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Vie. Nov 22nd, 2024
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Obviamente a lo largo de la historia el peso del liderazgo ha sido clave en la conducción de procesos políticos. No obstante, con la aparición de la figura de los partidos políticos modernos y las olas democratizadoras, la concepción de una “estructura” o “maquinaria partidista” comenzó a tener una determinación demasiado importante con el transcurrir de las décadas de buena parte del siglo XX y comenzando el XXI.

En muchos países, cuando de elecciones se trataba, la población generalmente emitía su voto, basando su análisis, más en aspectos ideológicos o de apego partidista que del carisma de los líderes. De manera tal, que la influencia de los partidos políticos en cuanto a mensaje, organización y direccionalidad estratégica era clave para ganar una elección en un sistema político de rasgos democráticos.

Con la aparición de la era digital, los cambios no se han hecho esperar. El impacto de las multiplataformas de comunicación que nos brinda la tecnología en la actualidad han incidido fuertemente en los cambios actitudinales hacia la política y los políticos en general. Tanto así se manifiesta el fenómeno, que hoy en día, estamos en presencia de una “nominalización” de la política donde los nombres de los líderes y las narrativas que promueven son mucho más importantes que las maquinarias partidistas que otrora copaban la escena casi sin contrapesos.

No quiero decir con esto que las organizaciones políticas no tengan ya importancia en cualquier proceso electoral o acción de articulación para fines públicos. Es bueno aclararlo. Lo que quiero significar a partir del análisis de lo que viene ocurriendo en muchos países de carácter democrático y también en los autoritarios, es que proporcionalmente, ha cambiado la ecuación.

Aunque los partidos siguen siendo claves en la organización y direccionamiento estratégico de los procesos, ya no tienen el mismo peso determinante en los resultados electorales que hace unos diez años atrás. Son múltiples los ejemplos que tenemos alrededor del mundo para soportar este análisis. Javier Milei, Nayib Bukele, Emmanuel Macron, Pedro Sánchez, Gabriel Boric, Daniel Noboa, Volodimir Zelensky, Giorgia Meloni, entre muchos otros, nos muestran que las narrativas y el carisma personal se ha venido imponiendo paulatinamente.

No estoy juzgando si este fenómeno es bueno o es malo. La nominalización de la política permite que muchos candidatos a cuerpos colegiados que antes se escondían en planchas anónimas ahora tengan que figurar más para ganar respaldo público. En paralelo puede ocurrir, como en efecto ha venido sucediendo en muchos lugares, la democracia se debilita en tanto y cuanto se distorsionan los contrapesos que permiten mantener mejor el balance de la democracia.

En esto último, los partidos políticos han contribuido a mantener esos espacios de parlamentarismo necesario para equilibrar el poder, aunque en algunas oportunidades a través de ciertos errores, han facilitado la cooptación de los poderes debilitando la democracia.

También es importante destacar que una eventual “nominalización” de la política puede conducir a un excesivo personalismo o hiperliderazgo como se le conoce en términos técnicos. Es un grave riesgo el que se corre de hecho ya ha ocurrido en diversos lugares, donde algunos líderes, usando mecanismos y narrativas de la democracia, se han convertido en unos auténticos autócratas de nuevo cuño con consecuencias muy lamentables para los espacios de convivencia democrática.

El fenómeno de la nominalización debe ser estudiado y seguido muy de cerca por los expertos. Debe ser comprendido en su justa dimensión para identificar sus posibles impactos de cara al futuro cercano. La nominalidad de la política es buena en tanto transparenta el liderazgo frente a los electores más en términos de elecciones parlamentarias, pero también puede convertirse en la herramienta perfecta para destruir los contrapesos necesarios en un sistema política democrático.

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Las opiniones expresadas en esta sección son de entera responsabilidad de sus autores.

Del mismo autor: El algoritmo de la democracia

Piero Trepiccione
Fuente de esta noticia: https://efectococuyo.com/opinion/la-nominalizacion-de-la-politica/

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