Los opioides y otras sustancias desataron una crisis sanitaria y de seguridad pública. La necesidad de regulación y monitoreo emerge como crucial en la lucha contra la adicción
Las drogas se han convertido en una de las principales amenazas para la seguridad de Brasil, no sólo por el mercado del narcotráfico que gira a su alrededor, sino también por el consumo interno. La última alarma proviene de una investigación realizada por los principales medios de comunicación del mundo, entre ellos el Washington Post y en Brasil el sitio de noticias Metrópoles, sobre el riesgo de nuevas epidemias de adicción a los opiáceos. Según la investigación de este consorcio mediático, una multinacional farmacéutica está replicando en Brasil «las mismas tácticas que han matado a miles de personas en Estados Unidos».
El reportaje de Guilherme Amado publicado por Metrópoles y titulado ‘El mundo del dolor’ reveló cómo Mundipharma, este es el nombre de la empresa, conocida en todo el mundo por distribuir los medicamentos de Purdue Pharma, “sigue diciendo que la oxicodona de liberación prolongada no es adictiva, a pesar de que la ciencia dice lo contrario. La empresa también resta importancia al posible riesgo de que en Brasil se produzca una crisis similar a la de EE.UU., lo que es discutido por los expertos. Mundipharma financia, como lo hizo en los EE. UU., eventos sobre el uso de opioides-en los que los médicos promueven estas sustancias a otros médicos-con la justificación de tener como objetivo la formación y la educación sobre el uso de drogas. En estas clases, la farmacéutica tiene control absoluto sobre lo que los médicos dicen sobre las sustancias y paga todos los gastos de los profesionales invitados a asistir a los eventos”, escribe Amado en Metrópoles.
En 2021, con la aprobación del proceso de quiebra de Purdue Pharma y su disolución societaria, la justicia estadounidense puso fin a la larga disputa con esta farmacéutica sobre la grave epidemia de dependencia química en EE.UU. por el consumo de su principal producto, el analgésico opiáceo OxyContin. La decisión concedió inmunidad en futuras acciones judiciales a la familia Sackler, propietaria de la compañía, que a cambio se comprometió a pagar 4.500 millones de dólares a más de 3.000 personas por los daños causados por el fármaco, que contribuyó a la peor crisis de salud pública en EEUU desde el SIDA.
En Brasil, desde 2018, el OxyContin sólo es distribuido para uso hospitalario por Mundipharma, que también lanzó ese año al mercado nacional el Targin, que, según Metrópoles, “representó un retorno de la empresa a la promoción del OxyContin, principio activo en el que fue pionera. A diferencia de OxyContin, Targin no sólo contiene oxicodona. El fármaco se combina con otra sustancia, la naloxona, que funciona como antídoto contra algunas reacciones adversas de los opiáceos” reza el articulo. En Estados Unidos, la naloxona se utiliza principalmente en casos de sobredosis de fentanilo, hasta el punto de que muchos estados la distribuyen gratuitamente.
El prospecto de este medicamento en Brasil, escribe Amado en Metrópoles, “explica que la naloxona se utiliza para reducir efectos secundarios como el estreñimiento. Otro efecto secundario del fármaco, también mencionado en el prospecto, es la adicción. El 21 de agosto de 2024, Mundipharma dijo en respuesta a esta investigación, sin embargo, que la combinación con naloxona hace Targin seguro de usar. La afirmación es falsa, según el investigador principal de Fiocruz, Francisco Inácio Bastos. Según el médico, la combinación de las dos sustancias no hace que el fármaco sea seguro contra la adicción”, detalla Amado.
La Sociedad Brasileña de Toxicología (SBTOX) vigila de cerca la difusión y el uso de opiáceos en el gigante latinoamericano. Su presidente, Rafael Lanaro, explicó a Infobae que “para evitar una epidemia de opiáceos en Brasil, es fundamental adoptar medidas preventivas que involucren regulación, monitoreo y concientización, así como estrategias de control que prevengan el problema”. Una regulación estricta es crucial, según el experto. “La Agencia Nacional de Supervisión Sanitaria (Anvisa), el Consejo Médico Federal (FMC) y el Consejo Federal de Farmacia (FPC) necesitan intensificar el control sobre la prescripción y administración de opioides. Esto incluye la creación de protocolos clínicos que limiten la prescripción indiscriminada de estos fármacos, garantizando que sólo se utilicen en casos de dolor intenso, cuando otras terapias no sean eficaces. Además, sería importante crear sistemas digitales de monitorización de la prescripción, como ya se hace en Estados Unidos, donde médicos y farmacias deben informar de la dispensación de medicamentos controlados”, dijo Lanaro a Infobae.
