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Cuando el exvicepresidente y todavía precandidato presidencial demócrata Joseph Biden anunció a la senadora estadounidense Kamala Harris como su compañera de en las elecciones presidenciales de 2020 fue un movimiento histórico. Aunque las mujeres han sido nominadas para la vicepresidencia, Harris era la primera mujer negra y la primera persona de ascendencia india en ser nominada por un partido político importante. Unos meses más tarde se convertiría en la primera mujer en ocupar el segundo cargo más importante del país.

En cualquier momento, el vicepresidente de Estados Unidos podría convertirse en el líder más influyente del mundo. Pero el papel de los vicepresidentes ha evolucionado drásticamente a lo largo de los años, pasando de ser irrelevante a lo largo de gran parte de la historia a ser un potencial instrumento de poder en la actualidad. Esto es lo que necesitas saber sobre el puesto.

De oponente a compañero de fórmula

El papel de vicepresidente fue una ocurrencia gubernamental tardía: se creó solo al final de la Convención Constitucional de 1787, que lo relegó a un comité que manejaba los asuntos pendientes. Los fundadores habían planeado dejar que el líder del Senado, elegido por el propio cuerpo, asumiera la presidencia si el presidente quedaba incapacitado.

Pero luego la convención ideó el Colegio Electoral, compuesto por representantes de cada estado que se reunirían cada cuatro años para elegir un presidente. Los padres fundadores de Estados Unidos temían que las lealtades estatales nunca producirían un candidato favorito bajo este sistema. Con el fin de reducir el peligro de estancamiento, exigieron que cada elector eligiera a un candidato presidencial de un estado diferente. El candidato con más votos se convertiría en presidente; el segundo, se convertiría en vicepresidente.

La Constitución otorgaba pocos poderes al vicepresidente. Presidirían el Senado de los Estados Unidos, servirían como voto de desempate, supervisarían los juicios políticos, o impeachments,  y supervisarían el recuento de los votos del Colegio Electoral.

Pero el sistema se rompió rápidamente. A medida que surgieron los partidos políticos, los presidentes fueron emparejados con vicepresidentes que eran diametralmente opuestos a su política y que trabajaban activamente en su contra. Los partidos trataron de rectificar eso mediante el establecimiento de un sistema de compañeros de papeleta. Eso también resultó contraproducente cuando los compañeros Thomas Jefferson y Aaron Burr recibieron el mismo número de votos electorales para presidente en 1801. La Cámara de Representantes, ferozmente partidista, se estancó 35 veces antes de romper el empate, dándole la presidencia a Jefferson.

Sacudido por la debilidad constitucional que expusieron las elecciones, en 1804 el Congreso aprobó la 12ª Enmienda, que otorgaba al Colegio Electoral votos separados para los presidentes y sus compañeros candidatura. Pero la elección de un vicepresidente sigue siendo un desafío. En 1837, algunos electores se negaron a votar por el compañero de candidatura del candidato presidencial Martin Van Buren, Richard Mentor Johnson, que se convirtió en el único vicepresidente en la historia en ser elegido a través de una disposición de la 12ª Enmienda que requiere que el Senado elija un vicepresidente entre dos contendientes si ninguno recibe la mayoría de los votos electorales.

Un papel vagamente definido

A lo largo del siglo XIX, los vicepresidentes eran vistos como políticamente convenientes durante una campaña electoral, cuando podían ser utilizados para obtener votos electorales críticos y equilibrar el atractivo geográfico de un candidato presidencial. Pero después de las elecciones, la mayoría fueron ignorados por los presidentes a los que servían, y sus deberes y su papel de sucesores del presidente quedaron sin aclarar.

Parte del problema era la propia Constitución, que establecía vagamente que los deberes del presidente “recaerían” en el vicepresidente si un presidente quedaba incapacitado o moría, pero técnicamente no decía que el vicepresidente asumiría el cargo. Tampoco había un plan para reemplazar a un vicepresidente incapaz de terminar un mandato.

Esto se puso a prueba cuando el presidente William Henry Harrison murió mientras estaba en el cargo en 1841. Mientras que los adversarios políticos argumentaban que el vicepresidente John Tyler solo debería convertirse en un presidente “en funciones”, Tyler interpretó que la Constitución no le otorgaba un conjunto de deberes, sino el cargo presidencial en sí. Se trasladó a la Casa Blanca, prestó juramento presidencial y pronunció un breve discurso inaugural. Habría que esperar hasta 1967 para que el precedente que estableció se consagrara en la Constitución con la 25ª Enmienda.

Otros tres vicepresidentes asumieron la presidencia tras la prematura muerte de sus predecesores en el siglo XIX. Unos pocos se postularon sin éxito a la presidencia. Pero en los 100 años transcurridos desde la elección de Thomas Jefferson en 1801, solo uno, Martin Van Buren en 1836, llegó al cargo a través de unas elecciones.

Luego vino Theodore Roosevelt, quien sirvió bajo William McKinley en 1901. Puesto en la papeleta por rivales políticos de Nueva York que estaban desesperados por desbancarlo como gobernador del estado, Roosevelt vio el papel como poco inspirador, pero se postuló porque sabía que podría darle una oportunidad en la Casa Blanca. Una vez instalado, pasó su tiempo en el cargo tratando de alinear una eventual victoria presidencial. Cuando McKinley fue asesinado en 1901, Roosevelt accedió a la presidencia; en 1904 fue elegido por derecho propio.

