
La UE busca tener una carta que jugar con EEUU ante la amenaza de nuevos aranceles y recuperar la influencia comercial cedida a China.
La Unión Europea y cuatro de los países del Mercosur (Mercado Común del Sur) alcanzaron hace apenas un mes un acuerdo político de asociación para el desmantelamiento de las barreras arancelarias y la liberalización de los flujos comerciales entre ambas regiones, después de casi nueve años de negociaciones durmiendo el sueño de los justos. Tras el trabajo de zapa realizado por el negociador jefe de la delegación de Bruselas, Rupert Schlegelmilchel, a la sazón director general de Comercio de la Comisión Europea, la presidenta Ursula von der Leyen decidió a última hora viajar a Montevideo (Uruguay) para rubricar el 6 de diciembre la alianza de cooperación con el Mercosur.
Aún son varias las fases que tiene que superar el convenio para que el tratado de libre comercio entre la UE y los países de Brasil -la mayor economía de América Latina y la novena del mundo-, Argentina, Paraguay y Uruguay comience su singladura efectiva. Bolivia, que acaba de entrar en la organización, todavía no forma parte del convenio. Sin embargo, la pregunta es obligada. ¿Por qué un acercamiento que arrancó hace dos décadas y media se ha cerrado en apenas unos pocos días, a pesar de la oposición frontal de Francia en el continente y de perfiles tan opuestos como el del presidente brasileño Lula da Silva y el argentino Javier Milei, cuya animosidad es pública?
El actual tablero geopolítico está detrás de la orden ‘avante toda’ de la presidenta von der Leyen para crear la zona de libre comercio más grande del mundo. Son varios los factores que han impulsado este preacuerdo, entre los que cabe destacar “la influencia de China en la zona y, muy especialmente, en Brasil”, que es la ‘gran tienda’ de materias primas del mundo; “el retorno de Donald Trump a la Casa Blanca [el 20 de enero]”, con su manual de proteccionismo y aranceles; y, por último, “el declive de la industria de Alemania”, la locomotora de Europa, que “necesita nuevos mercados donde vender sus productos”, explica en conversación con El Mercantil el exdirectivo de las multinacionales de trading Cargill y Louis Dreyfus, Pedro Nonay. “Para entender mejor la velocidad que ha tomado el tratado con el Mercosur, mi lectura es que la década presente, que arrancó en 2022 y llegará hasta 2030, es un periodo bipolar en lo político, bi-global en el comercio internacional y bilateral en la negociación entre Estados, porque la multilateralidad está herida”, señala el también director del programa de Agro-commodities en el Instituto de Estudios Bursátiles (IEB) de Madrid.
¿EN QUÉ MEDIDA FRENA EL ACUERDO CON EL MERCOSUR EL FINAL DEL MILAGRO ALEMÁN?
La UE, que ha ido cediendo influencia comercial en los países del Mercosur en favor de China y EEUU, ha decidido hacer un movimiento de calado para no perder el sitio frente a los dos principales bloques económicos del mundo. “Europa ha dicho: Si todos jugamos al bilateralismo, debo dar un paso al frente siendo bilateral con Mercosur, porque mi amenaza es la bilateralidad de China con Brasil y de EEUU con otro países”, subraya Nonay. Además, en su opinión, “es una carta que Bruselas puede jugar en su momento con EEUU” ante la amenaza de Trump de aplicar nuevos aranceles.
“El acuerdo reduce el riesgo de que los competidores nos sustituyan”
Kaja Kallas Alta representante de la UE para Asuntos Exteriores y vicepresidenta en la Comisión Europea
Como manifestó la jefa de la diplomacia y vicepresidenta de la Comisión Europea, Kaja Kallas, el acuerdo comercial “es una cuestión tanto de geopolítica como de economía, en una región donde China está ganando influencia”. “Para los europeos, abre una vasta región con la que comerciar libremente, incluido el acceso a materias primas críticas, y disminuye el riesgo de que los competidores nos sustituyan en nuestra ausencia”, declaró Kallas el día de la firma.
El final del milagro de Alemania, que sufre hoy una rápida caída de la producción industrial y de las exportaciones por la imposibilidad de abastecerse de gas barato ruso tras la invasión de Ucrania por el régimen de Putin, también explica la celeridad de Bruselas en cerrar un acuerdo comercial con el Mercosur. “Su ventaja competitiva ha fracasado por dos factores. Por una parte, con la invasión rusa de Ucrania, sus bajos costes frente a otros países han desaparecido. Por otra parte, el ‘made in Germany’, que integraba la tecnología y el know-how, ha dejado de ser puntero. El modelo ha quebrado por ambos pilares. Por ejemplo, Alemania no se ha subido en el momento adecuado a la ola de la Inteligencia Artificial ni de los vehículos eléctricos; va a rebufo. Entonces, el país está buscando nuevos destinos preferenciales para su industria, que, sin ser obsoleta, ya no está a la vanguardia”, expone Nonay. Las palabras del experto en commodities son extensibles a toda la UE, tal como recogen los recientes informes del expresidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, y del ex primer ministro italiano, Enrico Letta, que se hacen eco del desfavorable gap tecnológico del Viejo Continente frente a EEUU y China.
