El pasado 17 de octubre se cumplieron 104 años del nacimiento de Miguel Delibes, uno de los principales escritores españoles de la segunda mitad del siglo XX. A partir de su primera novela, que mereció el Premio Nadal, continuó una intensa carrera literaria con novelas que destacaron en la narrativa española de la posguerra, varias de las cuales fueron adaptadas al cine o al teatro. Su obra, en la que abundan paisajes y personajes de Castilla, tiene un sentido que trasciende lo local al adentrarse en lo más profundo de la naturaleza humana.
Primeros años
Miguel Delibes Setién nació en Valladolid el 17 de octubre de 1920. Su madre era hija de un destacado abogado y político carlista, y su padre, sobrino nieto del compositor francés Léo Delibes. Culminados sus estudios secundarios en el mismo año que comenzó la guerra civil, se enroló al año siguiente como voluntario en la Marina del ejército sublevado, por lo que estuvo embarcado en el crucero Canarias. Al fin de la guerra, de vuelta a su ciudad natal, culminó estudios de Comercio e inició la carrera de Derecho, matriculándose además en la Escuela de Artes y Oficios de Valladolid, donde adquirió las habilidades para trabajar de caricaturista en el diario El Norte de Castilla.
El 23 de abril de 1946 contrajo matrimonio con Ángeles de Castro, quien tendría un papel fundamental en su motivación para escribir.
La carrera literaria
Su primera novela, escrita en 1947 con el título de La sombra del ciprés es alargada, obtiene al año siguiente el Premio Nadal. A esta siguieron Aún es de día (1949), cuya censura inició una dura relación con los inspectores del régimen franquista, y enseguida El camino (1950). De ahí en adelante Delibes continuó escribiendo una novela por año, y en 1958 fue nombrado director de El Norte de Castilla. En 1962 publica Las ratas, con la que obtiene el Premio de la Crítica. Cabe destacar, además, que casi toda su actividad literaria se desarrolla al tiempo de una sostenida carrera periodística, y que con la primera lograba a menudo soslayar la censura de que era objeto la segunda.
Su actividad en el extranjero como profesor invitado en universidades se desarrolló mayormente en Alemania y Estados Unidos. Otro hito importante en su carrera fue su designación como miembro de la Real Academia Española en el año 1973. La muerte de su esposa, ocurrida un año más tarde, a pesar de significarle un gran impacto, no aminoró su actividad creadora. Ya con trece novelas publicadas, asistió al estreno de la adaptación teatral de Cinco horas con Mario, una de sus obras más conocidas, que tuvo varias reposiciones en España y también en París. Se trata del monólogo interior de una mujer que deja fluir sus recuerdos junto al féretro de su marido, y a través de su discurso se va revelando el racconto de su vida en común y el retrato de ambos. Ella es una señora burguesa, conservadora; él, tímido, irresoluto, más cerca de ser un idealista; ambos en una España de los años sesenta en donde, aunque persisten ciertos atavismos, se está viviendo una incipiente modernización y prosperidad.
La adaptación de muchas de las novelas de Miguel Delibes al cine y algunas al teatro, contribuyó a su amplia difusión. La mayoría de las películas, tales como El camino (1963), Los santos inocentes (1984), El disputado voto del señor Cayo (1986), La sombra del ciprés es alargada (1990), El tesoro (1990), y Las ratas (1997) mantienen el nombre de la novela original.
Las guerras de nuestros antepasados (1975) fue una de las obras de Delibes llevada al teatro por José Sacristán. Muy recientemente el mismo actor puso en escena Señora de rojo sobre fondo gris (1991), en la que el novelista canaliza todo su dolor por la temprana muerte de su esposa, Ángeles de Castro, madre de sus siete hijos, persona fundamental en su vida, al punto que fue a partir de su matrimonio que empezó de lleno su carrera literaria.
Entre los reconocimientos que recibió en su vida Miguel Delibes, están el Príncipe de Asturias de las Letras, el Premio Nacional de Literatura y la Medalla de Oro otorgada por la Comunidad Autónoma de Castilla y León. Varias universidades, tanto españolas como del extranjero, lo nombraron doctor honoris causa. Su última obra importante, El hereje (1998), un verdadero tributo a Valladolid, obtuvo en Premio Nacional de Narrativa.
Ninguna de estas distinciones ni las visitas que recibía en su retiro provincial, entre otras las de los Reyes de España, alteró el modo de vida de ese hombre sencillo, amante de la naturaleza, que disfrutaba al máximo la tranquilidad de su querida Valladolid, en donde murió a la edad de 89 años.
La narrativa de Miguel Delibes se ubica dentro del realismo, con énfasis en el mundo rural, la infancia y los dramas humanos. Hay denuncia de las injusticias sociales y una acentuada defensa de la naturaleza y de la explotación sostenible de sus recursos, por lo que se le considera pionero en esta temática.
También Delibes abundó en valientes reflexiones contra el aborto, lo que le valió el encono de ciertos “progresistas”, a quienes señaló con dureza la incongruencia de que su voluntad de proteger a los más débiles no condecía con el atentado impune contra la vida del embrión, un ser totalmente indefenso que no puede hacer manifestaciones callejeras, aunque, claro está, tampoco vota, por lo que es políticamente irrelevante.
Castilla en su obra
El mismo Delibes reconocía que su tierra, con sus gentes, sus paisajes y el mundo rural, convertido casi en territorio mítico, era una constante en su narrativa. Para demostrarlo, en 1972 publicó Castilla en mi obra, con textos extraídos de varias de sus novelas. Incluso dijo conformarse conque en su epitafio, refiriéndose a lo literario, dijese: “Acertó a pintar Castilla”. Si bien él mismo aclara que esa descripción incluye al hombre que habita ese medio. Es así como habitante y paisaje se integran de modo indisoluble con la trama.
Sin embargo, ese localismo, que contempla al hombre en su propia circunstancia y medio concreto, es capaz de ser tan profundo como para llegar a lo universal.
En sus novelas se ve el mundo a través de la mirada de los seres humanos que lo habitan, cada uno con la inquietud de su propia edad y condición, de modo tal que, al centrarse en la interioridad del personaje, la anécdota pasa a un segundo plano y priman los grandes temas universales que compartimos en todo tiempo y lugar.
El mismo Delibes lo confiesa cuando dice: “He buscado en el campo y en los hombres que lo pueblan la esencia de lo humano”.
Mireya Soriano
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