Hace unos meses, muchos cristianos vimos con asombro cómo la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de París 2024 contenía desfiles, celebraciones y símbolos que se burlaban de temas bíblicos y divinos.
Aquello no fue un evento aislado. Vivimos en una cultura que se mofa de las enseñanzas bíblicas, que son eternas y de suma importancia. Por ejemplo, en la ceremonia de los premios Grammys 2023, el cantante Sam Smith interpretó su canción Unholy con una escenografía que hacía referencia a Satanás y al infierno.
Podríamos mencionar muchos otros ejemplos, pero lo que me interesa abordar en este artículo es la pregunta: ¿Cómo debemos responder los cristianos ante las burlas y mofas de nuestra fe? Te invito a considerar las siguientes tres reflexiones al respecto.
1. Debemos reaccionar en misión, no con monasticismo.
El monasticismo fue popular en el cristianismo durante la Edad Media, cuando muchos creyentes decidieron vivir en un monasterio por diversas razones. Esto les demandaba cortar en gran medida el contacto con la cultura a su alrededor y dedicarse a sus tareas dentro de los muros del recinto.
Quizá nunca lleguemos al extremo de encerrarnos en un monasterio, pero muchos sentimos el impulso de aislarnos del mundo cuando vemos las burlas a nuestra fe en la cultura que nos rodea. Si cedemos a este impulso, iremos en contra del deseo de Jesús: «No te ruego que los saques del mundo, sino que los guardes del maligno. Ellos no son del mundo, como tampoco Yo soy del mundo» (Jn 17:15-16).
¿Por qué Jesús oró de esa manera? Porque Él nos dio una misión: «Vayan, pues, y hagan discípulos» (Mt 28:19). Por eso también hemos recibido poder del Espíritu Santo, para ser testigos de Cristo hasta los confines de la tierra (Hch 1:8).
Los cristianos no somos del mundo, pero estamos en el mundo porque somos la luz del mundo
La tendencia al monasticismo ha existido entre los cristianos a lo largo de toda la historia de la iglesia. En parte, viene de un deseo genuino de obedecer a nuestro Padre celestial, quien anhela que vivamos en santidad y con un amor puro por Él (1 Jn 2:15). Sin embargo, si nos aislamos totalmente de la cultura, no entenderemos cómo piensan las personas no cristianas, no sabremos qué escuchan, qué leen, con qué se entretienen, qué aman. Entonces, será mucho más difícil crear puentes de diálogo para cumplir con nuestra misión.
Los cristianos no somos del mundo, pero estamos en el mundo porque somos la luz del mundo (Mt 5:14).
2. Debemos desear arrepentimiento, no perdición.
Cuando la cultura se burla de nuestra fe, también solemos tener el impulso de expresar maldiciones proféticas en su contra, deseando la segunda venida de Jesús en juicio y expresando nuestra certeza de que un día las burlas del mundo serán castigadas por el Dios santísimo.
Es cierto que el juicio de Dios es inminente (He 9:27) y que hay un sentido en que debemos anhelar ese día, preparándonos para ese momento. Todos aquellos que no han puesto su fe en Jesús como su único Salvador, ni se han arrepentido de sus pecados, van camino a un castigo eterno diseñado por Dios para Sus enemigos (Mt 10:28).
Sin embargo, no es nuestra responsabilidad desear la perdición de las personas que se burlan de nuestra fe. Mientras anhelamos la segunda venida de Jesús, que traerá el fin de nuestro sufrimiento y persecución (Mt 5:11-12), nuestra responsabilidad principal sigue siendo hacer discípulos de todas las naciones.
Nuestro Señor está siendo paciente para que todos los que han de ser salvos procedan al arrepentimiento (2 P 3:9). Entonces, mientras esperamos el juicio, nos alineamos al corazón compasivo de Jesús y pedimos a Dios las fuerzas para compartir el evangelio una vez más, para plantar una iglesia más, para enviar misioneros a una tribu más.
Debemos cultivar el espíritu de paciencia y misión de Jesús, en vez de la actitud de Jonás, quien deseaba tanto el juicio contra Nínive que se enfureció cuando Dios ofreció perdón: «¡Ah SEÑOR! ¿No era esto lo que yo decía cuando aún estaba en mi tierra?… Porque yo sabía que Tú eres un Dios clemente y compasivo, lento para la ira y rico en misericordia» (Jon 4:2).
Debemos imitar el corazón compasivo de Dios (Jon 4:10-11) y rogar para que muchos se arrepientan y reciban el perdón de sus pecados para ser salvos.
3. Debemos reconocer nuestra parte de responsabilidad.
Hay un sentido en que los cristianos no podemos mirar las burlas de la cultura y decir: «¡Nosotros nada tuvimos que ver en eso!». Es cierto que el príncipe de las tinieblas gobierna este mundo y que estamos en medio de una guerra espiritual por los corazones y la mente de la sociedad (Ef 2:2; 6:12). Pero si París, Hollywood o Londres —capitales mundiales de la cultura— están en decadencia y descomposición, creo que es, en parte, porque falta la sal que preserva: «Ustedes son la sal de la tierra; pero si la sal se ha vuelto insípida, ¿con qué se hará salada otra vez? Ya no sirve para nada, sino para ser echada fuera y pisoteada por los hombres» (Mt 5:13).
Los cristianos no podemos excluirnos de nuestra responsabilidad en este asunto. Las burlas de nuestra fe en los medios de comunicación y la industria del entretenimiento nos recuerdan que el reino de las tinieblas opera con fuerza y que hemos sido llamados a ser luz en medio de la oscuridad (Mt 5:16).
Debemos imitar el corazón compasivo de Dios y rogar para que muchos se arrepientan y reciban el perdón de sus pecados
Con esto no estoy diciendo que Dios haya llamado a la iglesia a apoderarse de todas las posiciones de liderazgo en gobiernos y empresas de entretenimiento. Pero hemos sido llamados a hacer discípulos en todo el mundo, lo que incluye personas en todas las esferas de la cultura. Si cumplimos nuestra misión, seremos sal y luz en el mundo.
Imitemos el corazón de Cristo
La cultura es un reflejo de las convicciones del corazón de las personas de la época. Tristemente, las expresiones artísticas de nuestra cultura, como la que vimos durante la inauguración de los últimos Juegos Olímpicos de este año, demuestran que este mundo le ha dado la espalda a la Palabra de Dios, ¡y es horrendo! En este contexto de rebelión es imposible el florecimiento humano y cultural tal como Dios lo diseñó.
Por eso debemos empezar cultivando el corazón compasivo de Jesús cuando contemplaba a una ciudad rebelde: «¡Jerusalén, Jerusalén, la que mata a los profetas y apedrea a los que son enviados a ella! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus pollitos debajo de sus alas, y no quisiste!» (Mt 23:37).
Oremos y ayunemos por nuestro mundo, para que más personas procedan al arrepentimiento y Dios sea glorificado en todo el mundo.
Nate Abellán
Fuente de esta noticia: https://www.coalicionporelevangelio.org/articulo/responder-cultura-burlas-fe/
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