¿QUIÉNES SON LOS GANADORES Y LOS PERDEDORES DEL ACUERDO ENTRE LA UE Y EL MERCOSUR?
Para Nonay, la alianza de Europa con el Mercosur se articula bajo tres ejes de coordenadas. “Uno es el industrial y el agrícola. Otro es el de las materias primas y los productos finales. Y el tercero es que el norte del continente es excedentario en commodities agrícolas, mientras que la región del Mediterráneo es deficitaria. Luego hay que enmarcarlos en dos escenarios, el del productor y el del consumidor. Porque, con carácter general, lo que es negativo para el productor puede que sea beneficioso para el consumidor”, declara. Lo que sí tiene claro es que “los flujos comerciales cambiarán, pero volverán a ajustarse”.
Por un lado, los principales perdedores en Europa serían el sector vacuno porque “América del Sur produce barato y podría exportar grandes cantidades”; la avicultura, aunque “en menor medida porque tendrían que darse cambios estructurales, ya que Bruselas prohíbe importar pollos vivos”; y el etanol, que se produce de la caña de azúcar y del maíz. “Brasil está creciendo exponencialmente en etanol y va a ser un exportador, lo que puede erosionar inversiones de compañías como Vertex en España y Francia [para la producción de bioetanol]”, añade Nonay. Eventualmente, desde la perspectiva de agricultor europeo, otros productos perdedores son “el azúcar y el arroz”.
“Brasil está creciendo exponencialmente en etanol y va a ser un exportador”
Pedro Nonay Analista y exdirectivo de las multinacionales de trading Cargill y Louis Dreyfus
Por otro lado, los ganadores serían “los exportadores de aceite de oliva, quesos, bebidas energéticas y las denominaciones de origen regionales, que tienen un valor añadido por el que Europa siempre ha tratado de diferenciarse”.
El frente abierto por los productores continentales contra al acuerdo con el Mercosur, auspiciado principalmente por el potente lobby agrícola francés y, en menor medida, por el lobby español de vacuno, argumenta que “tenemos diferentes regulaciones en los capítulos fitosanitario, de trazabilidad, de antibióticos para el vacuno, de deforestación, etc”. Sin embargo, según Nonay, esta problemática tiene “una solución relativamente sencilla con las cláusulas espejo, es decir, lo que la legislación exige al productor europeo hay que demandárselo a su par del Mercosur”. En este sentido, la letra del convenio dice que “las normas sanitarias y fitosanitarias de la UE no son negociables y no se ven afectadas por este acuerdo de asociación ni por ningún otro acuerdo comercial”. Además, para proteger a los sectores más sensibles, Bruselas concederá “un acceso muy limitado a las importaciones de productos agroalimentarios” mediante “la aplicación gradual de cuotas” en la carne de vacuno, las aves de corral, el azúcar, el etanol y la miel.
¿QUÉ FASES TIENE AÚN QUE SUPERAR EL ACUERDO PARA QUE EL TRATADO DE LIBRE COMERCIO SEA EFECTIVO?
Para que el acuerdo entre la UE y Mercosur sea definitivo, la Comisión Europea tiene que presentar una propuesta para su ratificación por el Consejo y el Parlamento, en lo que se conoce como procedimiento de codecisión. Cuando el Consejo -donde estarán presentes las ministros de Comercio- vote la propuesta del Ejecutivo comunitario, la decisión se adoptará si tiene el respaldo del 55% de los participantes, que tienen que representar, al menos, al 65 % de la población de los Veintisiete.
Es decir, una minoría de bloqueo, que no es descartable que pueda liderar Francia en comandita con Austria, Polonia e Italia, necesitaría, al menos, cuatro Estados que representen más del 35 % de la población de la UE. Sólo podrá entrar en vigor si el Parlamento, donde la propuesta necesita mayoría simple, y el Consejo llegan a un acuerdo sobre la redacción final
Según el Real Instituto Elcano, “aunque el proceso de ratificación europeo transcurra sin sobresaltos”, el tratado comercial “tardará más de un año en entrar en vigor y el acuerdo global podría tardar varios años en la medida que requiere la aprobación de todos los parlamentos nacionales de los Estados miembros”. En el caso del Mercosur, el pacto de asociación con la UE debe ser aprobado por cada uno de los parlamentos nacionales, aunque no se necesita una ratificación unánime, por lo que puede ser efectivo de manera bilateral una vez obtenga el respaldo de la asamblea legislativa de un país.
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