El reciente anuncio del Ministerio de Ambiente de Uruguay sobre la incorporación de la Isla de Lobos y su islote al Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SNAP) ha generado reacciones encontradas. La decisión, que convierte a esa área en un parque nacional, ha sido motivo de debate tanto a nivel local como nacional.
Enrique Antía, intendente de Maldonado, se ha mostrado insatisfecho con esta declaración. Según él, la iniciativa responde principalmente a presiones ambientalistas y limita las oportunidades para emprender proyectos turísticos que podrían haber sido desarrollados bajo un marco de resguardo ambiental, como lo expresó en recientes declaraciones.
Antía criticó la creación del área protegida
La visión del intendente Antía, compartida por algunos sectores empresariales, contemplaba potenciar el turismo en la isla. Su propuesta proponía un recorrido turístico «controlado», donde los visitantes pudieran desembarcar y explorar la isla con medidas diseñadas para proteger a las especies locales, como pasarelas que mantuvieran a las personas alejadas de los lobos marinos.
Para llevar a cabo dicho proyecto, era necesario construir infraestructuras específicas, como un gran muelle que permitiera el atraque de embarcaciones. Sin embargo, la declaración como área protegida dificulta la realización de estas propuestas. Antía argumenta que solo los animales disfrutarán de esta protección, privando a las personas de un valioso recurso recreativo y educativo.
La Isla de Lobos y su islote están ahora oficialmente bajo la categoría de Parque Nacional dentro del SNAP. Este territorio, notable por su biodiversidad, se encuentra a poco más de ocho km de Punta del Este, en Maldonado, y comprende un conjunto de 22 formaciones rocosas emergidas en el Atlántico Sur.
Con una extensión de 43,5 hectáreas de la isla principal y 1,3 del islote, esta área acoge a dos especies prioritarias para la conservación en Uruguay: el lobo fino sudamericano y el león marino. Además, sirve como hábitat y punto de descanso para diversos mamíferos marinos, incluyendo ballenas, delfines y tortugas.
La protección de la isla también responde a su valor cultural e histórico. Desde el siglo XVIII, el sitio ha sido un centro estratégico geopolítico y económico crucial durante la época colonial, ligado a la industria ballenera y lobera. El faro de Lobos, construido en 1906, no solo guía a los navegantes, sino que también desempeña un papel en la defensa del ecosistema local.
El decreto que formaliza esta protección fue firmado por los Ministerios de Ambiente y de Ganadería, Agricultura y Pesca. A partir de ahora, la planificación y gestión del área se realizarán con la colaboración de estos ministerios y el de Defensa Nacional, contando también con la participación activa de diversos actores clave.
Desde mediados de 2021, el Ministerio de Ambiente ha colaborado con instituciones como la Dirección Nacional de Recursos Acuáticos, la Universidad de la República y el Museo Nacional de Historia Natural para identificar áreas marinas de relevancia para la conservación.
carlosloria
Fuente de esta noticia: https://www.lr21.com.uy/ecologia/1477387-enrique-antia-isla-de-lobos-proteccion-ambiental
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