

Gustavo Petro, Presidente de Colombia
La llegada del tercer avión con migrantes colombianos deportados desde Estados Unidos ha desatado una nueva controversia entre Bogotá y Washington. En el vuelo, enviado por el gobierno colombiano, viajaban 42 niños, un hecho que el presidente Gustavo Petro destacó al cuestionar las declaraciones del exmandatario estadounidense Donald Trump, quien había calificado a todos los deportados como «delincuentes».
Pero la indignación no se detuvo ahí. Astrid Cáceres, directora del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), confirmó que las autoridades estadounidenses esposaron a los menores antes de su deportación. «De lo que tenemos reporte es que sí ocurrió», declaró Cáceres, añadiendo que las cadenas fueron retiradas antes de que los niños abordaran el vuelo de regreso a Colombia.
Más allá del uso de esposas, el proceso de deportación ha expuesto a los menores a condiciones extremas. Cáceres detalló que muchos de ellos enfrentaron largos periodos de encierro en centros de detención con acceso limitado a comida y atención médica. Organismos de derechos humanos han calificado estas prácticas como inaceptables y han exigido respuestas al gobierno estadounidense.
Las imágenes de niños esposados han generado conmoción en Colombia y avivado el debate sobre el trato que reciben los migrantes en Estados Unidos. Petro, quien ha criticado en varias ocasiones la política migratoria de ese país, volvió a insistir en la necesidad de acuerdos que garanticen un trato digno a los connacionales en el exterior.
La polémica crece mientras cientos de colombianos siguen siendo deportados en vuelos semanales. La pregunta ahora es si esta denuncia provocará un cambio en el trato hacia los migrantes o si, como en otras ocasiones, quedará en el olvido.
carloscastaneda@prensamercosur.org
