

Columnista : Carlos Fajardo @Carlos Fajardo Ardila «Fastidiardo»
Entre más ignorante es el sujeto, más susceptible es a aceptar sin chistar contenidos falaces difundidos en forma estudiada y deliberadamente continua por los medios de desinformación: Se genera un concepto y se difunde, a pesar de lo poco lógico o evidente que pueda ser, hasta que de tanto repetirlo se convierte para la población asnal en una certidumbre.
Un buen número de individuos. pese a tener todas sus cualidades perceptivas e intelectuales dentro de la normalidad, terminan por negar la realidad ante sus ojos y la cambian por el concepto erróneo. fatalmente difundido para manipularlo.
Si por alguna razón eres inmune a ese tipo de manejo, te tratan de volver un relegado, te convierten en rey de burlas, te etiquetan, te ponen un apelativo, cualquiera que sea, mamerto, por ejemplo, y te escupen ese “alias” como si fuera un insulto.
¡Ahh del hado maldito de la manipulación mediática y de la debilidad en la formación del criterio!
Por cada tres individuos sensatos y conscientes hay centenares de seres proclives al adocenamiento.
Los criterios de verdad se desconocen y la verdad misma se convierte en un criterio estadístico. De hecho, nada mejor que las encuestas para probar este punto: Lo que dice u opina “libremente” la gran mayoría frente a preguntas capciosas, de aparente “sentido común” es tomado como verdad absoluta y ¡Ay de ti! si no la aceptas o simplemente alzas la voz en contra de esa falsa y masiva certidumbre.
Por eso alguien decía que el tal “sentido común” es el menos común de los sentidos.
La falacia en todas sus modalidades impera y si quieres evitar la presión social debes también rebuznar.
Pasó en Alemania, pasa todos los días en el mundo, continuamente en Colombia.
Los grandes manipuladores, estrellas mediáticas como Trump, como Hitler, como Uribe, como tantos otros, desprecian y agreden la educación, a la prensa independiente, a sus contradictores, a quienes tergiversan según sus intereses, amenazan, señalan, satanizan, desacreditan difundiendo toda clase de insensateces por los medios de manipulación.
Para el gran manipulador en el poder no existen límites legales, morales, humanos, su voz, potenciada por los medios arrodillados y mercenarios, es sinónimo de verdad absoluta.
Orwell nos previno de ello, Goebbels recopiló y puso en práctica “principios” de la manipulación mediática, pero esa manipulación, por criminales que sean sus objetivos, se difunde y apropia por las masas en forma meliflua, ¿qué otra verdad, acaso, podría ser?
Esa verdad que se pretende absoluta es como un comodín que ofrece respuestas para todo. Pero detrás de ello, recordémoslo, hay un grupo de personas que son conscientes perfectamente de la mentira y el veneno que difunden, que buscan deliberadamente crear unos efectos sociales. No es un acto involuntario, es una teatralización bien diseñada que se monta a sabiendas de su falsedad.
La única defensa es el espíritu crítico, la buena educación, la curiosidad y la lectura, todos ellos elementos que la sociedad manipulada desestima, o le pone precios astronómicos no sólo en cuanto al precio monetario mismo que desarrollar una característica de esas implica sino, fundamentalmente, en tanto el costo humano, social y personal para quien, como un Prometeo moderno, intenta desarrollar esos atributos convertidos socialmente en privilegios.
¿Será necesario un reseteo de la humanidad?
Bendito Asteroide, ¿hasta cuándo?
Carlos Fajardo
Prensa Mercosur
Mayo 25 de 2025
