El líder cocalero que batió récords de votación y gobernó el país andino por casi 14 años atraviesa su peor momento político. Dos expertos analizan cómo se puede ubicar en el nuevo escenario
En el evismo se lo veían venir. Después de casi tres años de batalla entre Evo Morales y el presidente Luis Arce por el control del Movimiento Al Socialismo (MAS) y la candidatura de las elecciones nacionales de 2025, la semana pasada una sala judicial puso fin a la disputa y marcó un parteaguas en la historia del partido más numeroso del país.
El plazo final para renovar directivas de los partidos políticos vencía en diciembre y el calendario electoral apuraba la dimisión de disputas internas, por lo que Morales tuvo que jugar todas sus fichas. En septiembre organizó una marcha de siete días a La Paz y en octubre un masivo bloqueo de caminos que se prolongó durante 24 días y que cerró con una huelga de hambre de casi una semana.
Tras no lograr la atención de ninguna de sus demandas ni forzar la renuncia del presidente -que era el pedido abierto de algunos dirigentes sociales- el líder cocalero ordenó a sus bases el repliegue. En su entorno se empezó a hablar de que el plan del arcismo era “robarles” la sigla.
A través de dos sentencias constitucionales, los jueces Gonzalo Hurtado y René Espada, anularon las posibilidades electorales de Morales: le negaron la posibilidad de volver a ser candidato y validaron la elección de un aliado de suyo como jefe del partido. Ambas determinaciones generaron controversia, no solo por sus implicaciones dentro del MAS y el resto del escenario político, sino también por la cuestionada legitimidad de los magistrados que las firman. Hurtado y Espada son dos de los jueces cuyo mandato venció en enero y que se “autoprorrogaron” hasta la elección de sus sucesores, un proceso que han boicoteado sistemáticamente a través de recursos judiciales con venia del Gobierno.
El líder cocalero ha presentado un memorial ante el Tribunal Supremo Electoral (TSE) exigiendo que no acate la sentencia constitucional que calificó de “ilegal” e “inconstitucional” bajo el argumento de que los magistrados que la ordenan no están dentro de su mandato.
El martes habrá una sesión de sala plena para tratar el tema, pero el vocal Gustavo Ávila adelantó a Infobae que la van a acatar. “Las sentencias son de cumplimiento obligatorio y de carácter vinculante, no podemos no acatar”, explicó, y dijo que de todas formas se dará una respuesta formal al memorial de Morales.
El abogado constitucionalista José Luis Santistevan explicó que el TSE no puede rechazar ni objetar sentencias y que los vocales “está en indefensión absoluta” porque no gozan de la figura de juicio de responsabilidades. “En caso de no cumplir el fallo, cualquier interesado lo demanda y pueden ser procesados penalmente”, señaló en entrevista con este medio.
¿Qué recursos le quedan a Evo Morales si no tiene posibilidades en lo institucional y agotó sus métodos de protesta? “Le queda construir un evismo sin Evo”, afirma el analista Carlos Saavedra, quien considera que, si bien Morales tiene la base social más alta dentro del escenario electoral, también es el político que genera un mayor nivel de rechazo y que su capacidad de atraer votos del centro y de la izquierda no radical está disminuida.
Morales fue un fenómeno electoral en Bolivia. Después de años en los que los partidos más votados superaban apenas el 20% de la votación, el líder cocalero llegó a ganar una elección con el 64% de apoyo en 2009, poco menos que el 67% alcanzado en un referendo revocatorio el año anterior. Ahora las encuestas lo muestran lejos de esos números.
Para la politóloga Susana Bejarano, Morales es un líder histórico cuyo legado y trayectoria “no se apaga porque el TCP lo diga”, pero admite que su futuro político está cercado al menos circunstancialmente.
Para la analista, lo mejor que puede hacer es ceder el protagonismo a otras figuras que continúen con su proyecto político. “(Evo) necesita dar un paso atrás y dejar que fluya una nueva elección sin él ahí. La única posibilidad de viabilizarse políticamente es post esta elección”, sostiene.
Saavedra coincide en que el evismo necesita encontrar otro liderazgo que sea capaz de aglutinar las lealtades que le quedan a Morales y seducir a nuevos votantes, con el uso de otra sigla si es necesario, pero afirma que ningún candidato tendrá posibilidades electorales si no toma distancia del líder cocalero.
“Evo está derrotado moralmente, jurídicamente y políticamente. No hay Evo con capacidad de articulación en términos de medición electoral”, afirma.
Por lo pronto, todo apunta a que Morales está fuera del juego y que la única posibilidad que tiene es mantener su influencia política en el país a través de algún liderazgo nuevo, que llegue al Gobierno o sea la principal fuerza de oposición, con miras a elecciones posteriores a 2025. Sus allegados lo tienen claro: el plan B es la conducción de un nuevo proyecto de izquierda que haga política desde la resistencia.
¿Cómo queda Luis Arce en este escenario? Con la Justicia de por medio, el presidente ha logrado vencer esta batalla y eliminar a su principal adversario en términos institucionales.
Sin embargo, muchos analistas creen que el arcismo no tiene futuro y terminará cuando termine el Gobierno. Lo que parece ser el fin de la disputa interna en el MAS le quita peso de encima y lo pone al frente del mayor problema y principal preocupación de los bolivianos: la crisis económica, de la cual depende también la continuidad de su Gobierno.
infobae.com
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