China aumenta presencia en Centroamérica

La República Popular China (RPC) incrementó su influencia en Centroamérica en las últimas dos décadas, estableciendo relaciones diplomáticas y comerciales excepto con Guatemala y Belice, quienes mantienen lazos con Taiwán. Este creciente involucramiento suscita preocupaciones sobre la gobernanza en la región, reporta la plataforma centroamericana Expediente Abierto.

China es el segundo socio comercial para Centroamérica. Aunque inicialmente se veía este acercamiento como una oportunidad para el desarrollo económico, las condiciones impuestas por el país asiático en todas sus negociaciones indican que las “ayudas” son convenientemente estratégicas, tales como reducir el apoyo a Taiwán y asegurar su acceso a nuevos mercados, lo cual afecta los intereses económicos y la continuidad democrática local, subraya el reporte.

“Para establecer relaciones con China, es una condición que los países corten lazos con Taiwán”, dijo a Diálogo el 3 de agosto el exdiputado opositor nicaragüense exiliado en Costa Rica Eliseo Núñez. “Esta exigencia establece una relación asimétrica, ya que ningún país debería imponer a otro condiciones sobre con cuáles otras naciones pueden mantener relaciones de cualquier índole”.

Para atraer a estos países, China ofrece incentivos económicos que incluyen la construcción de infraestructuras como estadios deportivos, bibliotecas y viviendas. “La RPC ha buscado durante mucho tiempo expandir su influencia en países con niveles de desarrollo más bajos”, detalló Núñez. “Ve en Centroamérica una región particularmente receptiva para sus iniciativas”.

Expediente Abierto identifica tres principales intereses de China en Centroamérica: Políticos, promoviendo el principio de “una sola China” y obteniendo apoyo diplomático en foros internacionales; Estratégicos, aprovechando la ubicación geográfica de esas naciones para expandir su influencia global; y Económicos, asegurando el acceso a recursos naturales esenciales para su industrialización y adquisición de alimentos para su población.

El reporte indica que Centroamérica percibe a China como una opción para diversificar y potenciar sus exportaciones. También ven a la RPC como una fuente de inversiones para sus economías nacionales y para algunos, como Nicaragua, como un aliado para fortalecer su presencia en el escenario internacional.

Sin embargo Dante Mossi, presidente saliente del Banco Centroamericano de Integración Económica y aliado del régimen Ortega-Murillo, advirtió que las relaciones de China con Centroamérica no se traducen en beneficios, publicó el diario nicaragüense El Confidencial.

“Realizamos un trabajo de investigación denominado Documento de Taiwán, que muestra que ninguno de los países de Centroamérica ha obtenido ganancias significativas con el comercio o las inversiones con la República Popular China, durante los muchos años que han establecido relaciones diplomáticas”, señaló Mossi en LinkedIn.

La experiencia de Costa Rica indica que los convenios con China no se traducen en “buenos negocios”. Los datos de comercio exterior costarricense indican que en 2022 exportó USD 460 millones en productos chinos, pero importó más de USD 4133 millones. “Esto significa que una década después de la vigencia de su Tratado de Libre Comercio (TLC) con China, Costa Rica solo vende en ese mercado el 2,5 por ciento de sus exportaciones”, indica El Confidencial. En otras palabras, le compra mucho más de lo que le vende.

Costa Rica y Nicaragua firmaron un TLC con China, mientras El Salvador anunció este proceso recientemente a mediados de abril. Panamá mantiene abierto un lento proceso de negociaciones que inició desde 2018. Honduras anunció negociaciones para establecer un TLC con China, en marzo de 2023, tras la ruptura diplomática con Taiwán.

Preocupaciones crecientes

Si bien las relaciones centroamericanas con China crecen significativamente, preocupan las crecientes asimetrías comerciales que favorecen a Pekín, generando un déficit comercial 32,68 veces mayor entre 2003 and 2022 y desplazando la producción local, refiere Expediente Abierto. Las inversiones chinas conllevan riesgos de corrupción, daños ambientales y sociales, y posibles usos militares de infraestructuras estratégicas.

El reporte detalla que las empresas chinas son objeto de frecuentes señalamientos negativos por sobrecostos, retrasos y problemas de calidad. La exigencia de utilizar empresas y mano de obra china en todos los proyectos que financia, limita la transferencia de tecnología y la generación de empleo local, aumentando la dependencia externa y reduciendo el espacio para la participación de empresas nacionales.

Un ejemplo de los proyectos surgidos de las relaciones diplomáticas con China es la refinería SORESCO en Costa Rica, iniciada en 2008. Esta iniciativa se detuvo en 2013, cuando la Contraloría General rechazó el estudio de factibilidad financiera realizado por otra empresa china, impidiendo cumplir el contrato y llevando el caso ante arbitraje internacional, reportó la revista Semanario, de la Universidad de Costa Rica.

Además, la estrecha relación china con algunos regímenes autoritarios como el de Ortega-Murillo en Nicaragua, junto con la opacidad en las negociaciones diplomáticas y la creciente influencia en los medios locales, socava la democracia y limita la capacidad ciudadana para fiscalizar a sus gobiernos. La falta de transparencia en los acuerdos y la ejecución de los proyectos, dificultan la evaluación de sus impactos a largo plazo, añade el reporte.

Juego a largo plazo

“Nicaragua no solo permite grandes ventajas a China desplazando a comerciantes locales, sino que también enfrenta un peligro debido su control y presencia”, señaló Núñez. “Pekín posee herramientas tecnológicas para el dominio social, como la fiscalización del Internet y el reconocimiento facial. Estos mecanismos pueden ser empleados para ejercer autoridad social similar en Nicaragua”.

Núñez, advirtió que, dado que China tiene una cultura de planificación a largo plazo, está preparando los mercados de Latinoamérica incluida Centroamérica, donde ya ejerce una considerable influencia, para una futura colaboración en vigilancia. “Esto representa un grave riesgo para la seguridad del hemisferio”.

“China es una amenaza a mediano y largo plazo en la región. Construye relaciones de dependencia que eventualmente se transformarán en alianzas de seguridad”, precisó Núñez. “En algunos años, es probable que la RPC sustituya el rol que Rusia tiene actualmente en Nicaragua y Venezuela, debido a su mayor capacidad económica y tecnológica. Este es un juego a largo plazo que no debe ser subestimado”.

Recomendaciones

Ante el hermetismo y opacidad que caracteriza las relaciones diplomáticas y de cooperación con China, la sociedad civil juega un papel importante para garantizar la transparencia. Por tanto, Expediente Abierto exhorta a impulsar procesos de auditoria social sobre los acuerdos; y a monitorear los esfuerzos de influencia de la RPC en los medios de comunicación, incluidas las redes sociales.

Asimismo, alienta a desarrollar estudios comparativos sobre las experiencias de negociaciones con China en diversos países y sectores. Es necesario que los empresarios de la región sean incluidos en los procesos de negociaciones comerciales con Pekín. Los gobiernos centroamericanos deben considerar tanto la experiencia propia como la de terceros países, y asegurar la participación de una amplia gama de actores sociales.

“Se deben fortalecer los partidos políticos, ya que son el principal canal para que la sociedad civil ejerza el poder político”, finalizó Núñez. “Si se produce una desconexión entre ambos, la sociedad civil será relegada a un rol meramente protestatario, sin capacidad real para influir en las decisiones de gobierno. China, por su parte, aprovechará esta situación para profundizar su influencia en la región, promoviendo un modelo económico que controlará la autonomía de los países”.