
Tan pronto volvió al poder el pasado enero, Donald Trump proclamó el objetivo de su nuevo mandato: crear “una nación orgullosa, próspera y libre”. La era de un Estados Unidos “grande” estaba de vuelta, prometió el republicano. Tras cuatro años de un Gobierno demócrata que, en sus palabras, había permitido la entrada ilegal de “criminales peligrosos desde todas partes del mundo”, la nueva guardia se comprometía a reforzar el control fronterizo y a reducir el número de inmigrantes. El país que durante siglos había sido un hogar para miles de personas de todo el mundo ahora pondría el foco en sus propios ciudadanos.
Sin embargo, el regreso de Trump también ha propiciado que muchos estadounidenses busquen vivir fuera del país. En una encuesta de 2024, el 21% de los ciudadanos consideraba irse si su candidato perdía las elecciones presidenciales. Tras la victoria republicana, las solicitudes de ciudadanía británica aumentaron un 26% respecto a 2023, un récord desde que comenzaron los registros hace dos décadas. Mientras tanto, el registro de nacimientos irlandeses en Estados Unidos, que permite a descendientes de irlandeses pedir la ciudadanía, incrementó un 50%, y las solicitudes de pasaportes irlandeses aumentaron un 10%. Además, se dispararon las búsquedas de Google de “mudarse a Canadá” y similares sobre Australia y Nueva Zelanda. Lejos de ser casos aislados, muestran que un éxodo estadounidense es una posibilidad real.
Minorías y altos perfiles: la fuga bajo la primera Administración Trump
El interés por abandonar Estados Unidos ya había aumentado tras la primera victoria de Trump en 2016. El mismo día de las elecciones, la web del Gobierno canadiense dedicada a la inmigración colapsó debido a “un aumento considerable en el volumen del tráfico”, según fuentes oficiales. Del total de visitas, un 50% provenía de ciudadanos estadounidenses. Además, famosos como Snoop Dogg, Cher o Miley Cyrus prometieron abandonar el país si Trump resultaba elegido, aunque finalmente no…