La semana pasada, un farmacéutico de Curitiba fue excarcelado con la obligación de llevar un brazalete electrónico. Había sido detenido el pasado mes de marzo acusado de tráfico y falsificación de medicamentos. Según informó el sitio de noticias EXTRA, entre los fármacos de uso controlado que vendía había morfina, metadona y fentanilo. La comisaria de policía a cargo del caso, Aline Manzatto, dijo a EXTRA que la policía estableció que el hombre “llegó a vender una dosis de fentanilo a una de las víctimas por 10.000 reales (1.813 dólares), causando una deuda exorbitante. Después de conseguir su adicción, el hombre comenzó a amenazar a la víctima y su familia para cobrar la deuda, diciendo que era un oficial de policía y que había matado a varias personas”, declaró la comisaria Manzatto.
Metrópoles en su extenso reportaje también da voz a la psiquiatra Mariana Campello, del Laboratorio de Adicción a Opiáceos del Hospital das Clínicas de la Universidad de San Pablo, que reveló cómo la oxicodona es la tercera sustancia más presente entre los adictos químicos que acuden al ambulatorio, inaugurado a principios de 2014. Sólo la preceden la morfina y el fentanilo. La oxicodona es 1,5 veces más potente que la morfina, mientras que el fentanilo es 100 veces más fuerte. En Estados Unidos fue la oxicodona la que desencadenó la primera oleada de muertes relacionadas con los opioides, sustituida más tarde por el fentanilo vendido por narcotraficantes que aprovecharon inmediatamente la oportunidad criminal de esta epidemia de adicción a los opioides.
En Brasil, el principal grupo criminal del país, el Primer Comando de la Capital (PCC), empezó a montar sus propios laboratorios de producción de fentanilo con la ayuda de los cárteles mexicanos. Sin embargo, las incautaciones siguen siendo escasas, al igual que el seguimiento de los toxicómanos, especialmente fuera de los estados de Rio de Janeiro y San Pablo. A pesar de un mayor apoyo de la agencia antidroga estadounidense DEA en la formación específica de la policía brasileña sobre cómo reconocer y gestionar el fenómeno, muchos estados brasileños siguen teniendo dificultades para detectarlo.
El caso del estado de Espírito Santo, en el sureste del país, sigue siendo peculiar. A finales de agosto, la policía realizó la mayor incautación de fentanilo de la historia, 197 ampollas, en la capital del estado, Vitoria. Se desconoce el origen de la droga, pero las autoridades creen que los narcotraficantes la utilizan para potenciar otros estupefacientes. En 2023 se habían realizado otras incautaciones en Espírito Santo: 31 ampollas en febrero, 41 a principios de agosto y 14 a finales del mismo mes. En noviembre del año pasado también se incautaron 50 ampollas en Itaperuna, en el estado de Rio de Janeiro. Según los investigadores, estaban destinadas al segundo principal grupo criminal del Brasil, el Comando Vermelho (CV), en el estado de Minas Gerais.
“Necesitamos un seguimiento del origen de los opioides que circulan en Brasil, por parte de Anvisa y otras autoridades como aduanas y policía, diferenciando los opioides prescritos para uso terapéutico de los que se encuentran en el mercado ilícito”, dijo Rafael Lanaro a Infobae. Para el experto “esto ayudaría a identificar posibles patrones de abuso y evitar la entrada de opioides sintéticos, como el fentanilo y el nitazeno, que ya causan epidemias en otros países”. Además de la capacitación de los trabajadores de la salud, para el presidente de la Sociedad Brasileña de Toxicología, “es necesaria la integración entre salud y seguridad pública. Se debe establecer un sistema sólido de notificaciones de incidentes de sobredosis y epidemias de drogas en la calle para actuar rápidamente y evitar que el problema se convierta en una crisis”.
