Una pareja de españoles decidió dejar a un lado su vida rutinaria para dar paso a la aventura más grande de sus vidas: Recorrer por el mundo. Hace poco más de un mes que están en el país. “Paraguay ahora está de moda, antes casi nada se sabía”, reconocen.
Una casa rodante se impone en el estacionamiento que está en la zona del mirador de la Costanera. Era un domingo soleado. Mucha gente recorría el lugar para disfrutar de las actividades por el aniversario de la fundación de Asunción.
“Rumbo Valebon”, se puede leer en la parte superior del vehículo con chapa española, un dato curioso. Ese nombre está acompañado con los símbolos de Instagram y Facebook y al indagar en los perfiles tienta una invitación: “Desde el 2019 estamos recorriendo el mundo. ¿Nos acompañas?”.
Se trata de una aventura, de un gran sueño. ¿Quién no anhela visitar otros países y conocer nuevas culturas? Sin embargo, animarse a experimentar lo desconocido es una de las decisiones más difíciles. Los protagonistas de esta historia lo hicieron.
Andrés Valero e Inma Bonilla llevan más de 20 años juntos y la mayor parte de sus vidas la vivieron como cualquier otra pareja convencional en Barcelona, España. Ambos tenían una casa, trabajos estables y poco tiempo para disfrutar uno al lado del otro.
Una pasión que los une es la de viajar. Lo hacían cada vez que salían de vacaciones o cuando les permitían sus labores. “Al regresar siempre era lo mismo, nos faltaba algo, no queríamos volver al trabajo. ¡Quiero ser libre!”, nos cuenta con mucha energía y simpatía Inma.
Pese a la comodidad que ostentaban, no eran felices. Por eso durante mucho tiempo analizaron la idea de dejar esa vida y emprender una nueva experiencia, la de recorrer el mundo sin una hoja de ruta determinada y sin un destino fijo.
“Cuando nos levantábamos para irnos a nuestros trabajos en los últimos años, nos íbamos juntos porque estábamos en la misma zona, pero nos íbamos amargados y salíamos del trabajo amargados”, relata ella.
Andrés agrega que tampoco podían disfrutar de lo ganado mensualmente por el poco tiempo que tenían. “No sirve de nada el dinero si no tiene tiempo de disfrutarlo”, afirma.
Tras analizar varios escenarios, Imma fue categórica al decir: “Cuando uno se levanta pensando que ‘mi vida es una mierda, no me gusta’, hay que actuar. Sentado en el sofá no te pasan las cosas”.
Fue así que decidieron vender su casa, sus vehículos y cambiar su estilo de vida. Compraron una casa rodante, la reacondicionaron, le instalaron un panel solar, dejaron todo en orden en su país y dieron inicio a una nueva etapa.
“Fue con miedo. Cuando lo decidimos no sabíamos a dónde nos íbamos, si nos iba a gustar o con qué nos íbamos a encontrar. Lo que teníamos claro es que no queríamos seguir como estábamos”, afirma Inma.
La vuelta al mundo “sin rumbo”
Inma y Andrés deseaban aventurarse, conocer nuevas culturas y abrir sus mentes. Esos son los parámetros de su largo recorrido. No se impusieron una hoja de ruta y su camino lo construyen día a día.
Su travesía se inició en diciembre de 2018 cuando subieron la casa rodante a un barco para enviarlo al puerto de Montevideo, Uruguay. En los primeros días de enero del 2019 ya abordaron un vuelo con destino a Sudamérica.
A ese país llegaron por recomendación de varios otros viajeros, quienes les aconsejaban no llegar a Argentina o Brasil. “Nos hablaron de mayor seguridad, menos papeleos y menos coima”, cuenta Andrés.
En Uruguay recorren sus primeros kilómetros en ruta y se quedan unos dos meses. Luego pasan a Argentina, donde conocen a otros viajeros y brevemente tocan suelo brasileño. Posteriormente, retornan a la Argentina para recorrer otros lugares y alternan con Chile.
Si bien ahora el recorrido lo hacen en una casa rodante, en un futuro no descartan hacerlo de otra forma. “Puede ser como mochileros. No sabemos. Queremos recorrer Asia en una moto y África en una camioneta todoterreno. Tenemos muchos proyectos”, dice Inma.
Andrés señala que su idea tampoco es vivir todo el tiempo en la casa rodante por el cansancio que representa. Además, es consciente de que no todos los días son maravillosos; hay veces que tienen dificultades para dormir o se pueden encontrar en una ciudad con mucho ruido.
El primer obstáculo: La pandemia del Covid-19
Recorriendo la mitad de Argentina, ya en el 2020, Andrés e Imma se topan con la noticia que hizo parar al mundo: La rápida expansión del Covid-19. Al principio, buscaron un sitio donde quedarse y fueron acogidos por una familia durante dos meses.
Sin querer abusar de la hospitalidad, ambos buscaron algún alquiler, esperando que la situación pudiera cambiar en un corto plazo, pero las autoridades argentinas lo prohibieron. La Embajada de España también aconsejaba que sus conciudadanos retornen al país.
“No se pudo alquilar nada. Nuestra intención no era volver a España. Pero tampoco teníamos información de cuánto duraría y cada día se ponía peor. Entonces no nos quedó de otra que volver en un vuelo que ofrecía el Gobierno de España”, rememora Andrés.
La casa rodante la dejaron en la misma casa donde se hospedaron durante dos meses. Lejos de estar decepcionados o sentirse dolidos por cortar su travesía, ellos volvieron a cambiar sus planes y miraron esa problemática desde el lado positivo.
