Todo está sujeto a que tengamos uno, dos, tres o cuatro clásicos en diciembre. Pero hasta podría darse de que no haya ninguno. Y ahí todo se desmorona.
Los uruguayos tenemos mucha dificultad para armar campeonatos atractivos. Durante décadas nuestros grandes vecinos (Argentina y Brasil) se burlaban de lo aburrido que son los campeonatos en Uruguay ya que “siempre” ganaban Peñarol o Nacional. Eso fue cierto entre 1932 y 1975. Con la llegada del profesionalismo los grandes afianzaron su hegemonía y debieron pasar 44 años para que un club diferente lograra la Copa Uruguaya. Eso sucedió en 1976 con el recordado Defensor del profesor José Ricardo de León. Pero el tema es mucho más profundo.
En la llamada “era amateur”, que arrancó en 1900 y finalizó en 1931, los grandes ganaron más pero no ganaron todo. Wanderers en 3 ocasiones dentro de la AUF y una en la Federación (durante el cisma que dividió nuestro fútbol) quebró el monopolio de Nacional y Peñarol. También ganó 4 campeonatos uruguayos el viejo River Plate FC, hoy desaparecido, y algo similar se dio en las copas internacionales clubistas que se jugaban anualmente en el Río de la Plata.
Vale recordar que cuando Boca, River, Racing o Independiente en la vecina orilla o Nacional y Peñarol en nuestro país computan copas internacionales ganadas todos suman con justicia aquellas copas rioplatenses que se jugaban con enorme repercusión y que los libros de historia de la Conmebol reconocen como auténticas precursoras de la Libertadores y Sudamericana de hoy en día.
En ese contexto, hasta 1931 los bohemios ganaron 4 copas internacionales y el viejo River de la Aduana ganó una. Por supuesto que los grandes ganaron más y sus duelos con los clubes argentinos monopolizaban la atención con coberturas gigantes en los diarios de la época y éxodos de hinchas en repletos barcos del Vapor de la Carrera.
Con la llegada del profesionalismo en 1931 en Argentina y en 1932 en nuestro país, las copas rioplatenses fueron jugándose en forma más discontinua, dando paso a la Libertadores a partir de los años 60 y otras copas como la Supercopa en diferentes modalidades, la copa Conmebol, Mercosur y hoy en día la Sudamericana.
¿Por qué digo que el tema es más profundo? Porque hasta 1960 la selección uruguaya ya había conquistado sus 4 estrellas mundiales y lideraba cabeza a cabeza con los argentinos en Copas América. Por si fuese poco en las primeras 12 Libertadores los clubes uruguayos jugaron 10 finales y ganaron 4 además de 3 copas intercontinentales o mundiales.
Podríamos afirmar que hasta 1973, que fue cuando los clubes grandes vieron diezmado su poderío, no había motivos para dejarse llevar por los comentarios socarrones de nuestros vecinos ya que cuando llegaban las justas internacionales las diferencias no existían y por el contrario, tanto a nivel de selección como clubista y también en selecciones juveniles, nuestro fútbol mostraba un nivel que más que risa provocaba envidia y admiración.
El tema es que a partir de ese 1973, comenzó un movimiento tendiente, con razón, a darle más emoción a la actividad local. La Libertadores era la zanahoria, y si bien desde sus inicios en 1960 hasta 1965 permitía la participación solamente de los campeones nacionales, una idea brillante del dirigente aurinegro Washington Cataldi elevó a dos los clasificados generándole a los grandes de nuestro país una casi segura participación de por vida. Pero la idea era que todos pudiesen jugar por algo grande. El fracaso en la Copa del Mundo de 1974 precipitó las cosas y el Ejecutivo liderado por el Ingeniero Héctor del Campo ideó una actividad novedosa que consistía en varias cosas.
Primero se afianzó la cantidad de clubes participantes en primera, que había sido de 10 y pasó a 12. Eso llevó a que el Campeonato Uruguayo pasara de 18 a 22 partidos en dos ruedas. Además, se agregó un campeonato llamado Liga Mayor en donde la primera rueda la jugaban todos y la segunda solamente los 8 primeros. Con un sistema de puntaje para cada uno de los 4 primeros de ambos torneos se definían los seis participantes a un tercer campeonato llamado Liguilla que definiría los participantes en la Libertadores.
