El uso de la IA en la creación artística ha generado un debate global. Mientras algunos celebran su capacidad para revolucionar el arte, otros, como reconocidos escritores y artistas, acusan a estas herramientas de infringir derechos de autor y apropiarse del trabajo creativo sin consentimiento.
En el cruce entre el arte y la tecnología, la Inteligencia Artificial ha abierto nuevas posibilidades, pero también ha desatado controversias. Escritores como George R.R. Martin y artistas visuales como Karla Ortiz denuncian que sus obras han sido utilizadas sin permiso para entrenar modelos de IA, lo que consideran un robo creativo.
A medida que las herramientas de IA generativa avanzan, creadores de todo el mundo se preguntan: ¿estamos ante una revolución tecnológica o una violación de los derechos de autor?
Del aprendizaje al conflicto: la Inteligencia Artificial y los derechos de autor
LAION (Large-scale Artificial Intelligence Open Network) es una organización sin fines de lucro que se especializa en la creación y liberación de grandes conjuntos de datos abiertos para el entrenamiento de modelos de Inteligencia Artificial.
En 2022, anunciaron la llegada de LAION-5B, un conjunto de datos de código abierto que contiene más de 5 mil millones de pares de imágenes y textos, diseñado para entrenar modelos avanzados de IA que pueden trabajar con imágenes y texto.
Este dataset es muy valioso para la investigación y desarrollo de IA, ya que permite la creación de modelos que comprenden y generan imágenes basadas en descripciones textuales.
De este modo, empresas como Stability AI desarrollan su IA generativa, y al emplear datasets como los de LAION, pueden entrenar sus modelos sin depender de datos propietarios.
Agustín Gravano, en diálogo con DEF, comentó lo siguiente: “La clave pasa por el concepto de aprendizaje semi-supervisado: tomar un texto/imagen/etc, ocultarle una parte, y ponerle como objetivo al modelo reconstruir lo que falta”.
“Dependiendo de cuán bien hace esto, se van ajustando los pesos de la red gradualmente, hasta que en algún momento (miles de millones de pasos después) la red es capaz de hacer esa reconstrucción. Durante este entrenamiento, la red va aprendiendo a codificar la estructura del documento (sintaxis y semántica en textos, formas y colores en imágenes, etc.)”, añadió.
Aun así un caso reciente es el de Getty Images, la reconocida agencia fotográfica que ofrece imágenes originales a sus clientes para utilizar en cualquier momento y lugar, siempre que los usuarios estén suscritos a su agencia.
La misma ha decidido demandar a Stability AI, acusándolos de “violación descarada de la propiedad intelectual“. La denuncia, presentada ante un Tribunal de Distrito en Estados Unidos, sostiene que Stability AI copió más de 12 millones de fotografías de la colección de Getty sin autorización ni compensación.
La inteligencia artificial bajo fuego: ¿una nueva era de plagio en el arte?
Esta forma de entrenar a la IA ha causado polémicas como los casos que involucran a George R.R. Martin, autor de Game of Thrones, y John Grisham, escritor importante de libros de suspense estadounidense. Ambos demandaron a OpenAI, la empresa detrás de ChatGPT, por violación de derechos de autor.
Alegan que sus libros fueron usados sin permiso para entrenar al modelo de IA. Otros escritores como Jonathan Franzen y Sarah Silverman se han unido a esta demanda, que destaca la preocupación de los creadores por el impacto de la IA en la industria creativa. OpenAI afirma que está trabajando para colaborar con ellos y resolver sus inquietudes.
Otro caso inquietante es el de Karla Ortiz, diseñadora, ilustradora y pintora, conocida por su trabajo en Ubisoft, Marvel y Wizards of the Coast: la artista descubrió en 2022 que aplicaciones como Disco Diffusion usaban obras de colegas sin permiso.
A medida que la tecnología avanzaba con programas como Midjourney y Stable Diffusion, se dio cuenta de que sus propias obras también habían sido utilizadas y decidió iniciar acciones legales.
A este caso se le suma el de Kelly McKernan, una artista visual conocida por sus pinturas acrílicas y acuarelas, quien descubrió que su estilo estaba siendo imitado por herramientas de IA, y manifestó su preocupación por la explotación de su trabajo sin consentimiento. McKernan ha demandado a Stability AI, Midjourney y DeviantArt, alegando que estas empresas violan derechos de autor al usar sus imágenes para entrenar las IA.
