Según las autoridades, la catástrofe se debió al vertido de melaza que realizó una fábrica ubicada en un afluente del río Piracicaba, aunque la compañía niega su responsabilidad.
Los vecinos de la pequeña comunidad pesquera de Tanqua, en Piracicaba, una zona protegida en el estado de Sao Paulo, amanecieron a mediados de julio con un escenario desesperante: toneladas de peces yacían muertos en el río que les da de comer.
“Es una catástrofe, una calamidad, que algo como esto suceda. En 30 años nunca había visto una muerte así”, lamentó José Veronés, un habitante de Tanqua, donde 50 pescadores y sus familias dependen de la pesca para sobrevivir.
En su opinión, se necesitarán 10 años o más para que se recupere lo perdido. “Y el pescador, que sobrevive y mantiene a su familia con la pesca, ¿qué hará?”, cuestionó.
La comunidad rural de Tanqua, un área de 14.000 hectáreas, es conocida como ‘Minipantanal’, por su similitud con el bioma del centro-oeste brasileño. Surgió en la década de los 60 como resultado de la construcción de una hidroeléctrica en la desembocadura del río Piracicaba: las aguas del final del río se adentraron en las orillas y formaron este espacio natural, protegido desde 2018, con una rica fauna y flora, que se ha convertido en un destino para turistas y amantes del avistamiento de aves.
El vertido de una fábrica
La catástrofe se debe al vertido de melaza de la fábrica de azúcar y alcohol Sao José SA, que está ubicada en un afluente del río Piracicaba.
La Compañía Ambiental del Estado de Sao Paulo (Cetesb) concluyó que la contaminación provenía de un tanque esa empresa y que descendió 80 kilómetros hasta Tanqua, donde mató a al menos 235.000 peces. Cetesb impuso una multa de 18 millones de reales (3,2 millones de dólares) a la compañía.
El material de “alta carga orgánica” fue arrastrado al río Piracicaba y se acumuló en Tanqua, “reduciendo el nivel de oxigenación del agua, llegando a cero, y haciendo inviable la vida acuática”, señaló Cetesb.
Por su parte, en un comunicado recogido por los medios, la firma dijo que no es responsable de la muerte de los peces y recordó que en los últimos años hubo varios “incidentes” similares, cuando su planta “estaba inactiva”.
Hace 10 días, un equipo del departamento de Defensa Civil del Estado de Sao Paulo inició la remoción de los peces muertos y las autoridades anunciaron medidas para paliar las consecuencias económicas del desastre.
“Siempre ponía mi red ahí para pescar mi pececito. Ahora ya no dejan, ¿no? Dicen que va a estar así cinco años, ¿no?”, lamentó Sebastiana dos Santos Moraes, de 79 años, que vive junto con su marido en la comunidad desde hace más de cuatro décadas, al diario Folha de S.Paulo.
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