Figuras del deporte actual como Messi, Cristiano Ronaldo, Rafa Nadal o el mismísimo Fernando Alonso son respetados por sus habilidades en sus respectivas disciplinas deportivas, y patrocinadores y clubes se encargan de recompensarles económicamente en consonancia.
Sin embargo, ninguno de ellos, ni siquiera juntando sus fortunas, conseguiría nunca igualar la riqueza que amasó el deportista más popular de la antigua Roma: Cayo Apuleyo Diocles.
Por si te lo preguntas en tu pensamiento diario sobre el Imperio Romano, las carreras de cuadrigas eran el evento estrella de cualquier gran celebración. El equivalente a un Gran Premio de Fórmula 1, pero en lugar de monoplazas con más de 1.000 CV de potencia, competían cuadrigas tiradas por cuatro caballos, trigas (por tres caballos) o bigas (por dos caballos) y agrupados en cuatro equipos o factione: Blancos, Rojos, Azules y Verdes.
Estas facciones venían a ser las actuales escuderías de la F1 y los aurigas eran los pilotos de aquellos carros, que eran venerados como auténticas superestrellas. Sin embargo, aunque aquellos deportistas no firmaban contratos en exclusiva con patrocinadores, recibían auténticas fortunas por ganar cada carrera.
Cayo Apuleyo Diocles fue uno de los aurigas más exitosos del Imperio, y consiguió levantar la corona de laureles en 1.462 carreras. Cada una de esas victorias, además de su correspondiente corona de laureles de los campeones, iba acompañada de una sustanciosa suma en metálico. Su dilatada carrera lo convirtió en uno de los deportistas mejor pagados de todos los tiempos y llegó a atesorar una fortuna mayor que la de los grandes deportistas de nuestra era (ajustando por inflación, claro).
El campeón lusitano
Pese a haber sido uno de los deportistas más reconocidos del Mundo Antiguo, la historia de Cayo Apuleyo Diocles ha llegado a nuestros días únicamente por dos tallas en las que se cuenta su historia. La primera y más importante es una lápida que los expertos sospechan que fue colocada en homenaje a sus logros en las paredes del Circo de Nerón, en la actual Ciudad del Vaticano.
En esa losa se describen con detalle todo el palmarés del campeón, así como el montante económico que sumaban todas las carreras en las que salió victorioso. Cayo Apuleyo Diocles nació en la provincia romana de Lusitania, lo que hoy es Portugal, Extremadura y el sur de Castilla y León. Se conjetura que podría haber nacido en la capital de esa provincia, Augusta Emerita, lo que hoy conocemos como Mérida.
No obstante, no hay constancia escrita de ello.
Lo que sí se sabe es que nació en el año 104 y con solo 18 años debutó en la arena. Solo dos años más tarde comenzó a saborear las mieles del éxito alzando los laureles de campeón.
El auriga lusitano siguió alimentando el fervor de la afición durante los siguientes 24 años corriendo en las arenas más prestigiosas como el Circo Máximo de Roma, con capacidad para 150.000 espectadores. En ocasiones, y en aras del espectáculo, el auriga pedía salir desde la última posición para terminar alzándose con la victoria.
Tal y como se deja constancia en la estela encontrada en el Circo de Nerón, Diocles se retiró con 42 años, 7 meses y 23 días, consolidándose como uno de los aurigas con la carrera más longeva de la Antigua Roma en un deporte que destacaba por su peligrosidad.
A menudo, los carros chocaban durante la carrera y los aurigas eran arrastrados por sus propios caballos, pisoteados por los caballos de sus rivales o atropellados por sus carros. Un riesgo que nos devuelve a los circuitos de Fórmula 1 o MotoGP de la actualidad.
Las inscripciones dejan testimonio de un palmarés impresionante formado por 4.257 carreras en las que consiguió 1.462 victorias y quedó segundo en 1.438 competiciones. La mayoría de ellas las consiguió conduciendo cuadrigas, pero también se alzó con la victoria en otras disciplinas en las que participaban carros tirados por hasta siete caballos.
La inscripción que lo homenajea deja testimonio de la audacia del auriga lusitano especificando que en uno de los eventos participó en dos carreras con carros tirados por tres y seis caballos, terminando victorioso en ambas el mismo día.
Sumando la cuantía de todos los premios conseguidos, Cayo Apuleyo Diocles reunió unos 36 millones de sestercios. El profesor Peter Struck, de la Universidad de Pennsylvania, ha tratado de ajustar esa fortuna a la inflación, y ha determinado que en la actualidad serían el equivalente a 15.000 millones de dólares, por lo que se situaría entre las 100 personas más ricas del mundo según la lista Forbes.
El campeón pudo disfrutar de su fortuna en un retiro dorado en Praeneste, que corresponde a la actual Palestina, una población cercana a Roma. En el Templo de la Fortuna Primigenia de esa población se encontró la base de una escultura en la que se hace mención, a modo de epitafio, al campeón lusitano que a su muerte dejó un hijo y una hija: Cayo Apuleyo Nimfidiano y Nimfidia.
Xataka
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