al llegar al destino, donde deben entregar la droga y hundir la lancha, los retornarán al Ecuador en un vuelo comercial. Pero ¿cómo regresar a un país sin pasaporte y sin registro de salida?, José responde “algunos (narcos) son serios y logran hacerlos volver”.

Con miles de dólares en las manos, algunos pescadores empiezan a gastar. “Se compran la camioneta del año, cada uno quiere tener la más grande. O se compran una casa. Otros se lo gastan en trago (alcohol) y farrean (van de fiesta) con billetes de USD 100″, cuenta José. Con estas evidencias, la policía empieza a investigarlos y “cuando intentan ir una segunda vez, los agarran. A otros los mismos narcos los matan”, asegura.

Lo publicado en el reportaje de Loza coincide con lo que José relató. Los pescadores artesanales buscan mejorar su vida y se arriesgan a un viaje en el que pueden ser detenidos por las autoridades locales o de los países por los que pasan o incluso pueden ser interceptados por algún cártel rival. A esto se suma que las lanchas rápidas de fabricación artesanal no cuentan con ninguna garantía de que estarán seguros durante el trayecto.

Las lanchas de los pescadores artesanales reposan en la costas manabitas en Ecuador.
Las lanchas de los pescadores artesanales reposan en la costas manabitas en Ecuador.

Ecuador es el tercer país del mundo que más droga incautó en el 2020, así lo reveló en un informe la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga. El país andino se ubica en esa posición detrás de Colombia y Estados Unidos. El informe también reveló que el tráfico por vía marítima ha incrementado. Por ejemplo, entre el 2015 y el 2018 el tráfico marítimo aumentó un 84 %, pero en el 2021 incrementó al 89%.

Don Alberto, que también coincide en que la pesca se enfrenta a más amenazas que solo el inclemente mar, amplifica la pregunta de sus compañeros y sus familias que ven a los suyos arriesgarse en viajes sin retorno en manos del narco: “No sabemos, por qué las autoridades no intervienen”.

Menos peces para pescar

Los pescadores artesanales tienen una zona exclusiva para pescar que comprende 8 millas náuticas desde el borde de la playa. Sin embargo, esa zona se ha vuelto insuficiente, según cuenta Pedro*, que comercializa sus capturas en el mercado pesquero de Puerto López, a 216 kilómetros de Guayaquil.

Los pescadores artesanales esperan que el gobierno implemente políticas con base en su realidad.

“No podemos pescar en las 8 millas porque no vamos a capturar nada”, dice Pedro, quien asegura que las autoridades legislan y crean políticas públicas sin conocer la realidad del sector.

El Instituto Nacional de Pesca de Ecuador analizó la pesquería de peces pelágicos –como la sardina– desde 1981 hasta 2007. En un informe, el instituto asegura que los barcos industriales incursionan en zonas cercanas a la costa “con la captura desmesurada de otras especies tradicionalmente destinadas para el consumo humano directo”. El análisis del Instituto Nacional de Pesca indica que más del 78% de los peces pinchagua, macarela, chuhueco y sardina del sur son capturados antes de llegar a la madurez sexual “lo que permite inferir sobre la condición inestable de la pesquería”.

Los pescadores artesanales principalmente pescan peces pelágicos pequeños que “forman parte de los recursos pesqueros de mayor importancia económica y social del Ecuador, y su actividad extractiva, desembarques, procesamiento (enlatados y harina de pescado) y exportaciones genera un rubro importante de divisas para el país”, según el Instituto de Pesca.

Los pescadores artesanales tienen una zona exclusiva de pesca que comprende 8 millas desde el borde de la playa.
Los pescadores artesanales tienen una zona exclusiva de pesca que comprende 8 millas desde el borde de la playa.

Un reportaje de Mongabay Latam, una plataforma especializada en medioambiente, reveló que hay embarcaciones industriales que no solo realizan sus faenas en las zonas exclusivas de los pescadores artesanales sino que el producto de estas se convierte en harina de pescado, pese a que las capturas deberían destinarse al consumo humano. Además, estas pesquerías se realizan dentro de una reserva marina cuyas aguas están, principalmente, en las costas de Manabí, a donde pertenece Puerto López.

Que cada vez haya menos peces en el mar no es sorpresa. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, las poblaciones de peces en niveles biológicamente sostenibles han pasado del 90% en 1974 al 65,8% en 2017. Estas cifras son resultado de la sobrepesca indiscriminada.

Ante esta amenaza, “la pesca artesanal supone una alternativa más sostenible tanto social, como ambiental y económicamente”, según señala un artículo sobre el tema publicado por el Banco Bilbao Vizcaya Argentaria (BBVA).

Es por eso que el sector pesquero artesanal no puede quedar abandonado. No solo miles de familias dependen de él sino que este constituye una alternativa para no agotar los recursos pesqueros. Es por ello, que los mecanismos de apoyo podrían mejorar incluso para que los pesqueros artesanales puedan utilizar otras artes de pesca que no sean perjudiciales para los océanos.

*Por motivos de seguridad y de reserva de fuente se evitó mencionar el apellido de los pescadores que contribuyeron con este reportaje. Algunos de los nombres fueron modificados.

 


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