Las explosiones de los transbordadores espaciales Challenger y Columbia retumbaron en la cabeza de los directivos de la Agencia Espacial de EEUU a la hora de hacer regresar a los dos tripulantes de la cápsula Starliner de Boeing, que presentó varias fallas durante su vuelo fuera de la Tierra
“El hombre que comete un error y no lo corrige, comete otro error mayor”, dijo el filósofo chino Confucio en el 470 A.C.
Eso pareció retumbar en la cabeza de los directivos de la NASA, a la hora de decidir qué hacer con sus astronautas varados en el espacio, luego de que la flamante cápsula Starliner de Boeing presentara distintos fallos al arribar a la Estación Espacial Internacional (EEI) y no poder garantizar un viaje de regreso tripulado y seguro a la Tierra.
Conscientes de que una vez en su historia espacial y no hace mucho tiempo, cometieron un segundo error fatal que le costó la vida a 7 de sus astronautas, la NASA no quiso repetir las tragedias de los transbordadores espaciales Challenger de 1986 y Columbia en 2003.
Cabe recordar que el 28 de enero de 1986, el transbordador Challenger de la NASA explotó en el aire se deshizo en medio de una terrible explosión a los 73 segundos del lanzamiento de la misión STS-51-L, debido a un fallo en la junta de los anillos sellados del tanque de combustible externo. Y que el otro error repetido de la NASA fue el accidente del transbordador espacial Columbia que explotó el sábado 1 de febrero de 2003 sobre Texas, cuando la nave hacía su reingreso atmosférico, matando a otros 7 astronautas.
Los expertos precisaron que durante el lanzamiento de la misión STS-107, que era la número veintiocho del Columbia, una pieza de aislamiento de espuma se desprendió del tanque externo del transbordador espacial y golpeó el ala izquierda. Si bien en la mayoría de los lanzamientos anteriores del transbordador sucedieron daños menores por desprendimiento de esta espuma, algunos ingenieros sospecharon que el daño al Columbia era más grave, pero callaron.
Y los administradores de la NASA en ese momento afirmaron en la investigación, que la tripulación no podría haber solucionado el problema. La desintegración del Columbia ocurrió cuando el transbordador reingresó en la atmósfera, el daño en una de sus alas permitió que los gases atmosféricos calientes penetraran y destruyeran la estructura interna, lo que provocó que la nave espacial se volviera inestable y poco a poco se rompiera en pedazos.
Ante las puertas de una nueva tragedia
Más de 20 años después de la explosión del Columbia, la NASA se encontró con un nuevo dilema en el espacio. Con una emergencia que siempre intentaron minimizar para afuera. Pero por dentro sabían que no podían volver a cometer un error con astronautas en el espacio, poniendo en riesgo sus vidas.
La NASA confió en 2014 a Boeing y a la empresa espacial SpaceX, cuyo dueño es el multimillonario innovador Elon Musk el financiamiento para que construyan cápsulas espaciales tripuladas con el fin de retornar al espacio por sus propios medios y desde suelo estadounidense, después de la puesta fuera de servicio del programa de transbordadores espaciales en 2011.
Desde ese año, la NASA y la Agencia Espacial Europea dependían de las cápsulas rusas Suyoz para enviar sus astronautas a la Estación Espacial Internacional, que orbita la Tierra a 400 kilómetros de altura y tiene presencia humana ininterrumpida desde los 2000.
SpaceX tuvo lista su cápsula en 2018 y dos años más tarde hizo el primer vuelo tripulado. Pero Boeing demoró 4 años más para subir a dos astronautas en su viaje inaugural a la EEI. Eso ocurrió este 5 de junio último cuando los tripulantes de Starliner Barry ‘Butch’ Wilmore y Sunita ‘Suni’ Williams, fueron lanzados. Pero la alegría del vuelo inaugural duró poco. Antes de atracar en la EEI, hubo fugas de helio y cinco de sus 28 propulsores fallaron.
La estadía de 8 días de los dos astronautas en el complejo orbital de repente pasó a ser de semanas. Y luego de meses. En agosto último la NASA determinó después de más de 1000 pruebas en el espacio y en simuladores en la Tierra, que no estaban establecidas las condiciones para un retorno seguro de los dos tripulantes en la cápsula de Boeing, lo que ocasionó fuertes discusiones entre los dueños del gigante aeronáutico y los directivos de la Agencia Espacial estadounidense.
Cuando se le preguntó en una conferencia de prensa el sábado 24 de agosto si los accidentes del Challenger y del Columbia influyeron en su decisión personal para que los astronautas sigan en el espacio y eventualmente regresen en una cápsula de SpaceX, competidora directa de Boeing, el administrador de la NASA, Bill Nelson, confirmó a los periodistas que efectivamente ese fue el caso.