Crece el poder vicepresidencial

En el siglo XX, los presidentes se involucraron más en la selección de sus vicepresidentes y les dieron más poder. El presidente Franklin D. Roosevelt, elegido para el primero de sus cuatro mandatos en 1932, invitó a sus tres vicepresidentes a reuniones de gabinete, una medida sin precedentes en ese momento. Aun así, Harry Truman, que se había convertido en vicepresidente en enero de 1945, no se sentía preparado para asumir la presidencia tras la muerte de Roosevelt unos meses después.

“Sentí que la luna, las estrellas y todos los planetas habían caído sobre mí”, dijo Truman más tarde sobre la muerte de Roosevelt, que lo dejó lidiando con temas como la bomba atómica, el potencial de una Guerra Fría y el final de la II Guerra Mundial que todavía estaba activa en el frente del Pacífico, temas sobre los que nunca había sido informado.

El presidente Dwight D. Eisenhower, que sucedió a Truman en 1953, estaba horrorizado por la falta de preparación de su predecesor. Así que se aseguró de que su vicepresidente, Richard Nixon, estuviera íntimamente involucrado en la vida ejecutiva. Eisenhower incluyó a Nixon en las reuniones y le asignó tareas importantes, como un largo viaje a Asia y una legislación crítica sobre los derechos civiles. En parte debido a su mala salud, Eisenhower hizo arreglos para que Nixon fuera totalmente responsable del papel presidencial en caso de que quedara incapacitado.

En la década de 1960, estaba claro que el Congreso tendría que aclarar el vago papel del vicepresidente. En 1963, el sucesor de Eisenhower, el presidente John F. Kennedy, fue asesinado, lo que dejó vacante el cargo de vicepresidente durante meses después de que Lyndon B. Johnson asumiera la presidencia. En respuesta, el Congreso aprobó la 25ª Enmienda, que establece un procedimiento para conseguir un vicepresidente de reemplazo y resolvió, de una vez por todas, que si un presidente muere o queda incapacitado, el vicepresidente se convierte en presidente en lugar de simplemente asumir las funciones.

 

Frenesí mediático moderno y candidatos de alto perfil

La historia reciente ha convertido la selección de un posible vicepresidente en un evento predeciblemente al gusto de la prensa. A medida que las campañas se han vuelto más conocedoras de los medios, la selección del vicepresidente se ha convertido en parte de las estrategias de medios de los candidatos a presidente.

En 1972, el candidato demócrata George McGovern había sido rechazado por varios aspirantes a vicepresidentes, y su eventual elección, Thomas Eagleton, abandonó la carrera después de que las noticias revelaran que había recibido terapia de electrochoque durante una hospitalización psiquiátrica.

El fracaso de McGovern para vetar a Eagleton fue ridiculizado por los republicanos y, cuatro años después, la campaña de Carter lo tomó como una lección. En 1976, montó el primer proceso público de selección de candidatos a la vicepresidencia y no reveló su elección hasta la Convención de nominación, lo que desató las especulaciones en los medios. Estas teatralidades fueron un golpe de relaciones públicas que ha sido repetido por otras campañas desde entonces.

Como resultado, los vicepresidentes modernos han adquirido perfiles más destacados y, a menudo, son seleccionados para ampliar el atractivo de un candidato presidencial o para equilibrar las deficiencias políticas percibidas. En la década de 1980, George Bush, padre,  se encargó de establecer relaciones vitales con jefes de estado y dignatarios internacionales. Su vicepresidente, Dan Quayle, un exrepresentante y senador que fue elegido para equilibrar el atractivo de Bush para los votantes mayores, sirvió como intermediario del presidente con los legisladores republicanos.

Otros vicepresidentes se centraron en la creación de políticas. Bajo la presidencia de Bill Clinton, Al Gore fue un poderoso defensor del medio ambiente y negoció un acuerdo en el último minuto en Kioto, prometiendo reducir las emisiones por parte de Estados Unidos, aunque el tratado nunca se ratificó por el poder Legislativo. Richard Cheney fue visto como un reinventor de la vicepresidencia al asumir un papel más importante en el desarrollo de la política del presidente George Bush, hijo.

Si bien mucho ha cambiado sobre el papel del vicepresidente a lo largo de los años, algunas cosas habían permanecido igual hasta 2020: solo hombres blancos se habían desempeñado como vicepresidentes, y solo dos mujeres, la demócrata Geraldine Ferraro en 1984 y la republicana Sarah Palin en 2008, habían sido nominadas como candidatas al cargo por un partido político importante.

Los vicepresidentes también intentan usar el papel como un trampolín hacia la presidencia, aunque el último en suceder fue George H.W. Bush en 1989. En los casi 250 años transcurridos desde la fundación del país, solo 14 vicepresidentes han llegado a ser presidentes, ya sea por la muerte o renuncia de su predecesor o por elección. En 2024, Kamala Harrys aspira a ser la 15ª y primera mujer en ocupar el puesto político más influyente del mundo.

La vicepresidencia ha sido durante mucho tiempo lo que el titular del cargo está dispuesto a hacer de ella. Y aunque hay poca certeza en política, es seguro que el cargo seguirá evolucionando junto con la república a la que sirve el vicepresidente.

National Geographic
Fuente de esta noticia: https://www.nationalgeographic.es/historia/2024/10/vicepresidentes-estados-unidos-irrelevantes-influyentes

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