En resumen, los 3 campeonatos sumaban puntos para los primeros de cada uno y de allí saldría el acompañante del campeón de la Liguilla a la soñada Libertadores. El hexagonal se jugaba en enero con grandes concurrencias y enorme dramatismo.
Como suele suceder en el fútbol, cuanto más cortos los campeonatos e incluso los partidos, por ejemplo sin alargue, es que crecen las chances de los más débiles.
Por eso, ya en la primera edición de la Liguilla, jugada en enero de 1975, Wanderers hizo historia eliminando a Nacional de la Libertadores. Un año después Defensor agregaría su hazaña de ganar el campeonato uruguayo a dos ruedas y se especializaría en ganar Liguillas en los primeros 15 años de disputas.
Lo cierto es que Peñarol y Nacional aceptaron el cambio de formato que les quitaba la hegemonía total, pero les daba temporadas atractivas y competencias más apasionantes. Lamentablemente duró solamente 4 años la Liga Mayor aunque la Liguilla la sobrevivió hasta entrado el siglo XXI.
La década del 80 fue muy buena para nuestros grandes, en donde ganaron 4 Libertadores y 3 mundiales de clubes. Ello llevó a que la Liguilla sufriera la deserción del campeón continental ya que estaba automáticamente clasificado a la siguiente Libertadores. Eso y además nuevas restricciones para evitar que el campeón uruguayo quedase fuera del máximo torneo sudamericano llevaron a que cayera en su interés y finalmente se discontinuara hace unos 15 años.
En estos tiempos modernos no hemos podido consolidar la buena idea que en 1994 significó el advenimiento de los Apertura y Clausura. Los uruguayos inventamos la vuelta olímpica, pero el exceso de festejo en algunos de los torneos cortos para luego perder la final por el Uruguayo llevó a que los grandes rechacen el viejo ritual y lo reserven exclusivamente para el final de la temporada.
En suma, le bajamos el precio a los Apertura y Clausura cuando en Argentina, por ejemplo, les dieron enseguida el estatus de campeón total.
En los últimos años se llegó a la conclusión de que un campeonato uruguayo a dos ruedas entre 16 equipos llevaba a una temporada oficial de apenas 30 juegos contra 38 o 40 de los demás países con los que queremos competir.
Se inventó el Torneo Intermedio que se juega en dos grupos, sumando 7 partidos oficiales, pero tiene una final que no suma a la tabla anual y no es valorada sobre todo por los grandes.
La clasificación a la copa Sudamericana para un grande tiene sabor a poco y nada. Para colmo en forma insólita se le da el derecho al campeón del Intermedio a jugar la Supercopa Uruguaya.
Eso va en contra de la Supercopa local. En el mundo entero la juegan los campeones de Liga contra los campeones de Copa. En Uruguay nació primero el Intermedio y le usurpó el lugar al campeón de la copa Uruguay. Entonces, la Supercopa Uruguaya es un partido entre el campeón de la Liga y el campeón de un tercio de la misma liga, y si se repite el campeón lo juega el vicecampeón. Garantía de fracaso.
La Copa Uruguay es otra muestra de cómo hacer las cosas mal. Se jugó una edición que ganó Defensor y luego la segunda duró un año y medio y también la ganó el violeta.
En la tercera que se está jugando ahora se le cambió el reglamento ya que el déficit era insostenible y decenas de clubes quedaron por el camino sin jugar con aviso poco tiempo antes de comenzarla.
La frutilla de la torta es lo que ya expuse. El campeón no juega ni siquiera la Supercopa local y no clasifica a ninguna copa internacional. El premio económico no es en efectivo sino en algo para infraestructura que no conmueve a nadie.
Lo dicho desde el principio. Los uruguayos del siglo XXI no sabemos organizar campeonatos atractivos, estamos matando hasta la vuelta olímpica que inventamos y todo está teñido por sospechas de reglamentos egoístas que pretenden cuidar derechos mezquinos e intereses por votos que eternicen a algunos en el poder.
Es hora de mejorar esto. Copiemos lo que hacen los demás, con eso solo ya alcanzaría. No inventemos más, las ideas geniales se fueron con el siglo XX. Ahora copiemos y punto. Será mejor.
Sergio Gorzy
Fuente de esta noticia: https://www.xn--lamaana-7za.uy/deportes/los-uruguayos-no-sabemos-dar-emocion-a-nuestros-campeonatos/
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