Juegos y dinámicas en el ministerio juvenil: ¿Cuál es su rol apropiado?

He servido en el ministerio juvenil durante los últimos doce años. La tarea de organizar reuniones cada fin de semana nos ha hecho expertos (¡eso espero!), a mis compañeros y a mí, en hacer programas. Estoy segura de que la enorme mayoría de las reuniones tuvo, al menos, una dinámica o juego.

Durante estos años, en ocasiones he sentido la necesidad de buscar nuevos y mejores juegos, explorando cientos de sitios en Internet para salir del apuro de ofrecer una novedosa «dinámica cristiana» a los jóvenes del grupo.

Esto me ha hecho pensar en el lugar que ocupan los juegos y las dinámicas en el ministerio juvenil. ¿Hasta qué punto vale la pena esforzarnos en añadir juegos y dinámicas a nuestras reuniones de jóvenes? ¿Cuál es el rol apropiado de estas estrategias?

Un balance sabio

La Palabra de Dios debe ser el centro de una reunión juvenil, eso debe quedar claro desde el principio (cp. 2 Ti 3:16 – 4:2). Sin embargo, muchas veces se priorizan las actividades antes que la Biblia, porque resulta más entretenido. Y lo entiendo, trabajar con jóvenes no es sencillo y queremos captar su atención. Pero a veces damos tanto espacio a los juegos que los jóvenes quedan cansados para prestar atención. He visto personas que incluso se duermen durante la enseñanza.

Debemos darle a la Biblia la centralidad que se merece y se debe notar en nuestros programas. ¡Estamos hablando de la Palabra de Dios!

Las dinámicas pueden ser herramientas útiles para el ministerio juvenil si les damos un enfoque sabio que acompañe la centralidad de la Biblia

No obstante, podemos reconocer que las dinámicas son excelentes herramientas para el trabajo en grupos. Por ejemplo, una dinámica de integración permite que los miembros de un grupo se conozcan mejor y fortalezcan sus relaciones. Las dinámicas de presentación facilitan que los nuevos integrantes se sientan bienvenidos y se involucren con mayor facilidad. Incluso las dinámicas de sana competencia pueden regalarnos anécdotas memorables, en donde reímos hasta decir «basta» y liberamos endorfinas, la «hormona de la felicidad».

Pero estas actividades no solo son útiles para la dinámica grupal, sino también para alcanzar objetivos específicos de aprendizaje. Un estudio de la Universidad de Harvard encontró que el «aprendizaje activo», que incluye juegos y dinámicas, puede aumentar la retención de información en un 50 % en comparación con la enseñanza tradicional. El aprendizaje activo mejora la comprensión mientras fomenta las habilidades sociales y el trabajo en equipo.

Los juegos y dinámicas pueden llegar a ser herramientas muy útiles para el ministerio juvenil, si les damos un enfoque sabio que acompañe la centralidad de la Biblia. Para ello, necesitamos la ayuda de Dios para tener un balance sabio en nuestros programas.

Hay una gran diferencia entre jugar un juego cualquiera solo porque es divertido y participar en una dinámica que promueva y acompañe el aprendizaje de los principios bíblicos. Las dinámicas grupales pueden hacer que aprender sea atractivo, enriqueciendo de ese modo el crecimiento espiritual de los jóvenes.

Actividades creativas y útiles

Para que las dinámicas sean útiles para el ministerio juvenil, debemos pensar bien cómo aportarán al aprendizaje y a la comunión. En este sentido, necesitamos ser creativos.

La creatividad humana es un don de Dios y una expresión de Su imagen en nosotros. Desde el principio de la Biblia, vemos a un Dios creativo. Como Sus criaturas, hechos a Su imagen, también tenemos la capacidad de ser creativos en todas nuestras tareas, incluyendo las maneras en que podemos enseñar y discipular a los demás.

La creatividad debe ayudar a que las dinámicas juveniles conduzcan a una mayor profundidad en el conocimiento de la Palabra de Dios

Por ejemplo, una dinámica creativa que invita a los jóvenes a representar escenas bíblicas puede ser no solo una actividad divertida que distiende las relaciones en el grupo, sino también una oportunidad para que profundicen en la historia y el mensaje de las Escrituras. En mi experiencia, escenificar una historia puede ser una buena estrategia para que los jóvenes memoricen versículos, cultiven su conocimiento bíblico y mediten en la conexión de estos textos con Jesús.

La creatividad debe ayudarnos a que las dinámicas juveniles conduzcan a una mayor profundidad en el conocimiento de la Palabra de Dios. La Biblia nos exhorta a no conformarnos con un entendimiento superficial, sino a examinar las Escrituras (Jn 5:39). Esto significa que las actividades que proponemos a los jóvenes deben ir más allá de lo superficial. Deben ser un aliento a meditar en las verdades bíblicas y a aplicarlas en sus vidas cotidianas.

Cumplamos con el mandato de hacer discípulos

Jesús nos encomendó una tarea clara: «Vayan, pues, y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que les he mandado» (Mt 28:19-20).

El mandato de hacer discípulos se cumple a través de la enseñanza. Esto no es solo una transmisión de información, sino un llamado a estar comprometidos con que las personas comprendan y vivan la Palabra de Dios. Por eso es importante que consideremos cómo enseñamos, buscando siempre mejorar nuestra pedagogía y explorando el uso de herramientas efectivas, como las dinámicas grupales, para que la enseñanza sea significativa y transformadora.

Las dinámicas no deben opacar ni reemplazar el aprendizaje bíblico, sino fomentar el conocimiento de Cristo

Si vamos a usar dinámicas en los grupos juveniles cristianos, queremos que sean mucho más que simples juegos. Con un enfoque intencional y apuntando a principios bíblicos, estas actividades pueden convertirse en herramientas valiosas para el ministerio, en la búsqueda de cumplir con nuestro llamado de formar discípulos que crezcan en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo (2 P 3:18).

Cada momento del ministerio juvenil es una oportunidad para sembrar la Palabra en los corazones de los jóvenes, incluso el tiempo de esparcimiento. Los juegos y dinámicas no deben opacar ni reemplazar el aprendizaje bíblico, sino fomentarlo, para que sean un medio útil que apunte hacia el conocimiento de Cristo.