El caso de la corredora chilena, que tras finalizar la Media Maratón de Buenos Aires tuvo un paro cardiorrespiratorio durante varios minutos hasta ser reanimada, abrió el debate entre los expertos.
Aunque no era la primera carrera larga que hacía, la corredora chilena Manuela Bugueño Ipinza sintió que algo no estaba bien cuando cruzó la meta de la Media Maratón de Buenos Aires el domingo último y comenzó a sentirse mal.
Después de correr casi una hora y media se desvaneció y entró en paro cardiorrespiratorio. Inmediatamente fue atendida por el equipo médico de la organización que le realizó las tareas de reanimación con RCP y desfibrilación, para luego ser trasladada al Hospital Fernández, donde fue trasladada para su correcta atención.
“Estuve 22 minutos muerta”, contó la corredora de 30 años, que también es médica, desde el Hospital Alemán donde se encuentra internada para completar su recuperación. Su declaración llamó la atención de expertos clínicos, médicos cardiólogos y hasta especialistas en neurología, quienes coincidieron en que con ese tiempo con el corazón detenido es imposible el sobrevivir. Qué pudo haber pasado, según los expertos.
El médico Alberto Crescenti, especialista en emergentología conocido públicamente por ser director del SAME en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, explicó a Infobae que el máximo tiempo que una persona sin pulso y sin respirar puede vivir luego de ser reanimada es de 4 minutos. “Sin reanimación, tras 4 minutos, el cerebro entra en una situación irreversible y su corazón de la misma manera”, explicó el experto. Y agregó: “Iniciada la maniobra de reanimación cardiorrespiratoria una persona puede estar muchos minutos hasta que llegue la respuesta médica adecuada”, como sucedió en el caso de la maratonista chilena.
Marcelo Nahin, jefe de servicio de Cirugía Cardiovascular del Hospital El Cruce de Florencio Varela, provincia de Buenos Aires, precisó a Infobae que “una persona si está en paro cardiorrespiratorio más de 3 minutos tiene muerte neuronal. Las neuronas no toleran la falta de oxígeno. El cerebro es frente al oxígeno como un auto en marcha que continuamente necesita nafta para estar prendido. Si esa persona está más de 3 minutos sin aporte de oxígeno, la persona queda con muerte cerebral si luego se le logra reanimar el corazón”.
Nahin aclaró el tipo de paro cardíaco que tuvo la corredora. “Hay dos tipos de paro cardíaco. El asistólico, donde el corazón está parado y no late. Y el otro es por fibrilación ventricular, donde el corazón tiene un movimiento irregular, de reptación. Se arruga en forma desorganizada. Tiene movilidad, pero no es efectiva para enviar la suficiente sangre al cerebro. Ahí es cuando se debe aplicar shock mediante un desfibrilador externo automático (DEA) y luego maniobras de RCP y masajes cardíacos. Por eso es probable que la corredora haya tenido este último”.
“En caso de que una persona sufra un paro cardíaco asistólico, se le debe aplicar alguna droga adrenalina o fármaco sinotrópico para que entre en fibrilación ventricular y luego sí aplicar el DEA”, sostuvo Nahin.
El experto aclaró que hay casos documentados en los que se ha podido revivir a una persona que pasó más de 4 minutos en paro y no sufrió daño cerebral. “Eso ocurre generalmente en ambientes con temperaturas muy frías, como los esquiadores que quedan atrapados en avalanchas. El frío o la hipotermia es un protector neuronal natural. Eso lo hacemos en quirófano también cuando debemos hacer grandes cirugías cardiovasculares, en la cuales hay que hacer un paro circulatorio. Además de detener el corazón, hay que parar todo para sacar la sangre del cuerpo. Son cirugías del arco aórtico o cayado aórtico o cirugías para sacar los trombos crónicos adheridos en las arterias pulmonares. Ahí se hace una hipotermia profunda controlada donde se lleva la temperatura del paciente de 37 grados a 20 en 60 minutos para poder ser intervenido. Luego se hace un recalentamiento gradual para evitar romper las proteínas del cuerpo”, agregó el especialista cardiovascular.
El director del plan de emergencias de la carrera, Diego Pizzini, explicó que la corredora Bugueño corrió 21km en una hora y 27 minutos. “Cruzó la meta y a los pocos metros hizo un colapso, una muerte súbita. Al minuto fue socorrida por cuatro voluntarios de la Cruz Roja que estaban muy cerca del Puesto Médico Avanzado ubicado a pocos metros de la llegada”. Y destacó: “Al ingresar al puesto, un minuto después del colapso, fue atendida por un grupo de médicos cardiólogos y emergentólogos que constataron que estaba en paro, ahí comenzó la reanimación con el uso de desfibrilador, y en menos de 6 minutos recuperó su pulso”.
Mariano Socolovsky, jefe de Neurocirugía del Hospital de Clínicas y Profesor de Neurocirugía de la Universidad de Buenos Aires (UBA) indicó a Infobae que la hipoxia cerebral, que es la falta de oxígeno en el cerebro, produce muerte de las neuronas rápidamente. “En ocasión de un paro cardíaco, con falta de irrigación cerebral, en los 30 segundos a 1 minuto ya ocurre la muerte neuronal. Cuanto más tiempo sin irrigación sanguínea sufre, mayor muerte celular va a ocurrir. Si el daño no es completo, se puede restablecer la vida. Inclusive pueden ocurrir secuelas a nivel cerebral por el tiempo en que el cerebro estuvo sin oxígeno”, destacó el experto neurólogo.
“Creo que hay una mala interpretación de la corredora. No estuvo técnicamente 22 minutos sin irrigación en el cerebro, porque es imposible sobrevivir a ese lapso y sin secuelas neurológicas. Es imposible. Lo que tuvo fueron 20 minutos de masaje cardíaco, donde hubo alguna irrigación cerebral, aún con el corazón funcionando en forma defectuosa y gracias a los masajes cardíacos y la reanimación que recibió. Hay que destacar que uno no puede volver de la muerte a los 22 minutos y que el cerebro no tolera la falta de oxígeno en forma prolongada”, precisó enfático Socolovsky.
La doctora Susana P. Gaytán fisióloga e investigadora del grupo de Neurobiología de Vertebrados de la Universidad de Sevilla considera un momento crítico para la vida de las neuronas, que la presión intracraneal supere la presión arterial sistólica (que es la que viene del corazón). “Esto dará lugar a la parada circulatoria cerebral, porque lo que permite que se mueva la sangre es la diferencia de presión. Si no circula la sangre, las neuronas se deterioran muy deprisa, no pueden seguir activas ni mantener las conexiones entre ellas, es decir, el cerebro deja de funcionar, se muere”, concluyó.
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