Los músicos también corren peligro: IAs que crea música
Otra polémica fue lo que sucedió con el cantante puertorriqueño Bad Bunny, en donde, a través de un canal de WhatsApp se mostró molesto por la creación de una canción llamada “Nostalgia” por parte del usuario FlowGPT, quien es conocido por hacer canciones con IA y generar colaboraciones ficticias.
En este caso, Bad Bunny estaba disconforme porque usaron su voz de manera artificial gracias a la IA, y la canción ha generado debate sobre el uso de la Inteligencia Artificial en la música y los derechos de los artistas.
Pero entonces, en este caso, ¿quién es el verdadero artista? ¿Cómo afecta a la economía de los mismos? ¿Esto se puede considerar como imitación?
Aunque la IA ha sido parte de la música durante años, con herramientas como el autotune, la IA generativa lleva esta intervención a un nuevo nivel, ya que no solo ajusta la voz, sino que puede componer música completa.
Para lograr esto, se entrena a la IA con enormes cantidades de datos musicales, identificando patrones de géneros específicos como por ejemplo el pop o la bachata. Luego, puede generar canciones basadas en fragmentos de audio o texto. Esta evolución tecnológica plantea nuevos retos y oportunidades comerciales para la industria.
Discográficas como Sony Music Group han lanzado una serie de reclamos contra empresas tecnológicas como OpenAI y Google por el uso no autorizado de su música en sistemas de Inteligencia Artificial.
La compañía ha enviado más de 700 cartas advirtiendo sobre la prohibición de extraer contenido, como canciones y letras, para entrenar modelos de IA sin permiso. Sony argumenta que este uso infringe los derechos de autor y priva a los artistas de control y compensación.
Ante esto, la Alianza para los Derechos de los Artistas (ARA) ha reunido a más de 200 músicos, entre ellos grandes nombres como Billie Eilish, Pearl Jam, Nicki Minaj, y Stevie Wonder, para denunciar públicamente los peligros que la IA representa para la industria musical.
Las demandas se centran en el uso no autorizado de las voces y estilos de artistas famosos para crear nuevas canciones sin permiso ni compensación a los titulares de derechos.
Protegiendo el arte en la era digital: las demandas de Butterick
Matthew Butterick, abogado con una carrera inicial en diseño y programación, lidera la primera ola de demandas contra grandes empresas de Inteligencia Artificial como OpenAI y Meta. Su objetivo es proteger los derechos de autores, artistas y otros creativos sobre el uso de su trabajo en el entrenamiento de IA.
Butterick, quien antes trabajaba en solitario desde su casa, se asoció con el abogado Joseph Saveri para presentar varias demandas, incluyendo una contra GitHub por su herramienta de codificación Copilot, que se alega infringe licencias de código abierto.
Butterick, conocido por su trabajo en tipografía y su libro Typography for Lawyers, se unió a Saveri después de que este le propuso colaborar en los casos contra la IA. Juntos, representan a artistas como Karla Ortiz o Kelly McKernan, quienes temen que la IA esté explotando su trabajo sin consentimiento. Las demandas, que también incluyen casos contra Stability AI, Midjourney y DeviantArt, buscan asegurar que los creativos tengan control sobre cómo se utiliza su trabajo en la formación de modelos de IA.
Estos casos están emergiendo en un momento en que la IA generativa está en auge, desafiando el impacto que estas herramientas podrían tener en la creatividad humana y el sustento de los artistas. Y es que uno de los mayores problemas que hay, y que se repite en cada uno de los casos, es que no existen regulaciones al respecto debido a que esto es relativamente nuevo y nadie sabe con exactitud cómo actuar ante este tipo de casos.
Estas demandas buscan forzar a las empresas a compensar a los autores y posiblemente a rehacer sus algoritmos con datos que no infrinjan derechos de propiedad intelectual. La lucha de Butterick se ha convertido en un importante frente legal contra la IA generativa, y otros sectores.
Agustín Gutiérrez
Fuente de esta noticia: https://defonline.com.ar/ciencia-tecnologia/inteligencia-artificial-en-el-arte-revolucion-o-robo-creativo/
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