“Esto ha afectado a la decisión que hoy ha tomado este grupo colectivo y todos los que participaron en la Revisión de la preparación para las pruebas de vuelo. Se trata de intentar cambiar la cultura que primero llevó a la pérdida del Challenger y luego a la pérdida del Columbia, donde no se estaban señalando los errores obvios”, resaltó Nelson.
Nelson precisó que los ingenieros que manifestaron inquietudes sobre los componentes y el lanzamiento en un clima muy frío fueron ignorados antes del lanzamiento del Challenger. En el caso del Columbia, varias personas dentro de la NASA presionaron para obtener fotografías del ala dañada en órbita, pero el reingreso se llevó a cabo sin más inspecciones.
“Desde entonces, la NASA ha trabajado mucho para crear una atmósfera en la que se anime a la gente a dar un paso adelante y decir lo que piensa, y creo que hoy es un buen ejemplo de ello”, afirmó el jefe de la NASA. Cuando más tarde se le preguntó si la política jugó un papel en la decisión de la NASA, Nelson volvió a citar los ejemplos de los casos del Challenger y el Columbia.
“Puedo decirles inequívocamente, desde un punto de vista personal, que la política no ha jugado ningún papel en esta decisión. Lo que dije antes sobre Challenger y Columbia y las lecciones aprendidas y lo que hemos tratado de cambiar en la cultura, para que la seguridad sea nuestra estrella del norte, es lo que estamos tratando de hacer. El espacio es un entorno muy hostil en el que, si cometes un error, es muy implacable”, remarcó Nelson.
El administrador asociado de la NASA, Jim Free, indicó que se necesitaba más trabajo para comprender el problema con los propulsores de Starliner y afirmó que “hay incertidumbre sobre nuestra comprensión de la física que se desarrolla en los propulsores, pero aún tenemos trabajo por hacer”.
Regreso sin gloria
La cápsula Starliner de Boeing aterrizó ayer sin tripulantes y con ayuda de tres paracaídas en el desierto de White Sand, en Nuevo México (EEUU), después de un viaje de seis horas, tras desacoplarse el viernes sin problemas de la EEI, a la que llegó en junio pasado.
Después de tres meses en el espacio, en los que buscó en vano solucionar sus problemas técnicos para tener un buen retorno con sus dos astronautas, la nave aterrizó en solitario y ya es objeto de estudio de los expertos de Boeing.
Tras separarse suavemente de la EEI, la nave efectuó una secuencia programada de 12 encendidos cortos de propulsión que la lanzó lejos del complejo orbital, tal como estaba planeado, y llegó a la denominada “zona de seguridad” para después realizar otros encendidos sin problemas.
Steve Stich, directivo del Programa de Tripulación Comercial de la NASA, expresó esta semana que las fugas de helio en la nave posiblemente están vinculadas a la corrosión de unos sellos. El experto defendió que durante la misión tripulada de prueba, llamada CFT (Crew Flight Test), muchas partes del vuelo transcurrieron muy bien y que no cree que sea necesario un nuevo diseño para el sistema de propulsores, pero sí una importante revisión sobre su funcionamiento.
“Fue un aterrizaje en el blanco. Fue un gran día para la NASA y para Boeing, y hubiera sido un aterrizaje seguro y exitoso con la tripulación a bordo”, precisó el directivo, que pese a su entusiasmo no contó con el aval de seguridad necesario para que los astronautas regresen en la nave Starliner. Igualmente, admitió que la NASA no se arrepentía de haber traído a Starliner sin los astronautas, dadas las preocupaciones sobre la nave espacial. “Creo que tomamos la decisión correcta”, dijo.
“Aunque esto no haya sido como originalmente imaginamos la conclusión del vuelo de prueba, apoyamos la decisión de la NASA para Starliner, y estamos orgullosos de cómo nuestro equipo y nuestra nave espacial se desempeñaron a través de esta misión ajustada para regresar a casa de forma segura sin tripulación”, precisó Mark Nappi, vicepresidente y gerente del programa de tripulación comercial de Boeing, en un comunicado.
El trabajo de la NASA y Boeing será ahora determinar qué salió mal con la nave espacial e intentarán determinar si se necesitará hacer cambios de diseño en el sistema de propulsión de la nave, volarla de una manera diferente que no sobrecargue los propulsores, o incluso realizar otro vuelo de prueba.
Los astronautas varados ahora deberán regresar a la Tierra recién en febrero, cuando culmine la misión espacial Crew-9 de SpaceX, que volará en las próximas semanas con dos astronautas y dos asientos libres para que ‘Butch’ y ‘Suni’ tengan espacio para regresar finalmente a la Tierra.
infobae.com
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