Inma indica que en su tierra natal ya no tenían casa, pero fueron ayudados por sus familiares. Aprovecharon para volver a trabajar y hacer dinero extra y también realizaron más viajes por el interior de España y Portugal, un plan que lo tenían en un futuro lejano.
Pasaron 18 meses para que Argentina vuelva a abrir sus fronteras el 1 de noviembre del 2021. “Nosotros no perdimos tiempo y el 14 de noviembre retomamos nuestro viaje”, menciona de manera alegre Inma.
Sin tener ningún problema en la casa rodante a la hora de hacer funcionar, se volvieron a subir para sumar otros miles de kilómetros. Durante tres meses visitaron el norte argentino hasta despedirse de ese país. Se trasladaron hasta Brasil, donde permanecieron otros seis meses.
La inclusión de Paraguay, un país “poco conocido”
Luego de recorrer más de 11.000 kilómetros en suelo brasileño, Andrés e Inma ingresaron a Paraguay el pasado 6 de julio por Ciudad del Este, Departamento de Alto Paraná. “Las primeras impresiones fueron muy buenas”, comenta con mucha diplomacia Andrés.
Se encontraron con una ciudad “caótica” y previamente fueron advertidos de tener mucho cuidado por la zona. De igual forma, tuvieron ganas de explorar un país poco conocido para ellos.
“Desde que entramos nos trataron muy bien. El paraguayo es muy buena onda”, resume Andrés sobre sus primeras semanas de estadía en tierra guaraní. Imma le complementa al afirmar que “para los viajeros se puso de moda Paraguay”.
Al respecto, agrega que por redes sociales hay mucha publicidad de otros viajeros sobre el país, por lo que muchos aventureros ahora lo incluyen en su hoja de ruta.
“Anteriormente, Paraguay no estaba en los planes de nadie. Nadie quería entrar a Paraguay. La mayoría de los viajeros se trasladaban directamente de Argentina a Bolivia. Paraguay era un país que estaba ahí, pero era muy poco conocido”, reconoce.
Después de ingresar por Ciudad del Este pasaron por las localidades de Bella Vista, Obligado, Hohenau, Encarnación y Carmen del Paraná. Tras su paso por la zona sur, vinieron a Asunción, con una parada previa en San Bernardino.
En la capital aprovecharon los festejos por su aniversario y caminaron por todo el centro histórico y el barrio San Jerónimo. Andrés e Inma destacaron la atención y la información turística que recibieron en la Costanera.
“Nos dieron un montón de información, además nos dejaron estacionar acá sin problema. Está cerca de todo. En las ciudades es difícil encontrar un espacio así para quedarnos. Muy buena onda todo”, resalta Andrés.
Como otros destinos incluyen a Caacupé, Tobatí y el Chaco paraguayo. En Concepción desean tomar el barco Aquidabán para dirigirse a la ecorregión del Pantanal, ubicado en el Departamento de Alto Paraguay.
“Estaremos unos días en el barco de carga. Queremos tener esa experiencia”, expresa Andrés. Ese viaje por aguas del río Paraguay dura tres días de ida y otros tres de regreso. “Por eso no sabemos cuánto tiempo nos quedaremos en Paraguay”, reafirma Inma.
A ellos les pareció curiosa la hospitalidad de la gente, sobre todo cuando son invitados a una casa para alimentarse, tomarse una ducha o lavar sus ropas. “Eso es muy gratificante, pero tampoco nos gusta abusar”, dice ella.
Como anécdota negativa tienen el mal arreglo mecánico que le hicieron a su vehículo por una pérdida en Ciudad del Este. Les cobraron caro y a los pocos kilómetros volvieron a sufrir el mismo inconveniente. Volvieron a pagar para reparar definitivamente.
Otra historia distinta tuvieron en la ciudad de Santa Rita, donde le detectaron un problema en la cremallera. Tanto en Argentina como en Brasil no lo supieron identificar. “Sabemos que nos van a cobrar un poco más por ser extranjeros”, señalan por los precios.
Viajar por el mundo “no es estar de vacaciones”
La pareja de españoles afirman que recorrer el mundo es un estilo de vida y manifiestan que existe una colectividad muy linda de viajeros. Comparten experiencias, consejos y, en muchos casos, se ayudan.
“No sabemos cuándo va a terminar este viaje. Terminará cuando el cuerpo nos pida. Igual siempre vamos a hacer viajes, pero seguro de menor escala. El ser viajero se lleva en el ADN”, asegura Inma.
Sobre el financiamiento, ambos explicaron que están utilizando el ahorro que juntaron durante mucho tiempo y cuando pueden van haciendo trabajos extras, ya sea en un país determinado o vía online.
También señalaron que el estar en una casa rodante es mucho más barato que vivir en un sitio fijo, donde se debe pagar impuesto, agua, electricidad y otros gastos básicos del hogar.
“Nosotros controlamos nuestros gastos. El presupuesto se va prácticamente en combustible y comida”, detalla Inma, al tiempo de referir que recorrer el mundo tampoco es estar de “vacaciones permanentes”.
Sobre la diferencia, menciona que cuando uno va de vacaciones directamente se pagan paseos, se busca comodidad o lujos. “Los viajes de vacaciones están estructurados para que las personas gasten su dinero”, dice.
En cambio, ellos lo hacen todo por su cuenta, visitan lugares turísticos específicos y se preparan la comida en el 94% de las veces. “Solo no hacemos cuando queremos probar los alimentos de cada país”, expresa Andrés.
La lógica de los viajeros es conocer la mayor cantidad de países gastando lo menos posible. Andrés e Inma no saben cuándo terminará su gran aventura, pero están seguros de querer disfrutar la vida al máximo sin estar atados a una rutina diaria.
Por Daniel Espinoza
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