

Imagen SATENA
En un país donde las montañas, selvas y ríos imponen límites naturales al transporte, una aerolínea ha sabido convertir esas barreras en rutas posibles. Este 2025, SATENA celebra 63 años de historia volando por Colombia, no solo como una operadora aérea, sino como un símbolo de conexión, esperanza y presencia estatal en los rincones más olvidados del territorio nacional.
Desde 1962, cuando nació como una iniciativa del Estado para llevar servicios esenciales a zonas sin infraestructura terrestre, SATENA ha sido mucho más que una empresa de aviación: ha sido el puente que une a millones de colombianos con la salud, la educación, el trabajo y el progreso. En estas seis décadas de operación, ha transportado a más de 28 millones de pasajeros y ha logrado algo que ninguna otra aerolínea ha conseguido: tener presencia en el 81 % del territorio nacional, con cobertura aérea en 26 departamentos, muchos de ellos históricamente aislados.
«Cada vuelo es una historia. No llevamos solo pasajeros, llevamos futuro», afirma el Mayor General Óscar Zuluaga Castaño, presidente de SATENA. Sus palabras resumen una misión que ha trascendido el negocio para convertirse en política pública: conectar lo desconectado. En los últimos tres años, la aerolínea ha tenido una expansión sin precedentes: entre 2022 y 2025 aumentó en un 78 % sus rutas sociales, alcanzando más de 120 trayectos únicos, en su mayoría hacia destinos donde la aviación es la única alternativa de movilidad. Lugares como Mitú, Puerto Carreño, Tarapacá, Bahía Solano, San José del Guaviare o Nuquí no solo figuran como puntos en el mapa, sino como territorios que ahora tienen acceso real a derechos fundamentales gracias al vuelo de SATENA.

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Actualmente opera 164 rutas nacionales y una internacional, con una flota especializada capaz de afrontar condiciones geográficas extremas. Su parque aéreo incluye aviones ATR-42, ATR-72, ERJ-145 y Twin Otter DHC-6, adaptados para aterrizar donde otros no se atreven. Esta capacidad técnica ha sido clave para ampliar la cobertura aérea, incluso en pistas cortas de zonas selváticas o costeras.
Pero el impacto de SATENA no solo se mide en kilómetros recorridos. También se traduce en desarrollo social. La aerolínea ha adoptado la metodología de Retorno Social de la Inversión (SROI), una herramienta que permite medir cuánto valor se genera por cada peso invertido. El resultado: cada peso destinado al transporte aéreo social genera un retorno de 2,7 pesos en beneficios económicos, sociales e institucionales.
En paralelo, ha fortalecido su compromiso con la sostenibilidad. Entre otras acciones, ha puesto en marcha jornadas médicas en alianza con entidades humanitarias, ha reciclado materiales para confeccionar sus uniformes, ha instalado sistemas solares en sus talleres de mantenimiento y ha avanzado en la reducción de su huella de carbono, en línea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
El 77 % de sus pasajeros actuales viajan en rutas sociales, lo que refleja con claridad cuál es su prioridad. Y mientras el mercado aéreo se concentra en los grandes centros urbanos, SATENA sigue apostando por los trayectos donde nadie más llega. «Nuestro compromiso va más allá de despegar y aterrizar. SATENA está hecha de historias, de regiones, de personas. Volamos con el corazón en cada destino», insiste su presidente.

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A lo largo de su historia, ha operado 17 tipos de aeronaves y ha alcanzado hitos que marcaron la evolución de la aviación regional en Colombia: desde la llegada de los Fokker-28 en 1985, hasta la implementación de la política de Servicios Aéreos Esenciales en 2015 y el inicio de su primera ruta internacional regular en 2023. El año pasado, adquirió ocho nuevas aeronaves Twin Otter para llegar a pistas que antes no contaban con vuelos regulares, y este 2025 avanza en la ampliación de su capacidad de mantenimiento en Medellín.
SATENA no solo ha sobrevivido al paso del tiempo en un sector exigente: ha evolucionado sin abandonar su esencia. Mientras otras aerolíneas persiguen mercados, SATENA sigue construyendo país. Y en cada vuelo, sobre las selvas, ríos, llanuras y cordilleras, hay una verdad que se impone: en Colombia, volar no siempre es un lujo. A veces, es la única forma de vivir conectado.
carloscastaneda@prensamercosur.org
