Los drusos de Siria, actores impensados de la guerra en Medio Oriente

La guerra civil en Siria se complejiza aún más tras la caída del régimen de Bashar al Assad. En medio de un escenario compuesto por potencias regionales, disputas religiosas y células terroristas aparece un actor impensado para el conflicto: los drusos, una comunidad etnoreligiosa con importante presencia en el suroeste del país que pretende anexionarse a Israel.

Quiénes son los drusos

Los drusos son una secta árabe originaria de Egipto en el siglo XI durante el Califato Talimí, el único chií de la historia. La facción deriva de esta vertiente del islam, que cree que Alí, primo y yerno de Mahoma, fue el sucesor legítimo del profeta, por lo que solo respetan los preceptos de los descendientes de Alí, los imanes.

El constante análisis de los textos, el martirio y los rituales de duelo que parten de la muerte de los hijos de Alí, caracterizan al chiismo que se profesa en países musulmanes claves para la región como Irán e Irak.

Los drusos pasaron de estar presentes en el norte de África a asentarse principalmente en Siria, Líbano e Israel. Allí, un millón de personas practica esta rama hermética, que no permite conversos, ni hacia ni desde la religión, ni los matrimonios mixtos, por lo que se casan solamente entre personas de la misma fe.

Contrario a la animosidad de otros sectores islámicos, esta comunidad supo convivir con la población israelí en el norte del país y en los Altos del Golán. Se estima que 130.000 drusos israelíes viven en el Carmelo y Galilea, mientras que 20.000 drusos sirios conviven en la meseta del Golán, territorio estratégico que compone la frontera entre Israel, Líbano, Jordania y Siria.

La población en Siria está radicada en Jabal al-Druze como epicentro, en el sur del país, por lógica cercanía a Israel, entendido como un país estable en una región turbulenta. Con la creciente conflictividad nacional, los drusos ven a sus vecinos de Tel Aviv como una escapatoria.

Los drusos podrían anexionarse voluntariamente a Israel

Siria presenta un escenario sumamente dividido, no solo con la caída del régimen de Bashar al Assad, sino por las constantes disputas territoriales y la intervención de potencias regionales.

Mientras Tahrir Fateh al-Sham (HTS) avanzó sorprendentemente contra la dictadura, el Ejército Nacional Sirio (ENS), los kurdos agrupados en las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) y el Estado Islámico registraron enfrentamientos entre ellos.

En simultáneo, Turquía atacó a las FDS desde sus posiciones en Alepo y otras ciudades en el norte del país, mientras que Israel avanzó sobre los Altos del Golán y realizó operaciones en instalaciones militares claves, incluso en Damasco, para impedir el surgimiento de una amenaza terrorista.

Este contexto nacional amenaza la existencia de las minorías, o al menos es lo que expresaron algunos de los representantes de la población drusa en Heeneh y en otros pueblos lejanos de la frontera, como en urbes como Suwayda. Incluso llegaron a pedir la anexión a Israel. 

De intentar llevar a cabo esta solicitud, Israel acercaría a su frontera a 25 kilómetros de Damasco y se adentraría de forma permanente en territorio sirio. Sin embargo, esta operación podría causar represalias por parte de los grupos que persiguen el poder y someter a las Fuerzas de Defensa a otro conflicto abierto en Medio Oriente.