Pero no es sólo el fentanilo la amenaza que se cierne sobre Brasil. Como informa Douglas Farah en su reciente informe titulado “Cuarta ola de delincuencia transnacional: nuevos actores extrarregionales y mercados cambiantes transforman las economías ilícitas de América Latina y las alianzas de la delincuencia organizada transnacional”, la policía brasileña “tiene pruebas de la producción de metanfetamina en Brasil”. Esta droga se produce a partir de la efedrina y crea estados de euforia y alucinaciones.
La semana pasada, las autoridades australianas detuvieron a tres hombres residentes en Queensland como destinatarios de un cargamento de metanfetamina líquida procedente de Brasil que fue interceptado por las aduanas canadienses (Canada Border Services Agency en inglés) en el puerto de Vancouver y sustituido por un material inerte. En 1.320 botellas de una marca brasileña de jugo se habían escondido 1.278 litros de metanfetamina líquida que, según las autoridades, producirían 4 millones de dosis individuales de metanfetamina en cristal. El puerto de Vancouver lleva mucho tiempo en el punto de mira de las investigaciones internacionales por el transporte de metanfetamina destinada a los mercados de Australia y Nueva Zelanda.
La noticia es tanto más relevante cuanto que hasta ahora las incautaciones de metanfetamina en Brasil se referían a pequeñas cantidades y se efectuaban principalmente en aeropuertos, casi siempre con ciudadanos mexicanos que la importaban de su país, donde los cárteles la producen desde hace mucho tiempo.
Por lo tanto, la incautación de Vancouver representa un gran avance tanto por la gran cantidad como por el origen brasileño de la droga. En Sydney, al sudeste de Australia, como reveló Infobae en exclusiva el pasado mes de mayo, dos células del PCC operan con una banda local de motoristas. Seguramente el mercado australiano, debido a los altos precios a los que se vende la droga, es cada vez más atractivo también para los narcotraficantes brasileños. No es casualidad que en marzo de este año se incautaran 235 kg de metanfetamina, probablemente destinada al mercado internacional, en Guarujá, en el litoral de San Pablo, no lejos del puerto de Santos, utilizado desde hace años como centro de exportación de drogas.
Sin embargo, incluso en el gigante latinoamericano, la metanfetamina es una droga cara para quienes la consumen y se vende principalmente a las clases adineradas en eventos y fiestas. La semana pasada se informó de que en julio se desmanteló un laboratorio dirigido por chinos y brasileños en San Pablo y se incautaron dos kilos de metanfetamina. Según la Policía, los precursores necesarios para la preparación química de la sustancia llegaban directamente de China por correo. La investigación se inició tras la denuncia de un inmigrante chino que reveló a la policía que había llegado a Brasil con una oferta de trabajo de unos compatriotas suyos, pero que había sido engañado porque el trabajo consistía en realidad en traficar con metanfetamina. En San Pablo, el récord de incautaciones, casi 74 kg, se registró en 2023, una cifra que probablemente se superará este año, ya que en julio de 2024 la metanfetamina incautada ya ha superado los 52 kg.
Mientras tanto, la cocaína -de la que el país latinoamericano, aunque no sea productor, es uno de los mayores exportadores al mercado internacional, especialmente a Europa- también empieza a pasarle factura a Brasil en términos de contaminación ambiental. Un estudio del Instituto Oswaldo Cruz junto con investigadores de la Universidad Federal de Santa Catarina y de Rio de Janeiro reveló la presencia de cocaína en 13 tiburones capturados en el barrio de lujo Recreio dos Bandeirantes, en la zona este de Rio de Janeiro. La Sociedad Brasileña de Toxicología también alertó de la presencia de cocaína en la bahía de Santos, tanto en el agua como en sedimentos y organismos marinos.
“La contaminación ambiental por cocaína, ya sea por el narcotráfico a través del transporte marítimo o por las aguas residuales que contienen residuos del consumo de cocaína, es un problema complejo que requiere una acción coordinada en varios frentes”, explica Rafael Lanaro a Infobae, según el cual las principales medidas necesarias son “el fortalecimiento de la vigilancia del transporte marítimo, la mejora del tratamiento de las aguas residuales y el monitoreo ambiental regular”. En resumen, el problema del narcotráfico es cada vez más complejo y multifacético y requiere una respuesta urgente y coordinada de las autoridades, especialmente en esta delicada fase en la que están llegando al mercado nuevas drogas, cada vez más letales.
infobae.com
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