Francisca Zubiaga y Bernales tenía muchos apodos: “La Mariscala”, “Doña Pancha”, “la presidenta”.
Otros le decían “La loca” y aseguraban que dominaba “prácticas masculinas”, y hay quienes incluso creían que era “un personaje de ficción”.
La cusqueña fue esposa del presidente Agustín Gamarra, que gobernó Perú entre 1829-1833. Y con él se dividían las tareas de gobierno.
Ella se transformó así en la mujer política más poderosa cuando el país dejaba de ser colonia y empezaba a ser república.
Y aunque nunca ejerció la jefatura de Estado muchos la consideran la primera -y única- presidenta del Perú.
Y muchos piensan que no tuvo el reconocimiento en la historia que se merece.
“Francisca Zubiaga y Bernales es la paria más grande de la historia republicana de Perú”, señala Claudia Nuñez, historiadora y autora de “La Mariscala”, un libro sobre la vida de esta destacada mujer.
“Ella es un personaje espectacular. Perú tuvo una presidenta mujer de 28 años, cusqueña y eso no aparece en ningún libro de historia”, le dice a BBC Mundo Nuñez, que participa en el Hay Festival Arequipa que se desarrolla en esa ciudad peruana del 3 al 6 de noviembre.
Quién fue “La Mariscala”
Francisca Zubiaga y Bernales nació el 11 de septiembre de 1803, de padre español y madre cusqueña.
Era la mayor de cuatro hermanos y de pequeña fue internada en un convento para recibir una educación que se ajustara a las costumbres de la época.
Francisca no encajaba con lo que para entonces se consideraba bello, según recoge el libro “Peregrinaciones de una paria”, de la escritora francesa Flora Tristán, quien entrevistó a “La Mariscala” al final de sus días.
Tristán describe a Zubiaga y Bernales como una mujer de nariz larga y punta altiva, boca grande y expresiva, cabello castaño oscuro y largo, “y una enorme cabeza que contenía el imperio de su ser: su mirada”.
Su figura dividía.
Desde muy joven Francisca mostró un carácter fuerte, rebelde y valiente que la acompañó durante sus cortos pero intensos 32 años de vida.
Algo que en muchos causaba admiración.
Pero algunos historiadores peruanos del siglo XX piensan que su vida no merecía más que un trabajo literario.
“Francisca Zubiaga y Bernales, cusqueña de nacimiento, mujer excepcional de salón y de vivac, personaje sin par para un filme de aventuras y para un estudio psiquiátrico”, escribió Jorge Basadre en el libro “La iniciación de la república”.
Sin embargo, para Núñez “este edicto es claro: patologizar a doña Pancha Zubiaga hasta que muera recluida en el manicomio de la historia”.
Amor y poder
No se sabe exactamente cómo Francisca Zubiaga y Bernales y Agustín Gamarra se conocieron.
Él era uno de los hombres fuertes del ejército patriota, ella estaba recluida en el convento.
Sin embargo, decidieron casarse en 1824 de una forma poco convencional para la época: sin pedir permiso a nadie.
Tras la ceremonia, él se fue a pelear a Ayacucho por la libertad de Perú y con la incertidumbre de su destino.
Pero la vuelta fue triunfal y Gamarra fue nombrado prefecto de Cusco y jefe del Ejército del Sur. Unos años más tarde sumaría el título de Mariscal.
Allí, con su esposa consolidan su poder y Francisca comienza a forjar su perfil de gobernadora, cosechando amigos y sobre todo enemigos.
El encuentro con Bolívar
Tal vez uno de los momentos más significativos del gobierno de Gamarra y Zubiaga es cuando el mismo Simón Bolívar visita Cusco en 1825 y corona a “La Mariscala”.
“Tenemos que imaginarnos y hacer como un viaje en el tiempo. En ese momento, Bolívar era una estrella de rock, el hombre más famoso de América”, detalla Núñez.
“Llega a Cusco y por más que la ciudad está destruida por la guerra, Francisca quiere agasajarlo a lo grande y no tiene mejor idea que, como se está saliendo de la colonia, hacerle una corona, lo cual es un poco contradictorio”, añade la escritora peruana.
La corona es de oro, perlas y contiene un sol en el centro que dice Cusco.
“Pero él se da cuenta de que ella es un personaje central en la ciudad, entonces se saca la corona y se la entrega de vuelta a Francisca y la corona”, explica Núñez.
“Imagínate que la persona más poderosa del momento renuncie a la condecoración y te transfiera ese símbolo de poder. Ahí hay una transformación” en Francisca, analiza la experta.
Campo de batalla
Después de que Bolívar la coronara, Francisca siente que le falta un último atributo para volverse una verdadera “caudilla”: probar sus fuerzas en el campo de batalla.
“Cuando las tropas de Bolívar están entrando a Perú, desde el sur, ella sale al campo batalla y toma el pueblo de Paria y eso libera el territorio para que Gamarra entre con sus tropas en 1828”, dice Núñez.
Desde ahí hay registros que comienzan a llamarla “la Mariscala” y “la Generala”.
Pero ella no sale al campo de batalla con un atuendo cualquiera. Si hay algo que los historiadores coinciden es que a Francisca siempre le gustaron las armas, el traje militar y le fastidiaban mucho los vestidos y las joyas.
