Es agosto: la época de las vacaciones y también de esa tradición de lamentarse de lo malos que somos para tomar nuestras vacaciones.
Estas quejas tienen algo de verdad, en particular en los últimos años, pues el aumento en el trabajo a distancia durante la pandemia ha difuminado aún más la separación entre el trabajo y la vida personal. Pese a que la mayoría de los estadounidenses tienen permisos de vacaciones relativamente escasos, dejamos sin usar días de vacaciones que suman miles de millones de dólares. Y cuando sí nos tomamos un descanso, nos cuesta trabajo relajarnos: una encuesta realizada en 2022 entre más de 20.000 profesionistas encontró que el 54 por ciento de las personas dijeron que no estaban seguras de que pudieran “desconectarse totalmente del trabajo” si les daban días libres con goce de sueldo.
Este fracaso vacacionístico tiene sus consecuencias: según algunos registros, ser un “mártir del trabajo” que no se toma sus días libres o trabaja mientras está de vacaciones no es bueno para el rendimiento profesional. Desde luego, tampoco es lo mejor para la vida personal de los empleados, ya que aumenta el estrés y el riesgo de quemarse. Algunas empresas están llegando al punto de obligar a sus empleados a tomar sus vacaciones, una medida que quizá solo sea necesaria en una cultura en la que la gente se siente culpable por no estar trabajando y luego se siente avergonzada por trabajar cuando debería estar descansando.
“Quizá podamos echarles la culpa a los puritanos”, escribió hace poco Emma Goldberg en The New York Times. “Quienes llegaron a las 13 colonias en el siglo 17 pensaban que el ocio era pecaminoso y una semana de seis días laborables era prudente”.
Pero ¿acaso la única solución es insistir la relación binaria entre el trabajo y el tiempo libre, agudizando esos límites borrosos? Yo creo que no. Sobre todo para quienes disfrutamos de nuestro trabajo, si no puedes —o, admitámoslo, no quieres— desconectarte del trabajo cuando estás de vacaciones, déjame reconfortarte: probablemente esté bien. No es peor pasar el tiempo de inactividad en las vacaciones trabajando que viendo la televisión o revisando Instagram y el trabajo creativo a veces puede ser incluso un descanso bienvenido del caos de las vacaciones en familia.
Sin embargo, también está bien tomarse unas vacacioncitas durante las horas laborables. Una hora al aire libre para leer una novela, pasear en bicicleta por la tarde, almorzar con un amigo, salir de la oficina (o del escritorio en casa) un poco antes para comprar y cocinar una cena especial; si se piensa y se tiene la intención de hacerlo, prescindir de los límites estrictos entre el trabajo y el resto de la vida puede hacer posible una vida más plena y menos agotadora.
Alexis Grant, una empresaria de Virginia Occidental, me contó que ella y su marido se toman muchas veces tiempo de su jornada laboral para ir de excursión: frecuentes paseos cortos y una caminata de dos a tres horas juntos una vez a la semana. Las conversaciones que tienen en ese rato también representa un valor laboral, dice: “Las llamamos nuestras caminatas de genios porque a menudo acabamos ayudándonos mutuamente con los retos del trabajo”.
Explica que a veces trabajan por la noche, pero eso está bien porque no es fácil ir de excursión en la oscuridad, pero sí se puede revisar una hoja de cálculo a las 9 p. m. Pensar en esto último como algo problemático o como un presagio de agotamiento no tiene sentido si permite lo primero.
Los celulares y las computadoras portátiles se han considerado como los culpables en nuestra cultura de siempre estar conectados, sobre todo para quienes, como yo, podemos trabajar donde sea que haya señal de wifi. Pero también han posibilitado la flexibilidad laboral en algunas profesiones que muchos, sobre todo quienes tienen hijos, han agradecido. Cuando hice una bitácora de trabajo en 2013 y 2014 de mujeres profesionistas con niños en casa, cerca de la mitad dijeron que trabajaban lo que yo llamo un “turno dividido”: salían del trabajo temprano para pasar tiempo con sus hijos y luego trabajaban en casa por la noche después de que los niños se iban a dormir. Cambiar el lugar y el momento en que se realiza el trabajo hizo posible que estas mujeres tuvieran una carrera importante y una vida familiar significativa. Los hombres no hablan tanto de este cambio de horario, pero algunos también lo hacen.
La covid y el aumento en el trabajo a distancia aceleró esta tendencia, en especial en las áreas de gerencia, administrativas, financieras y otras profesiones. Pero mientras muchos aprecian la nueva flexibilidad en sus vidas diarias y algunos disfrutan la posibilidad de viajar y trabajar en cualquier lado, la filtración del trabajo en las horas libres ha provocado mucha angustia por la dificultad de “desconectarse”.
¿Necesitamos desconectarnos totalmente para relajarnos? Espero que podamos empezar a entender que, para muchos, el trabajo es un conjunto de tareas, no un conjunto de horas en un lugar determinado. Y el tiempo es un recurso finito, pero que no siempre puede dividirse con precisión en “hora de trabajo” y “tiempo libre”. Dedicar tiempo a uno mismo durante la jornada laboral no te convierte en un vago y trabajar un poco en vacaciones no te convierte en un adicto al trabajo. Prescindir de los límites estrictos de los horarios también debería significar dejar de lado la culpa que puedas sentir por hacer cualquiera de las dos cosas.
La flexibilización del binario vacaciones vs. trabajo abre posibilidades para vivir de nuevas maneras. Karen Raraigh, asesora genética de Baltimore centrada en la investigación, disfruta de una generosa cantidad de días de vacaciones al año. Pero, como ocurre con muchos profesionistas, sus proyectos especializados no avanzan de la misma manera si no los atiende y ella encuentra estos proyectos muy significativos.
“Me gusta el trabajo que hago”, me dijo. “El hecho de hacer un poco de trabajo en vacaciones me hace sentir bien de tomarme más días”. Su familia pasa varias semanas visitando a sus familiares en Maine, pero a veces se esconde una tarde para ocuparse de asuntos laborales.
Por supuesto, hay una diferencia entre consultar el correo electrónico en tu Airbnb antes de que todo el mundo se despierte y ser ese tipo que está en una llamada de Zoom mientras hace fila para subirse a Space Mountain. Al igual que con la mayoría de las cosas, la flexibilidad de tiempo puede llevarse demasiado lejos y tienes que conocerte a ti mismo y tu disposición. Una cosa es elegir trabajar en vacaciones y otra cuando tu jefe o tu carga de trabajo desmedida te obligan a trabajar a destiempo. Del mismo modo, si crees que permitirte tareas personales o excursiones durante la jornada laboral significa que nunca llegas a hacer nada, una separación más estricta podría ser el camino a seguir.
Pero si trabajar un poco en la playa significa que puedes estar en la playa durante dos semanas en lugar de una y mover los horarios de trabajo significa que puedes jugar con tus hijos por las tardes y seguir manteniendo a tus clientes contentos, esos límites borrosos podrían estar funcionando a tu favor.
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