La relación entre organización y política en la gestión de daños causados por adversidades, es asunto que ocupa a estudiosos a revisar el discurrir de la política en términos de su injerencia ante los acontecimientos que propenden a determinar el curso de la gobernanza pretendida como proyecto de gobierno.
Sobre todo, cuando cualquier suceso tiene entre sus causas las inclemencias del tiempo-clima o las manifestaciones críticas de la naturaleza cuando las mismas conducen a incitar calamidades.
Igualmente, esa tarea a la cual debe entregarse toda administración de gobierno, mueve a examinar las complicaciones que emergen de situaciones supuestamente ordenadas con el auxilio de la teoría de organización. Pero que, ante la incidencia de problemas acaecidos a consecuencia de crisis fraguadas por catástrofes naturales, los criterios supuestamente acatados por quienes actúan en nombre del conocimiento que compromete la seguridad social y la gestión de riesgos físicos, muchas veces son groseramente desconocidos.
O peor aún, se ven subordinados por causa del desorden que se establece al momento que la crisis queda a merced de las improvisaciones desatadas por quienes se arrogan el poder necesario para imponerse entre las agitaciones de las urgencias declaradas.
Bien porque la urgencia de la situación se viste de “alcahuete” para permitir que cualquier uniformado militar, policial, de rescate o protección ciudadana, imponga su criterio o porque las prioridades avistan nodos críticos que se suponen de “primera atención”, sin siquiera un examen o inspección previa del área en crisis con el fin de esquematizar el perfil más inmediato capaz de asomar los flancos que reclaman los auxilios más pertinentes en cuanto a los modos y técnicas de ejecución.
Razón de la disertación
Lo aludido arriba, es el problema que anima esta disertación toda vez que al lado de lo recién ocurrido en Valencia-España, cualquier lugar del planeta podría vivir la réplica de tan mayúsculo y severo escenario.
El problema en cuestión, lejos de evitar su anómala reincidencia mediante la aplicación de un desempeño organizado por parte de organismos públicos debidamente preparados en la contención del desespero y exasperación que cunde tan aciagos momentos, tiende a agravarse. No sólo por no responder a los tiempos de asistencia. Sino también, por creer que sólo la presencia, aunque bien intencionada de rescatistas y personal de apoyo, seguridad y logística, es suficiente.
Habida cuenta de no contar con la coordinación o comando de crisis, capacitado y situado en el exacto lugar que la contingencia demanda, o por presumirse que la influencia proyectada por influjo de la política ocasional, además investida de autoridad pública, es apta para remediar los males engendrados por crisis ocasionadas por la naturaleza.
La mecánica del problema
La premura que abate cualquier esfuerzo, soslaya la intervención del conocimiento mostrado desde la teoría de organización y otras consideraciones teóricas que tratan las catástrofes con el enfoque de la administración de desastres. Y que, en el fragor de tan rigurosas situaciones, mejor será denominarlas como “contención de desastres”. Aunque indistintamente de su orientación cognitiva, interesa primeramente descender al que cada contingencia caracteriza.
Podría asentirse que, si bien cualquier catástrofe natural es causada por acción propia del comportamiento natural del planeta, del mismo modo su control destaca el hecho supeditado a la gestión de sobrevivencia y solidaridad que identifica el sentido de bonhomía, concienciación y comprensión del ser humano.
Pero no basta con ello. El problema tiene otro modo de interpretarse o leerse. Su interpretación es función de algunos valores morales y principios de socialización. Por ejemplo, de ciudadanía, responsabilidad, justicia y cooperación, especialmente.
Su lectura pende del manejo conceptual y metodológico de ciencias tan especiales como las que desglosa la teoría social. Esta, convertida en preceptos y criterios de organización, salvaguarda, asistencia civil, seguridad, y otras igualmente importantes. Y justo, cabe agregar el problema que se desata por culpa del desconocimiento que voluntarios y funcionarios cargan.
Es el punto de inflexión o lugar de posicionamiento donde radica el centro de acogida de tan inmenso problema cuya incidencia rinde frutos en el desorden, retraso, unidad o cohesión de las labores de salvamento y resguardo que deben prestarse en tan azarosos momentos.
Pero casi siempre se impone la improvisación, generalmente, como bandera ideológica, representante del poder político hegemónico. No obstante, la formación académica de cuadros universitarios en áreas de prevención, coordinación y jefatura de desastres físico-naturales y socionaturales, viene allanando los vacíos empíricos que siguen viéndose por parte de organismos de ayuda al servicio de las contingencias.
A manera de conclusión
Cabría dudar si los programas de estudio se diseñan, adecuan y actualizan atendiendo las singularidades de los eventos cuya diversidad en cuanto a forma, alcance y complicaciones los hace particulares. Tanto como si dichos pensum de estudio toman en cuenta la dinámica de la física, la meteorología, la disposición asistencial, la ingeniería de contingencia y la medicina crítica o de emergencia.
Sin que en aras del análisis que asume estas líneas, luciera pertinente considerar los medios y recursos que comprometen una atención eficaz en el mayor de los sentidos, la idea fue dar cuenta de la importancia de las implicaciones en la que se debaten las faenas dirigidas a controlar los riesgos que derivan de toda calamidad natural.
Es así que vale referir lo que respecta en términos de sus injerencias a las vías de comunicación en cuenta, equipamiento del funcionariado activo-especializado, transporte asistencial y de traslado del personal técnico. Sin que en todo ello falten los algoritmos de organización que garantizan el discernimiento y aporte del conocimiento que sabe brindar el aseguramiento de las correspondientes gestiones de riesgos.
Las mismas, procuradas en las distintas direcciones que configuran las fases de la asistencia propia de la situación en crisis. Fue esta la razón que inspiró, fundamentalmente, tratar el tema considerando los conflictos que se suscitan en los predios de la relación organización y política en la gestión de riesgos naturales.
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Del mismo autor: De paradoja en paradoja
Antonio José Monagas
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