El índice de precios al consumidor tuvo una suba en julio de 7,4 % y ya superó el 70 % anual.
“Que los salarios le ganen a la inflación”. Esa idea ha sido repetida por el presidente argentino, Alberto Fernández, desde que llegó a la Casa Rosada, pero cada vez parece más lejana. En julio, el índice de precios al consumidor (IPC) que elabora el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) fue de 7,4 %, el valor más alto desde 2002.
La cifra es incluso superior a la registrada en el mismo mes por Venezuela (5,3 %), que padeció una hiperinflación desde 2017 hasta diciembre pasado.
De acuerdo al mismo Indec, el índice de salarios subió 4,8 % en junio respecto del mes previo. Actualmente, el salario mínimo para un empleo registrado está en 47.850 pesos (357,53 dólares), con lo que podrían comprarse aproximadamente 5 kilos de pan por día. El drama puede afectar más o menos de acuerdo al nivel de ingresos de cada hogar, pero todos los argentinos coinciden en algo: el dinero no alcanza, y ahorrar en pesos no sirve.
Medida en términos anuales, la inflación ha alcanzado en julio el 71 %, y se estima que alcanzará el 90 % a fin de año. A esto hay que agregar que diciembre, en Argentina, es siempre un mes caliente, sobre todo cuando la situación económica limita el poder de compra de las familias. Y si hay inestabilidad política, mucho más.
El lunes, un gobernador oficialista de Tierra del Fuego, Gustavo Melella, reconoció que el Gobierno nacional del Frente de Todos “es el principal responsable” de la grave situación económica y social que atraviesa el país. “Si seguimos con este descalabro no llega nadie a 2023, ni oficialismo ni oposición”, afirmó Melella a Radio Fueguina.
Mientras tanto, organizaciones sociales y agrupaciones piqueteras de izquierda realizan casi diariamente protestas en todo el país, con consignas que reflejan la angustia de muchas personas que no pueden comer en un país productor de alimentos: “Contra el hambre y la pobreza” y “en defensa del salario y el trabajo genuino”.
La mayor fábrica de pobres
En el Gobierno saben que recomponer el nivel de ingresos de la clase trabajadora será clave para lo que resta de 2022 y más aún en 2023, año de elecciones. Recientemente, el mandatario Fernández convocó a empresarios y sindicalistas con el objetivo de alcanzar un acuerdo para “alinear precios y salarios por los próximos 60 días”, una idea sobre la que conversó con el nuevo ministro de Economía, Sergio Massa, para que los argentinos “dejen de padecer la inestabilidad”, consignó el diario La Nación.
El propio Massa, adalid de esta nueva etapa de la gestión peronista, declaró la semana pasada que la inflación es “la mayor fábrica de pobres que puede tener un país”, y exhortó a todos los sectores a colaborar “para ayudar a la Argentina”.
Lo cierto es que hasta ahora todos los intentos del Gobierno por controlar la inflación han fracasado, aunque también hay que considerar que la pandemia y el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania afectaron estos y otros indicadores a nivel global.
El efecto Massa
No obstante, la situación de Argentina es un tanto particular, ya que arrastra, además del problema de precios, una deuda récord de 44.000 millones de dólares con el Fondo Monetario Internacional (FMI), asumida por el Gobierno de Macri, y una profunda inestabilidad cambiaria que hace que el país tenga seis tipos de cotización del dólar diferentes.
Hace poco más de un mes, con la renuncia del exministro de Economía Martín Guzmán, cuestionado incluso desde dentro del kirchnerismo, el valor de la divisa norteamericana en el segmento dólar ‘blue’ o ilegal, que se consigue en casas de cambio, dio un salto de 21 pesos en un solo día (pasó de 239 a 260), y siguió subiendo con la designación de Silvina Batakis como su reemplazante hasta tocar los 350 pesos. El alza tuvo un impacto directo en las estanterías de los comercios, ya que siempre se traslada a productos de consumo masivo, principalmente alimentos.
El dólar comenzó a bajar recién con el nombramiento de Sergio Massa, un referente del peronismo más alineado a la centro-derecha, que tuvo acercamientos con Macri (en 2016 formó parte de la comitiva que lo acompañó al Foro Económico Mundial en Davos) y que es señalado por tener vínculos con la embajada estadounidense. Sin embargo, como suele ocurrir en este país, los precios no volvieron a su nivel anterior.
El presidente Fernández suele atribuir este tipo de descalabros a los “especuladores”: “Tenemos una oportunidad única y que esa oportunidad la perdamos porque unos pocos especuladores una mañana hacen subir el dólar 60 pesos, al día siguiente se dan cuenta que no logran conmovernos y lo bajan de un día para el otro. Esos especuladores no nos pueden hacer cambiar el rumbo a nosotros”, dijo en un acto celebrado el martes.
Quedará en manos de Massa, quien asumió hace solo una semana como ‘superministro’ de Economía, absorbiendo las carteras de Desarrollo Productivo y Agricultura, la ardua tarea de contener la suba de precios y calmar a los mercados durante los próximos meses. O, al menos, conseguir el acuerdo con gremios y empresarios para lograr los 60 días de estabilidad que se propone la Casa Rosada.
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