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Más allá del recogimiento espiritual y las procesiones silenciosas, la Semana Santa en Colombia es también una celebración del sabor, una comunión de la memoria familiar y la cocina tradicional. Es en esta época del año cuando los fogones se encienden con una devoción distinta, dictada por las costumbres religiosas que invitan a dejar a un lado las carnes rojas y abrazar el universo del pescado, los vegetales y los dulces caseros.
La inteligencia artificial de ChatGPT, consultada para identificar los platos más representativos de la temporada en Colombia, reveló una lista que no solo despierta el apetito, sino que rinde homenaje a la diversidad cultural y gastronómica del país. Platos como el sancocho de pescado o la mojarra frita encabezan el menú de esta tradición, no solo por su sabor, sino por el arraigo que tienen en hogares de todos los rincones del país.
El sancocho de pescado, por ejemplo, es más que un simple caldo: es una receta que une generaciones alrededor de la mesa, con ese aroma inconfundible de cilantro, yuca y plátano verde. Por su parte, la mojarra frita, crujiente por fuera y jugosa por dentro, suele ir acompañada de arroz con coco y patacones, evocando los sabores del Caribe colombiano.

Otro infaltable es el arroz con camarones, un plato vibrante que combina mariscos frescos con especias y vegetales, y que suele ser el centro de las reuniones familiares durante el Viernes Santo. Pero no todo es pescado: la creatividad popular ha transformado otras recetas clásicas para adaptarlas a la tradición.
Es el caso del tamal de pescado, una versión costera del emblemático tamal colombiano, que sustituye la carne por pescado fresco, masa de maíz y verduras, todo cocido en hoja de plátano hasta lograr una textura envolvente y reconfortante.
También figuran las empanadas de vigilia, pequeñas delicias rellenas de atún, arroz o mariscos que se han convertido en una solución rápida y sabrosa durante la jornada de ayuno. Y para quienes prefieren algo más ligero, el ajiaco sin carne surge como una alternativa vegetariana: papas criollas, mazorca, guascas y amor materno, sin necesidad de pollo para conquistar el paladar.
Por supuesto, ninguna Semana Santa está completa sin su dosis de dulzura. En cada región del país, los postres tradicionales se convierten en protagonistas: dulce de papaya, brevas con arequipe, arroz con leche y otras delicias artesanales que evocan la infancia y el calor del hogar.
En una época donde las costumbres religiosas dictan el menú, estos siete platos no solo alimentan el cuerpo, sino también el alma. Son recetas heredadas, reinventadas y compartidas generación tras generación. Porque en Colombia, la fe también se celebra con sabor.
carloscastaneda@prensamercosur.org
