La República Bolivariana de Venezuela anunció este lunes la ruptura unilateral de sus relaciones diplomáticas con Paraguay, en respuesta al respaldo del presidente paraguayo Santiago Peña a Edmundo González Urrutia, quien se autoproclamó ganador de las elecciones presidenciales en Venezuela, en oposición al mandatario Nicolás Maduro. Este gesto de apoyo se produjo durante una conversación virtual entre Peña, González y la dirigente opositora venezolana María Corina Machado, considerada madrina política del opositor.
La decisión del gobierno venezolano incluyó una orden de “retiro inmediato” de su personal diplomático en Asunción, dejando abierta únicamente la posibilidad de mantener un encargado de negocios en Paraguay. Según fuentes consultadas, esta medida es una represalia directa contra la postura del gobierno paraguayo, que desconoció la reelección de Maduro y optó por reconocer a González, pese a que el régimen chavista no ha presentado actas que respalden la legitimidad de los comicios.
En un comunicado oficial, la Cancillería venezolana rechazó categóricamente las declaraciones de Peña, acusándolo de ignorar el derecho internacional y de reincidir en “prácticas fracasadas” que evocan las estrategias del extinto Grupo de Lima. El texto calificó estas acciones como una subordinación de la política exterior paraguaya a intereses extranjeros y como intentos de socavar los principios democráticos y la soberanía de los pueblos.
Contexto bilateral y antecedentes
La ruptura ocurre en un momento delicado para las relaciones entre ambos países. En noviembre de 2023, el presidente Peña había iniciado un proceso de normalización diplomática con Venezuela, tras años de tensiones. Durante su mandato, incluso permitió la reapertura de la embajada venezolana en Asunción, que había estado cerrada desde 2019, cuando el entonces presidente Mario Abdo Benítez desconoció a Maduro como jefe de Estado, argumentando que las elecciones de 2018 fueron fraudulentas.
Esta reanudación del diálogo buscaba resolver disputas bilaterales, como el arbitraje por una deuda millonaria que Paraguay mantiene con Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA). Además, existen otros temas sensibles en la agenda bilateral, como el asilo político otorgado por Paraguay a miembros de la familia Villalba, vinculados al Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP) y considerados terroristas por el gobierno paraguayo.
Sin embargo, el reciente respaldo de Peña a la oposición venezolana parece haber dinamitado los avances logrados en meses anteriores. La postura del mandatario paraguayo también se da en un contexto en el que busca fortalecer relaciones con actores internacionales clave, como Estados Unidos y el expresidente Donald Trump, quien asumirá nuevamente la presidencia estadounidense en los próximos días.
Gira internacional de González y tensiones crecientes
Edmundo González Urrutia se encuentra actualmente en una gira internacional con el objetivo de ganar legitimidad y apoyo político antes del 10 de enero, fecha en la que planea regresar a Caracas para juramentarse como presidente. En este recorrido ha visitado países como Argentina, donde fue recibido por el presidente Javier Milei y una amplia comunidad venezolana, y Uruguay, donde sostuvo reuniones con el presidente saliente Luis Lacalle Pou.
El opositor también aterrizó este lunes en Estados Unidos para reunirse con el presidente Joe Biden y otros líderes políticos. Sin embargo, su retorno a Venezuela está cargado de incertidumbre, ya que el gobierno de Maduro ha advertido que será detenido si ingresa al país.
Por su parte, Peña no ha extendido una invitación formal a González para visitar Paraguay, aunque su respaldo público al opositor ha sido suficiente para desencadenar la crisis diplomática actual. Esta situación pone en evidencia las dificultades del mandatario paraguayo para equilibrar sus intereses internacionales con las complejidades de su política exterior.
Consecuencias y perspectivas
La ruptura diplomática entre Venezuela y Paraguay podría tener implicaciones significativas tanto a nivel bilateral como regional. Por un lado, dificulta la resolución de temas pendientes entre ambos países, como la deuda con PDVSA y las disputas comerciales. Por otro lado, refuerza la polarización política en América Latina respecto al reconocimiento del gobierno venezolano.
Además, esta crisis plantea interrogantes sobre el futuro de las relaciones entre Paraguay y otros países aliados del régimen chavista. Mientras tanto, el gobierno de Maduro parece decidido a mantener su posición intransigente frente a cualquier intento de deslegitimar su mandato.
El respaldo internacional que logre obtener Edmundo González será crucial para definir su capacidad de desafiar al régimen chavista desde dentro o fuera del territorio venezolano. Sin embargo, con Maduro consolidando su poder y advirtiendo sobre posibles represalias contra sus detractores, el panorama político en Venezuela sigue siendo incierto y altamente volátil.
La situación pone a prueba no solo las estrategias diplomáticas de los gobiernos involucrados, sino también el compromiso de la comunidad internacional con los principios democráticos y los derechos humanos en la región.
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