El barrio de Bastian después del crimen: el desafío de volver al club a pesar del miedo y el dolor

La calle está desierta. Apenas el canto de los pájaros y el ladrido de un perro que asoma por una terraza quiebran el silencio. Es mediodía y los ecos de la movilización de la noche anterior reposan sobre el asfalto. La sonrisa de Bastian Escalante (10) reluce en papeles que descansan en la vereda y en la fachada de los dos colegios contiguos de la calle donde lo mataron. En todos ellos sobresale una palabra: justicia.

Bastian tenía 10 años y el sueño de ser futbolista. Hacía dos años que jugaba en el club Barrio de la Carne, situado en una zona de Wilde conocida con ese mismo nombre, donde muchos chicos crecen alrededor de una pelota y construyen la ilusión de llegar a ser profesionales.

“Es el primer club donde él se sintió cómodo. Es muy buena gente. Nos están ayudando y acompañando un montón. Es como dicen ellos: somos una familia”, dice Johana, la mamá que vio cómo su hijo se desvanecía en sus brazos y que por estos días intenta imaginarse la vida sin él, mientras espera respuestas de la fiscalía que investiga el crimen.

Sumado al duelo y la pelea por obtener justicia, Johana convive con el miedo: Maite (13), la segunda hija de la familia que construyó con Alejandro, también juega al fútbol en Barrio de la Carne.

“No sé cómo voy a hacer ahora para llevarla. Tampoco sé cómo vamos a volver al colegio después de lo que nos pasó”, plantea la mamá al recibir a TN en su casa, a siete cuadras de “La Socie”, como llaman al club los chicos y chicas que practican diferentes actividades allí.

“La gente del club nos dijo que nos llevaban y nos traían de acá en adelante, que no tenían problema en hacerlo porque el miedo está, y no solo de ir al club, sino también de que vayan al colegio”, insiste Johana, empleada de limpieza en un hotel de la Ciudad de Buenos Aires.

Brisa, la hija más grande de Johana, tiene 16 años. “Las voy a llevar en remis y de ahí me iré a trabajar. Entraré más tarde. Primero nos vamos a ocupar de eso. Y si tengo que dejar de trabajar para cuidarlas a ellas, lo voy a hacer”, asegura.

El crimen de Bastian que conmocionó a Wilde

El miércoles 10 de julio, Bastian salía del entrenamiento de la categoría 2014. El reloj marcaba las 20.18 y el nene iba en bicicleta a paso lento y escoltado por su mamá. Caminaron unos 100 metros, llegaron a la esquina y doblaron por Caxaraville. Allí vieron venir a los motochorros que -según la hipótesis inicial del caso- se enfrentaban a tiros con un policía bonaerense de civil al que, segundos antes, le habían intentado robar.

Bastian quedó atrapado en la balacera y fue alcanzado por dos disparos, uno en la espalda y otro en el cuello. Lo trasladaron de urgencia al Hospital Presidente Perón de Avellaneda, donde el esfuerzo de los médicos no fue suficiente para salvarle la vida. Todo ocurrió frente a dos escuelas: la Primaria Nº63 y la Secundaria técnica N°3, entre las calles Rondeau y Friuli, una cuadra donde hay varias cámaras de seguridad.

“Cuando me encontraba con noticias donde a una criatura le pasaba algo, lo primero que hacía era abrazar a mis hijos y decía ‘ojalá nunca les pase’. Uno siempre dice que le puede pasar a cualquiera, pero jamás imagina que le va a pasar a uno. Hasta que te pasa”, resume Johana.

El silencio de mediodía también domina la escena en Barrio de la Carne, cuyos miembros impulsaron una nueva marcha en reclamo de justicia por Bastian la noche anterior. Solo están Graciela, encargada del buffet, y una cocinera que alista los menúes que se ofrecen todos los mediodías.

“Tengo bronca, dolor, impotencia. Muchos chicos vienen acá y a cualquiera le puede tocar. Mis hijas también vienen. Hoy le tocó a Bastian, mañana puede ser cualquier otro”, plantea, y continúa: “Todavía no volvieron los chicos de la 2014, sus compañeros. No sé qué va a pasar cuando vuelvan, pero va a ser difícil”.

El frente del kiosco de la esquina de Caxaraville y Rondeau, a apenas unos pasos del lugar donde Bastian se desplomó luego de recibir dos balazos, también exhibe una foto del nene y el reclamo por justicia.

“Es inseguro acá. Siempre hay robos. Es un barrio donde vive gente mayor y, además, ¿sabés qué pasa? Acá estamos cerca de dos villas: para un lado tenés la de Corina; para el otro, la de Chingolo”, señala Adriana, dueña del comercio.

La investigación

Matías Morla, abogado de la familia de Bastian, aguarda el resultado de la pericia balística: es el elemento clave para determinar de dónde salieron los disparos que mataron al nene.

El fiscal Ignacio Colazo, de la UFIJ N°2 del Fuero de Responsabilidad Juvenil del Departamento Judicial de Lomas de Zamora, intenta esclarecer el caso y despejar las incógnitas que lo rodean.

Hay tres detenidos: el policía Juan Alberto García Tonzo (30) y dos ladrones, Thiago Uriel Frías (18) y I.O.F (17), ambos imputables. Otros dos sospechosos señalados por haber participado del robo todavía no fueron identificados y permanecen prófugos. Solo se encontró el arma reglamentaria del efectivo bonaerense.

“No solo se trata de los disparos, sino que también hay un accionar de las fuerzas policiales que para nosotros no fue el correcto”, sostuvo Morla en conversación con TN, y agregó: “Los vecinos que consultamos aseguran que intentaron alterar la escena, lo cual es muy grave y no vamos a tener contemplaciones con eso”.

Video y realización: Leandro Heredia

Edición: Natalia Cevallos