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Jue. Nov 21st, 2024
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Los misterios de la Tierra y las estrellas han cautivado al ser humano durante siglos, documentando sus exploraciones de formas asombrosas y variadas. El erudito egipcio Claudio Ptolomeo (conocido como el “inventor de la geografía”) revolucionó el campo al registrar la latitud y la longitud en el siglo II d.C., mientras que la proyección mundial de Gerardus Mercator en el siglo XVI sigue siendo influyente hoy en día.

Los mapas de la Edad Media (entre el siglo V y el siglo XV) no servían tanto de ayuda a la navegación como de “resumen visual de todo el conocimiento humano”, afirma el cartógrafo Peter Barber. Aunque los espectadores modernos se rían de las inexactitudes históricas (como que California fuera una isla hasta finales del siglo XVIII), muchos de estos mapas antiguos contenían detalles extraordinariamente precisos.

Gracias a la recién inaugurada plataforma en línea Oculi Mundi (los ojos del mundo en latín), el público puede ver ahora estos mapas y atlas raros. Este tesoro, conocido como la Colección Sunderland, muestra cómo los eruditos europeos representaron meticulosamente su mundo desde el siglo XIII hasta principios del siglo XIX. Esta colección pone de relieve la evolución de la cartografía y ofrece una ventana a las perspectivas históricas y los logros artísticos de civilizaciones pasadas.

Los primeros retos de la cartografía

Durante mucho tiempo se creyó que la Tierra era el centro fijo del universo y que el Sol y los planetas giraban a su alrededor, teoría propuesta por Ptolomeo. Sin embargo, un mapa de 1532 creado por el erudito alemán Sebastian Munster representaba una idea diferente: mostraba ángeles utilizando palancas para mover la Tierra.

Helen Sunderland-Cohen, que gestiona la colección Oculi Mundi, señala que la singular representación de este mapa era a la vez sutil e innovadora. “Habría sido radical (quizá herético) cuando se produjo”, afirma.

Representar la forma redonda de la Tierra en papel plano era un reto para los cartógrafos. Para hacer frente a este reto, el grabador italiano Giovanni Cimerlino diseñó en 1566 un mapa en forma de corazón que mostraba las mitades oriental y occidental del mundo, incluida América.

En 1660, la idea de que los planetas orbitan alrededor del Sol, conocida como el modelo heliocéntrico, seguía siendo objeto de debate, aunque ahora sabemos que era correcta. El atlas celeste de Andreas Cellarius, considerado uno de los mejores jamás creados, muestra los intrincados y audaces esfuerzos de los primeros cartógrafos por representar el cosmos.

Las revolucionarias aportaciones de los primeros geógrafos

Los mapas del pasado reflejaban a menudo los prejuicios culturales y políticos de sus creadores. No eran meras herramientas de navegación, sino también instrumentos de poder, propaganda y educación. Por ejemplo, los mapas a veces exageraban la extensión de los dominios de un gobernante o hacían hincapié en determinadas rutas comerciales para afirmar su dominio e influencia.

Una de las exploraciones más significativas de la época que abarca Oculi Mundi es el viaje de Cristóbal Colón a América en 1492. Un mapa, parte del Atlas Ptolemaico del cartógrafo Johannes Ruysch, llama a Sudamérica “Terra Sancta Crucis sive Mundus Novus” (Tierra de la Santa Cruz o Nuevo Mundo). Es uno de los primeros mapas impresos que representan el continente americano.

Aunque este mapa no es del todo exacto según los estándares modernos, Barber afirma que capta “la emoción del descubrimiento y el desconcierto de la gente al intentar evaluar qué son las cosas”.

Otro mapa notable es un mapamundi de 1603 coloreado a mano por el cartógrafo flamenco Abraham Ortelius. Fue el primer atlas en el sentido moderno de la palabra y, por lo tanto, un gran paso para hacer las cosas “bien” geográficamente: reunía todo el mundo y lo presentaba metódicamente, como estamos acostumbrados a hacer ahora en los atlas”, explica Sunderland-Cohen.

Este atlas es significativo porque representa el primer atlas moderno, que organiza y presenta metódicamente el mundo tal como lo conocemos hoy”. El mapa de Ortelius también es importante por incluir la “Terra Australis nondum cognita” (Tierra Austral Desconocida), un continente hipotético que se creía que existía en el hemisferio sur.

Matthew Edney, catedrático de Historia de la Cartografía de la Universidad del Sur de Maine, afirma que el mapa de Ortelius refleja la creencia en este continente austral a partir de las ideas existentes en la época. Aunque los europeos empezaron a explorar Australia a principios del siglo XVII, fue en el siglo XIX cuando los barcos tuvieron la fuerza suficiente para acercarse a la Antártida. Edney dice que esta representación de una vasta masa de tierra austral “no es un error; es una historia de intentar dar sentido al mundo”.

La evolución de la geografía

Sunderland-Cohen afirma que para comprender la exactitud de los mapas históricos hay que tener en cuenta su contexto. “En algunos casos, no es que estén equivocados, per se; es sólo que están presentando esta enorme área geográfica o idea, y están tratando de expresarla”.

Los eruditos y cartógrafos solían destacar ciertas características en función de la información de que disponían. Por ejemplo, si un erudito tenía amplios conocimientos sobre una ruta comercial en particular, esa ruta aparecería destacada en su mapa.

Katherine Parker, gestora de colecciones cartográficas de la Royal Geographical Society, afirma que “la mayoría de los accidentes geográficos nuevos aparecían por primera vez en el mapa de un cartógrafo. Otros lo veían y decidían si confiaban lo suficiente en las fuentes y la representación como para incluirlo en sus mapas”.

Los mapas históricos incluían a menudo rasgos distintivos, como las cabezas de los vientos (ilustraciones de rostros humanos con las mejillas hinchadas que representaban las direcciones del viento). Eran a la vez funcionales para la navegación marítima y decorativos. Con el tiempo, los mapas también empezaron a incorporar escenas alegóricas, como ilustraciones que representaban las estaciones.

En cierto modo, las representaciones cartográficas nunca serán del todo exactas debido al reto inherente que supone representar un mundo esférico en una superficie plana, afirma Barber. “Cualquier cosa que produzcas en un trozo de papel plano no va a decir por sí misma toda la verdad, así que tienes que hacer concesiones”, afirma: “Las concesiones que haces dependen mucho de lo que consideres importante”.

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

National Geographic
Fuente de esta noticia: https://www.nationalgeographic.es/ciencia/2024/07/mapas-antiguos-fallos-acierto-justificacion

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