Demi Moore cumple 60. Es una súper estrella que hace años, tal vez décadas, que no consigue ningún éxito. Sin embargo cada aparición pública, cada posteo en las redes, cada hecho de su vida que se conoce, tiene una enorme repercusión.
Tuvo una infancia y una juventud muy difíciles. Después se dedicó a la actuación. Durante los primeros años buscó destacarse pero muchos no veían más que su belleza. Hasta que tuvo la primera gran oportunidad y no la desaprovechó. Ghost fue su Big Bang. Fueron unos años, un lustro, en el que dominó Hollywood. Se convirtió en la mujer mejor paga del mundo del espectáculo e impuso condiciones. Su carácter la hizo escalar pero también ganarse varios enemigos que estaban esperando su primer error para caer sobre ella. Mientras todo era fama, millones de dólares y películas que encabezaban la taquilla, su vida privada no era ideal, no era de ensueño como mostraban las revistas del corazón. Su presente era tortuoso y el pasado la atormentaba.
Pasó de ser la actriz más reconocida de su tiempo a no ser tenida en cuenta. Esa caída tuvo traiciones, errores, infidelidades, alcohol, drogas y mucho dolor.
Su padre biológico abandonó a su madre cuando estaba embarazada de ella. Un matrimonio fugaz, de dos meses de duración. Era una joven de 18 años, con algunos problemas, que buscaba ayuda y un amor. Encontró ambas en Dan Guynes. Angela y Dan se casaron. Dan Guynes adoptó a Demi y la cuidó. El trabajo de él era inestable y la familia se la pasó viajando por Estados Unidos. Vivieron en muchas ciudades sin terminar de establecerse en ninguna. A los 13 años, Demi revisando unos cajones, encontró la libreta de casamiento de su madre con su padre biológico. Recién allí descubrió que había sido adoptada por Dan, recién en ese momento le contaron la verdad. En entrevistas posteriores ella dijo que su padre había sido quien la crió e intentó ocuparse de ella. Pero la pareja después de varios intentos terminó por romperse. Dan se suicidó meses después.
La madre de Demi desesperada por dinero y muy afectada por las adicciones entregó a su hija de 15 años a un hombre de 50 a cambio de 500 dólares: “Durante muchos años ni siquiera consideré que fuese una violación. Me convencí de que yo había provocado la situación. Me sentí obligada a hacerlo porque eso era lo que ese hombre esperaba de mí, lo que yo había permitido. Había cenado en su restaurante y me había llevado a casa después de clase en multitud de ocasiones, como si fuese un chófer particular. En mi mente de chica de quince años, me merecía lo que me había pasado”, escribió la actriz en Inside Out, sus crudas memorias, repletas de revelaciones.
Poco tiempo después dejó su casa. Su madre estuvo internada y después fue detenida por robo y por pirómana. Demi buscó su camino en Hollywood. La contrataron en la agencia de modelos Elite. Su belleza era impactante.
A los 16 conoció a un músico de rock, Freddy Moore. Él tenía 29 años. Se pusieron de novios y poco después se casaron.
En 1981 debutó como actriz. Hizo un bolo en una película menor. Su primera gran chanche llegó un año después. Tuvo un lugar fijo en la histórica telenovela General Hospital. En 1985 con su papel secundario y su impactante topless playero en Echale la culpa a Río se hizo más conocida. Su siguiente proyecto fue St Elmo´s Fire, película del Brat Pack (ese grupo de estrellas juveniles de los ochenta) en la que compartió cartel con Rob Lowe y Emilio Estevez. Dejó a su marido y se puso de novia con Estevez. Se comprometieron pero dos años después, antes de que el casamiento tuviera lugar, se separaron.
Mientras su carrera se iba fortaleciendo, en una premiere conoció a Bruce Willis, otra estrella ascendente, que tenía en esos momentos un éxito televisivo con Moonlighting. Se enamoraron. En un par de años se convertirían en una de las parejas más influyentes del medio.
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Mientras su ascenso profesional era firme y persistente, su vida privada pasaba por sobresaltos. Más allá de las separaciones y de los nuevos romances, tenía problemas con el alcohol que la obligaron a entrar en rehabilitación.
La consagración llegó con Ghost, la Sombra del Amor que protagonizó junto a Patrick Swayze. Fue, de manera inesperada, la película más taquillera de 1990. Se convirtió en una estrella. Los proyectos le llegaban torrencialmente pero no siempre elegía bien. No importaba. El público la amaba, la deseaba y creía que junto a Bruce eran la pareja más sexy y cool del mundo. En cinco años pasó a dominar el mundo del cine. Cuestión de honor, Propuesta indecente, Acoso Sexual fueron algunos de sus enormes éxitos.
En 1996 tocó el techo, aunque ni ella ni nadie lo sabían. Los productores pujaban con desesperación por ella. Hubo hasta una especie de subasta entre los que querían hacer Striptease y G.I.Joe. Le pagaron 12,5 millones de dólares por proyecto. Ninguna mujer ganaba más que ella. Y casi ningún hombre tampoco. Luchó por sus honorarios, para cobrar lo mismo que sus compañeros varones y fue la primera que lo logró.
