Estudios revelan que este enfoque nutricional contribuye a una vida larga y saludable, basada en alimentos bajos en calorías y antioxidantes, y en la práctica de moderación alimenticia llamada “hara hachi bu”
En una pequeña isla al sur de Japón, los habitantes de Okinawa han llamado la atención del mundo por su notable longevidad. Este rincón del planeta alberga una de las concentraciones más altas de centenarios, personas que viven más allá de los 100 años, en excelente estado de salud. ¿Cuál es su secreto? La respuesta parece estar en su dieta tradicional, un enfoque alimenticio que ha sido considerado por muchos como una verdadera “receta de la longevidad”.
El estilo de vida en Okinawa, que combina alimentación, moderación y actividad física, ha permitido que sus habitantes disfruten de vidas largas y saludables. Pero no se trata solo de lo que comen, sino de cómo lo hacen y de los alimentos que eligen, ricos en antioxidantes y bajos en calorías. El sistema ha demostrado ser efectivo para prolongar la vida y también ofrece una protección notable contra diversas enfermedades crónicas.
A medida que el mundo moderno enfrenta desafíos crecientes en salud y sostenibilidad, la dieta de Okinawa emerge como un modelo a seguir. Este estilo de vida no solo asegura una mayor longevidad, sino que también promueve un equilibrio saludable entre el cuerpo y el entorno, ofreciendo lecciones valiosas que trascienden fronteras y culturas.
En qué consiste la dieta de Okinawa
La dieta tradicional de Okinawa se caracteriza por ser baja en calorías y grasas, pero rica en carbohidratos y antioxidantes. A diferencia de otras regiones de Japón, donde el arroz es el alimento básico, en Okinawa, la batata (también conocida como camote o boniato), en sus variedades naranjas, moradas y blancas, ocupa un lugar central en la alimentación. Este tubérculo, cargado de antioxidantes, es clave para mantener niveles estables de azúcar en la sangre, lo que contribuye a una salud óptima.
Además de las batatas, la dieta de Okinawa incluye una abundancia de verduras, legumbres y tofu, mientras que el consumo de carne y productos de origen animal es mínimo.
De hecho, menos del 1% de la dieta tradicional de Okinawa proviene de pescado, carne y lácteos. En cambio, se enfoca en alimentos de origen vegetal, que no solo son ricos en nutrientes, sino que también son altamente antiinflamatorios.
Los beneficios para la salud: más allá de la longevidad
La dieta de Okinawa no solo está vinculada a una mayor longevidad, sino que también se ha demostrado que reduce significativamente el riesgo de enfermedades crónicas.
Según explicó a NatGeo Craig Willcox, profesor de gerontología en la Universidad Internacional de Okinawa, “la dieta es rica en fitonutrientes, incluyendo muchos antioxidantes. Es baja en carga glucémica y es antiinflamatoria”, lo que es crucial, ya que “la inflamación crónica de bajo grado a nivel celular impulsa el proceso de envejecimiento y enfermedades relacionadas con la edad como las cardíacas, los accidentes cerebrovasculares, la diabetes y el cáncer”.
Los estudios han mostrado que quienes siguen esta dieta tradicional tienen niveles más altos de anticuerpos que los protegen de infecciones virales y bacterianas, y un menor riesgo de desarrollar deterioro cognitivo relacionado con la edad.
Hara Hachi Bu: el arte de comer con moderación
Uno de los principios más interesantes de la dieta de Okinawa es la práctica de hara hachi bu, que consiste en comer hasta estar un 80% lleno. Esta práctica no solo previene el exceso de comida, sino que también permite una forma natural de restricción calórica que se ha vinculado con una mayor longevidad y un mejor control del peso.
Al combinar este enfoque moderado con una dieta rica en volumen pero baja en calorías, los habitantes de Okinawa logran mantener una salud robusta y un peso corporal saludable.
Según reveló el investigador Dann Buettne en una columna publicado en Psychology Today, los beneficios de practicar Hara Hachi Bu van más allá del control del peso, como muestra, sino que esta técnica también está vinculada a una serie de beneficios para la salud, incluida una mejor digestión, una reducción del riesgo de enfermedades crónicas como la obesidad, la diabetes tipo 2 y las enfermedades cardíacas, y una mayor longevidad.
La influencia occidental y la pérdida de un legado
Desafortunadamente, en las últimas décadas, la occidentalización de la dieta ha empezado a erosionar los beneficios que los habitantes de Okinawa han disfrutado durante generaciones. La introducción de alimentos procesados, el aumento en el consumo de carne y la popularidad de la comida rápida han comenzado a afectar negativamente la salud de las generaciones más jóvenes, aumentando las tasas de obesidad y enfermedades crónicas en la región.
En un mundo cada vez más consciente de la necesidad de adoptar prácticas alimenticias sostenibles, la dieta de Okinawa ofrece una hoja de ruta clara. No solo es buena para la salud humana, sino que también es sostenible para el planeta.
Tal como señala David Katz, fundador del Centro de Investigación de Prevención de la Universidad de Yale, “cualquier discusión sobre dieta y salud hoy en día debe abordar la sostenibilidad y la salud planetaria”.
La dieta de Okinawa es mucho más que un plan de alimentación; es un enfoque holístico que integra nutrición, moderación y un estilo de vida activo para promover la longevidad y el bienestar.
Aunque los desafíos de la modernidad han puesto a prueba este modelo, los principios que sustentan la dieta de Okinawa siguen siendo una inspiración poderosa para aquellos que buscan vivir una vida larga y saludable.
infobae.com
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