18 de mayo: Las Piedras, cuando el pueblo se hizo protagonista

Cada 18 de mayo, recordamos la Batalla de Las Piedras, un hito fundamental en el proceso revolucionario de la Banda Oriental. Muchas veces evocada con tono épico y ceremonial, esta fecha encierra algo más profundo y vital: fue el momento en que los sectores populares irrumpieron en la historia con una voz propia y un proyecto naciente de transformación.
Corría 1811, y el dominio colonial comenzaba a resquebrajarse. En ese contexto, José Artigas emergía no solo como líder militar, sino como intérprete de un malestar social acumulado. Su causa no era meramente la independencia política, sino una apuesta más radical: cuestionar un orden social excluyente, abrir espacio para los de abajo y pensar en una patria donde “los más infelices” fueran los más privilegiados.

En Las Piedras no combatieron ejércitos regulares ni clases ilustradas. Lucharon peones, esclavos libertos, pequeños estancieros, indígenas y gauchos. La victoria fue breve en lo militar, pero profunda en lo simbólico: el campo, el interior, los sectores marginados asumían el rol de constructores del cambio. No pedían privilegios, exigían derechos.
El ideario artiguista —expresado después en la reforma agraria del Reglamento de 1815 y en su insistencia en la soberanía de los pueblos— muestra una sensibilidad que hoy podríamos llamar igualitaria, humanista y profundamente democrática. Sin nombrarlo, Artigas proponía una sociedad donde la riqueza no se acumulara en pocas manos, y donde el poder político no se concentrara en las ciudades ni en las élites.

Por eso, desde el interior del país, esta fecha debe ser algo más que un recuerdo. Es un espejo. La batalla de Las Piedras nos recuerda que el verdadero poder transformador reside en la gente común, que la historia no la hacen solo los próceres sino los pueblos que se levantan, y que la justicia es un camino que se construye.
Hoy, más de dos siglos después, el 18 de mayo sigue desafiándonos. Nos obliga a pensar qué libertades hemos conquistado y cuáles nos faltan. Nos invita a imaginar, como en 1811, una patria más digna, más justa, más nuestra.

Texto elaborado por la Sala de Historia y alumnos de la Esc. Técnica Juan J. Greissing