Eso provocó que no fuera bien vista por el medio. La acusaron de problemática y ambiciosa. Ella se defendía diciendo que si un actor hiciera lo mismo que ella, lo tildarían de buen negociador, de saber defenderse y, a lo sumo, de excéntrico. En algunas revistas la llamaron Gimme Moore, un juego de palabras entre su nombre y la expresión “Dame más”.
Ninguno de los dos proyectos fue un fracaso (salvaron el dinero y hasta proporcionaron alguna ganancia) pero la crítica los destruyó. A partir de ese momento, a partir del momento en que llegó a la cumbre y se convirtió en la mejor paga, su carrera se despeñó sin remedio. Striptease había generado demasiada expectativa. Ella mostraría su cuerpo (pero esa era la sexta película en que aparecía desnuda). Se volvió adicta al entrenamiento y al cuidado del cuerpo. Para G.I.Joe el cambio exterior fue que se rapó.
Ya se había casado con Bruce Willis, quien pese a pertenecer al medio, no se llevaba bien con la fama y los logros de su esposa. Le dijo que estaba descuidando a la familia y tras el embarazo de su segunda hija (tuvieron tres) le pidió que postergara la carrera.
Se separaron en 1998. Después de algunos romances, Demi volvió a vivir un amor resonado, que fue tapa de todas las revistas y volvió a integrar la pareja de mayor celebridad de Hollywood. Se puso de novia con Ashton Kutcher, el actor televisivo de Two and a Half Men. Ashton era 15 años más joven que ella. Aparecían en todos lados juntos. Él ya era el actor con mejor salario de la televisión y ella seguía siendo una súper estrella aunque sin éxitos en la pantalla desde hacía años.
En esos años Demi volvió al alcohol. En sus memorias contó que Ashton la convenció en dos ocasiones de hacer tríos. Ella lo vivió con culpa y algo de vergüenza. Con el tiempo se dio cuenta que fue la manera en que él corrió los límites y justificó sus múltiples infidelidades (previas y posteriores).
Demi quedó embarazada de Kutcher pero a los cinco meses lo perdió. Se terminaron separando en 2011 y dos años después se produjo el divorcio oficial.
Las carreras en Hollywood son impredecibles. Una conjunción de talento, voluntad, suerte, decisiones acertadas y hasta circunstanciales rayanas con lo mágico. De manera inesperada, Demi se convirtió en una súper estrella. Fue un camino muy veloz, casi sin ripios. Parecía que eso duraría por siempre, que era invencible. Pero apenas alcanzó el primer lugar, el descenso fue inmediato. Y mucho, mucho más rápido que el ascenso. Su historia es buen recordatorio de que los buenos tiempos pueden terminar de un momento a otro.
Su carrera podría contarse a través de algunas tapas de revistas célebres. La primera es de 1991 y es una de las tres portadas más famosas de la historia de las revistas. Para un perfil en Vanity Fair fue fotografiada por Annie Leivobitz. Demi estaba embarazada de siete meses de su segunda hija. Annie le había sacada fotos privadas durante su primer embarazo. Luego de terminar la sesión para Vanity Fair, la fotógrafa propuso repetir aquellas tomas, sin ropa. Demi aceptó. Cuando las revelaron, Tina Brown, la directora de la publicación, supo que tenía una tapa histórica. Ese número vendió más de un millón de ejemplares. Y esa foto fue parodiada, copiada y homenajeada decenas de veces. Cinco años después, otra conmoción con Vanity Fair: un espectacular body painting.
La tercera tapa controversial fue muchos años antes, cuando su nombre no significaba nada para el gran público. Cuando tenía 16 años hizo una sesión de fotos desnuda que terminó en la portada y páginas interiores de la revista para adultos Oui. Luego esas imágenes, cuando Demi se hizo conocida, volvieron a circular en varias ocasiones pero sin que se dijera que ella era menor de edad en el momento de la sesión.
Tras el divorcio con Kutcher, Demi se sintió desolada: no tenía pareja y no tenía carrera, escribió.
El alcohol, el Vicodin y otras drogas hicieron que debiera internarse de nuevo. Así como ella a los doce años tuvo que meter la mano dentro de la boca de su madre para hacerla vomitar los calmantes que había ingerido en su intento por suicidarse, su hija mayor debió llamar a emergencias una madrugada que Demi colapsó por las drogas.
Sus tres hijas dejaron de hablarle. Le costó varios años retomar el contacto con ellas y reconstruir el vínculo.
Demi se recuperó. Ya no toma, no consume. Su estado físico sigue siendo esplendoroso. Cada tanto, en sus redes sociales, sube fotos en bikini que siguen deslumbrando. Usa también sus redes para concientizar sobre causas benéficas y para difundir información contra el abuso infantil. Cuando hace unos meses se conoció del deterior neurológico de Bruce Willis que lo obligó al retiro, se supo que ella y sus hijas cuidan al actor.
Demi Moore cumple 60. Y está en busca de nuevas oportunidades. Sabe que falta mucho para el final del camino.
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