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Vie. Nov 22nd, 2024
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En la parte I de este relato, un niño encuentra un antiguo y extraño libro guardado en la caja fuerte de su extinto abuelo. Cuando hombre, vuelve a buscarlo. El libro se encontraba en el mismo lugar, pero la mirada era la de un adulto. Comienza, entonces, una investigación sobre el texto que lo lleva a la Biblioteca del Palacio Legislativo. El libro no figuraba en los registros, pero esa sorpresa no sería la única antes de llegar al sorprendente final.

El hombre olvida que es un muerto que conversa con muertos
Jorge Luis Borges

El libro no existía. Tampoco registros sobre su presunto autor. En cambio, sí encontré, revisando viejos archivos, una referencia a Morel de Sal. Se trata, por supuesto, de un hebraísta dado al ocultismo, al gusto de Borges.

Según ese registro, Morel de Sal nació en 1760, a orillas del Torderá (cuando aún no estaba contaminado por la civilización) y murió en 1808 en Aranjuez. Tradujo al catalán obras de diversos autores, como Johann Reuchlin (humanista y hebraísta, tío de Melanchthon) y Die Welt als Wille und Vorstellung, de Arthur Schopenhauer. (Probablemente exista un error en la fecha de fallecimiento, porque Schopenhauer publicó su Die Welt… en 1819). La escueta biografía también consigna que era pintor e insinúa que su verdadero nombre era Jacob Carmesí.

No sé por qué oscura razón, en la Biblioteca del Poder Legislativo del Uruguay, existió alguna vez una traducción de Bene vixit qui bene latuit (literalmente: Vive feliz el que vive escondido) atribuida a Reuchlin. Pero lo que colmó mi espíritu de una ansiedad intolerable fue un inmediato descubrimiento. Naturalmente la obra no figuraba en anaqueles. Había sido retirada en 1944 y nunca devuelta… ¡por mi abuelo! Durante su pasaje como legislador nacional (1943-1947) seguramente alguien le indicó la presencia del texto y la conveniencia (estoy seguro que fue así) de hacerlo desaparecer.

Se daban demasiadas coincidencias para atribuir estos hechos a simple casualidad. Tenía que haber un hilo conductor y yo estaba (¡desdichado de mí!) dispuesto a encontrarlo.

Comencé a leer Rodó, febricitante, buscando signos y símbolos. Frases como “¿Quién se exime del todo de ese poder ante potencias que se yerguen sobre el hombre y que son insubordinadas?”me parecían cargadas de esoterismo, advertencias, mensajes que era preciso decodificar, para librar, tal vez, la última batalla metafísica contra el enemigo ignorado.

También Borges intenta comunicar algo. Todos esos artificios literarios poblados de espejos, laberintos, bibliotecas infinitas y senderos que se bifurcan, deben tener un sentido. No podían ser solamente juegos, pasatiempos para un hombre triste y solitario. “Tú, que me lees, ¿estás seguro de entender mi lenguaje?”, dice en La biblioteca de Babel. ¿Es necesario prueba más cabal, señal más clara?

Ahora, por fin, estoy completamente seguro de que es así: el libro de Prinn fue dejado por mi abuelo para que yo lo hallara. No en cualquier momento, sino en el verano de 1962. Soy el depositario de un terrible secreto que también ignoro. Me preparo en silencio, “como está el pájaro en la muda”,para enfrentar la llegada del espantoso y desconocido enemigo. Sé que con nadie puedo compartir esta vigilia.

Velaré hasta el fin. Como el último hombre, como el último árbol.

Hasta aquí el texto mecanografiado en una vieja máquina Underwood, encontrado en el saco del hombre hallado muerto en el andén de la estación Margat, la madrugada helada del 3 de agosto de 1983.

La investigación policial, determinó que se trataba de Arturo Telésforo Kiprianu Smith, de treinta y tres años de edad. Del análisis del escrito y posteriores indagaciones resultó:

  1. No existe mención alguna en la obra de Borges al presunto libro de Ludvig Prinn.
  2. En cambio, sí se encuentra citado en The shadow out of Time[i]de H. P. Lovecraft y más detalladamente en The Shambler from the Stars[ii] de Robert Bloch. También se le menciona en The Shadow from the Steeple[iii] del mismo Bloch. Tanto Lovecraft como Bloch son conocidos autores de literatura fantástica, existiendo copiosa documentación sobre el origen apócrifo de este libro.
  3. No existen indicios de alguien llamado Arturo Telésforo Kiprianu Smith en la ciudad de Santa Lucía y menos sobre su presunto abuelo legislador.
  4. La Biblioteca del Poder Legislativo no conserva antecedentes de libros retirados en 1944.
  5. No figura en la Biblioteca del Poder Legislativo anotación alguna sobre Morel de Sal.
  6. Por el contrario, es verídica (aunque nada prueba) la existencia de la casa de Rodó en Santa Lucía.
  7. En cuanto a las citas del escritor uruguayo y a las del rioplatense Borges, si bien transcriptas correctamente, están fuera de contexto.
  8. También se establece como apócrifo el Bene vixit…,atribuido a Reuchlin.
  9. Se concluye, que el occiso habría sido un mediocre escritor de cuentos de horror o un demente (o un horroroso, demente y mediocre escritor de cuentos).

Tal vez por estos motivos y porque nadie reclamó el cuerpo, la Policía archivó el caso, sin prestar demasiada atención a los dos curiosos orificios morados que el cadáver presentaba en el cuello exangüe.

[i] En la noche de los tiempos (traducción castellana de F. Torres Oliver).
[ii] El vampiro estelar (ídem nota anterior).
[iii] La sombra que huyó del chapitel (traducción castellana de Rafael Llopis).

Guillermo Silva Grucci
Fuente de esta noticia: https://www.xn--lamaana-7za.uy/cultura/el-secreto/

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