“Ella era una cosa fuera de serie. A diferencia, por ejemplo, de Juana Azurduy [una patriota del Alto Perú que luchó en las guerras de independencia hispanoamericanas] que utiliza las ropas masculinas iguales a las de las tropas, ‘la Mariscala’ crea como yo la describo su traje de Drag Queen“, cuenta la historiadora.
“Imagina que todo el mundo está con la ropa sucia, de guerra. Y en un momento entra una mujer con terciopelo azul, bordados de oro, paños que hace traer de Cusco. Así es como le gustaba entrar al campo de batalla”, remarca a BBC Mundo.
Cuando no calzamos con la historia que ellos quieren narrar, somos las locas”
“La presidenta”
Agustín Gamarra llega a la presidencia tras unas elecciones en 1829 con Antonio Gutiérrez de la Fuente como vicepresidente.
Pero la que realmente gobernaba cuando Gamarra no estaba era Francisca.
“Cuando llegan a la capital, ellos deciden dividir un poco el poder. Él se va a la parte militar, a defender las fronteras de Perú. Y la que queda gobernando es Francisca”, dice Núñez.
“Ellos crean una dupla política indisoluble”, añade.
“Era tanto el poder que ella tenía que cuando en un momento se queda sola gobernando en Lima, el vicepresidente De la Fuente trata de rebelarse y ella lo depone”, apunta la historiadora.
Por eso, aunque ella nunca fue electa por voto popular, la llamaban igual “la presidenta”. Incluso, en “Peregrinaciones de una paria” Flora Tristán titula su último capítulo: “La expresidenta de la República”.
“Tristán la entrevista, la conoce y vive en la época en la que Francisca gobernaba. Ella no duda en llamarla ‘La Mariscala’, ‘la expresidenta de la República'”, indica Núñez agregando que los periódicos de Cusco tampoco tienen dudas en referirse a ella como “la presidenta”.
Pero según la historiadora, los autores hombres de los siglos posteriores a la muerte de Francisca se encargaron de empañar su imagen y condenarla a la locura.
Por ejemplo, en el libro “Una neurosis célebre: La Mariscala”, de Juan Bautista Lastres, se destaca que la ambición de poder de la mujer se debía a una suerte de patología masculinizante generada por el conmocionado escenario de los inicios republicanos.
“Cuando no calzamos con la historia que ellos quieren narrar, somos las locas”, opina Núñez.
Características de gobierno
El gobierno de Gamarra-Zubiaga se basó en la protección de la producción local por sobre la importación de bienes y en la defensa de las fronteras nacionales.
“Francisca gobierna -y creo que por eso el nombre ‘La Mariscala’ le cae muy bien- con dureza, porque cuando no le gusta algo que dice la prensa, no le tiembla la mano en llevar al director del periódico y darle unos cuántos azotes por lo que ha dicho sobre ella”, describe Núñez.
Otro dato a destacar es que después de épocas de caudillos, golpes de Estado y cambios bruscos de presidente, este es el primer gobierno que termina su mandato en Perú en ese entonces.
“El primer periodo completo que tiene Perú es con ella”, remarca la historiadora.
En 1833, se convocan a elecciones y el candidato propuesto por el matrimonio, Pedro Pablo Bermúdez, pierde frente a Luis José de Orbegoso y Moncada.
“Creo que esta es la mejor prueba de que existía algo que se estaba delineando como democracia, porque el candidato que ella pone para suceder en la presidencia pierde y eso es lo que termina llevándolos al exilio”, analiza Núñez.
Las conspiraciones
Si bien Francisca estuvo junto a Gamarra al frente del poder durante 7 años en total (3 en Cusco y 4 en Lima), las cosas no fueron fáciles.
De hecho hubo 16 conspiraciones para removerlos, un intento de asesinato y se genera una especie de guerra civil en Perú.
Eso hace que la pareja se refugie en Arequipa por un tiempo. Pero la situación sigue revuelta y los obliga a optar por exiliarse.
Aunque por separado.
En 1834, Agustín Gamarra va hacia Bolivia y Francisca Zubiaga, hacia Chile. No se volvieron a ver.
“La Mariscala” muere en el puerto chileno de Valparaíso el 8 de mayo de 1835 a los 32 años. La causa de su muerte se desconoce.
“Se sabe que tuvo una caída fuerte en Arequipa al momento de huir, pero su salud siempre le jugó en contra”, afirma Núñez.
“A Flora [Tristán] le dijo que ella siempre habría preferido el lado de la batalla y no el de la ciudad, pero que su salud no se lo permitió. Es por eso que dividieron así la dinámica de pareja”, destaca.
Es importante abrir nuevas historias, aprender a escribir desde otro lado. La historia de las mujeres tiene que ser narrada en nuestra propia lengua”
Su deseo antes de morir fue que le sacaran su corazón y lo llevaran a Cusco. “Ella tenía una conciencia de pertenencia a su ciudad natal, de ser algo importante en la historia”.
Los restos de su cuerpo se perdieron en una fosa común en un cementerio de Valparaíso. Su corazón tuvo el mismo destino sin paradero conocido en Cusco.
Mientras, Agustín Gamarra cuenta con una tumba destacada en Lima.
“Francisca es la primera mujer que gobierna propiamente un país de toda América libre, la que está rompiendo las cadenas de la colonia, solo que los libros de historia no la recuerdan. Y desde entonces Perú solamente ha tenido presidentes hombres“, analiza.
Analía Llorente / BBC Mundo
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